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Padres y deberes escolares: trucos para dirigir sin solucionar

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Cuando los niños empiezan a traer deberes escolares a casa, en ocasiones los padres no sabemos por dónde empezar. Procurarles un espacio adecuado para la realización de los deberes es una de las primeras cosas en las que tenemos que pensar para que puedan estudiar. Lo que necesitan es una silla, una mesa, una buena luz, nada de distracciones y todo el silencio que se le pueda procurar.

Si tenemos la oportunidad de que el dormitorio del niño esté preparado para el estudio, será una buena opción, pero si no, podemos buscar otros espacios adecuados, que además ayudarán al alumno a distinguir cuándo está estudiando y cuándo jugando o durmiendo. En muchas familias con varios niños, se establecen espacios comunes de trabajo para estudiar y hacer los deberes escolares, de modo que la mesa del salón o del cuarto de estar se transforma por unas horas en una biblioteca que invita a la concentración colectiva.

Sí es importante intentar a toda costa evitar ruidos en esa sala o en las próximas: no tendremos televisiones encendidas, la lavadora o el aspirador, y procuraremos que, si hay hermanos pequeños, se mantengan distraídos durante este tiempo, porque cualquier excusa será buena para que el estudiante novel retire la mirada de su tarea.

Trucos para dirigir sin solucionar los deberes escolares

1.  Preguntar sin fiscalizar. Es bueno que preguntemos qué deberes les han asignado cada día, pero con un sincero interés y no con un ánimo fiscalizador. No se trata de que nosotros miremos por ellos la agenda o, peor aún, preguntemos a otros padres por los deberes escolares porque no confiamos en que nuestros hijos se hayan enterado. Este mensaje trasladado tarde tras tarde es absolutamente negativo en la formación humana de los pequeños, que entenderán que no confiamos en ellos y se sentirán incapaces de llevar a cabo con éxito la única tarea propia que se les encomienda: apuntar y hacer los deberes.

2. Organizar su tiempo y dividirlo. Cuando se han dispuesto ya con las tareas en mente, nosotros podemos ayudar al principio para un reparto razonable del tiempo. Uno de los problemas más criticados de los deberes en España es el excesivo volumen. Tienen tarea de diferentes materias y a los niños les cuesta mucho establecer un horario razonable y realista con ese material. Darles pistas como afrontar primero lo más difícil y dejar para el final del día lo más mecánico, les ayudará en la organización posterior.

3. Enseñar a estudiar. Los padres tenemos que ofrecer las técnicas de estudio adecuadas, pero nunca la resolución de los problemas. Así, si vemos que el niño se atasca ante un enunciado matemático, tendremos que acudir al rescate con apoyo a la comprensión lectora, pero no a la determinación de si la operación requerida es una suma o una resta. Cuando tengan que estudiar sus primeros conceptos, podremos enseñarles las bases de nociones como el subrayado, el esquema y algunas técnicas de memorización sencillas para las principales palabras.

¿Y si mi hijo ‘no da pie con bola’?

Hay ocasiones en las que constatamos que nuestros hijos no consiguen hacer frente a sus tareas. Lo que los padres hagamos en estas edades tempranas va a marcar en muchos aspectos el desarrollo futuro del menor, así que es fundamental actuar con acierto. Algunas claves que podemos seguir son:

– Problemas añadidos. Comprobar con los tutores del alumno y el gabinete psicopedagógico si existe algún problema concreto en el aprendizaje que podamos atajar, por ejemplo una dislexia o un TDAH. Si no hay ningún problema añadido, los expertos nos podrán aconsejar sobre la mejor forma de hacer frente a la situación.

– Dificultades físicas. Comprobar también problemas de audición o visión, que se suelen detectar precisamente cuando los niños tienen que empezar a prestar atención a la pizarra.

– Prestar atención. Priorizar en nuestras agendas la atención a los deberes del niño, para que no se conviertan en algo molesto al final del día, cuando los padres pueden, y que termine perjudicando las relaciones familiares. Si no, tendrán la impresión de que no es importante.

– Dedicar mucho tiempo a las explicaciones y dejar mucho tiempo para que el niño resuelva por su cuenta. Para evitar caer en la tentación de darles la respuesta correcta, podemos ausentarnos de la habitación en el momento en que lo dejemos pensando, aunque estemos muy atentos.

– Si el problema se enquista, podemos pensar en la externalización de las explicaciones. Como los deberes en un estudiante con dificultades no resultan gratos, puede ocurrir que los padres se estén «quemando» con cuestiones académicas y generen una mala relación con el niño, que después se trasladará a otros ámbitos de la vida. Se puede pedir ayuda a un profesor particular, a un familiar cercano, o incluso proponer a otros padres el intercambio de clases en diferentes materias.

Alicia Gadea

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