El principal riesgo que corren los jóvenes frente a las redes sociales es que sus padres no sepan inculcarles un buen uso, que pasa por formar a los hijos en los valores tradicionales y enseñarles que deben estar presentes también en las redes sociales. Pero para llevar a cabo esta adaptación del mensaje educativo, es fundamental que los mayores nos pongamos al día en este ámbito.
Es una tarea de padres y educadores enseñar a los menores a su cargo a configurar la visibilidad de sus datos personales en las redes sociales, haciéndoles valorar tanto la privacidad propia como la ajena.
Las webs de cada red social suelen incluir un enlace a la página en la que se indica al usuario cómo configurar adecuadamente la privacidad de sus datos personales. El problema es que la mayor parte de los usuarios nunca consulta esta página y se despreocupa de la privacidad, lo que viene muy bien a quienes quieren hacer daño. No hay manera de asegurar en una red social que quien contacta con nosotros sea quien dice ser, por lo que estamos en permanente riesgo de suplantación de identidad.
Por un lado, alguien puede usurpar la identidad de una persona que conocemos para engañarnos a nosotros en las redes sociales. Además, Internet protege de modo natural el anonimato de quien opera en ella, por lo que la comisión de delitos podría quedar impune debido a la dificultad de identificación de quienes los cometen. Si se produce algún abuso, es fundamental denunciarlo cuanto antes para que los cuerpos de seguridad del Estado puedan perseguir al infractor.
Qué datos se comparten en las redes sociales
Es importante tener claro que no hay nada gratuito en Internet. Por lo tanto, si ellos no son el cliente, quizás sean el producto. Normalmente se comparten datos personales y familiares, imágenes a través de webcam, fotos, localización actual o futura, contenido de conversaciones privadas… Todo esto es muy peligroso, porque dejan indefensos y vulnerables a nuestros hijos, incluso al conjunto de la familia.
Además, cualquier persona puede acceder a esos datos, tanto sus amigos de las redes como personas ajenas -los llamados hackers– que tienen muy a mano la información diaria de nuestros hijos. Eso de «solamente pueden ver mis fotos mis amigos» es falso. No quiere decir que nuestros hijos nos mientan para mantenernos tranquilos, probablemente ni ellos mismos sean conscientes de que cualquier persona puede saber quiénes son o con quién están. Del mismo modo, no deben publicar (colgar a la red) por impulsos porque el contenido en Internet es muy difícil de retirar, además de que puede dañar su reputación. Tienen que pensar si estarían dispuestos a que ese mismo contenido estuviera colgado, por ejemplo, de todas las farolas del barrio. Entenderán bien el símil.
Relaciones con desconocidos en las redes sociales
Esta parte es muy delicada. Uno de los atractivos de las redes sociales es conocer nuevas personas, pero esto conlleva muchos riesgos. Si permitimos a nuestros hijos registrarse en una red social, sería bueno sentarnos con ellos y explicarles que hacer nuevas amistades a través de Internet es peligroso. Ellos ya ven esto como un peligro real, según han demostrado los últimos estudios, pero solamente tendrán cuidado en las situaciones en las que un «señor desconocido», o cualquier perfil poco habitual, quiera ser su amigo. Nuestro deber es advertirles de que existe un fenómeno llamado grooming, donde algunas personas se hacen pasar por quienes no son. Por esto, no deben aceptar ninguna solicitud de ninguna persona que no conozcan, aunque aparentemente tenga su misma edad o les diga que va a su mismo colegio.
Acoso a través de las redes sociales
El ciberbullying es una conducta que consiste en humillar, amenazar u hostigar a otros iguales, que se lleva a cabo entre niños de un mismo entorno. La gravedad de esta conducta se encuentra en que el daño queda recogido en los comentarios de las redes sociales de modo que el escarnio se prolonga en el tiempo. Además, el anonimato que proporciona Internet, junto a la no percepción directa del daño causado y la adopción de roles imaginarios que facilita la red, hacen más difícil para los padres o tutores descubrir esta situación para ponerle solución y exigir responsabilidad a quien corresponda.
Algo muy común, y que a ellos les parece menos grave, es el llamado ciberbaiting. Lo que este fenómeno implica es que, en lugar de acosar a un compañero, se acosa y humilla a un profesor. A ellos les puede suponer un juego en el que no hacen nada malo, porque el profesor es una persona mayor y no un niño vulnerable, y lo más probable es que no lo inicie nuestro hijo, pero debemos explicarles que simplemente por participar están expuestos a consecuencias penales, si procede.
Sara Pérez López
Te puede interesar:
– Cambios en los padres del siglo XXI
– Nativos digitales, una generación de hijos diferente