Acudir al fisioterapeuta es algo que habitualmente se relaciona con los más mayores de la casa o únicamente para aquellos que tras una lesión, requieren estas atenciones. Pero nunca se piensa en que los más pequeños de la casa puedan necesitar una visita a este especialista. Muchos padres piensan que su aparato motor todavía no se ha desarrollado como para presentar estos achaques.
Pero la fisioterapia pediátrica es algo muy recomendable, especialmente para aquellos niños que presenten problemas a edades muy tempranas para asegurarles un buen futuro. Además, llevar al niño a este especialista y no esperar a que estos problemas desaparezcan por solos e intervenir a través de la atención de este médico.
Qué hace un fisioterapeuta pediátrico
¿De qué se encarga un fisioterapeuta pediátrico? La especialista Jone Abad define a estos profesionales como una rama dentro de la Fisioterapia dedicada al niño y que busca solucionar posibles problemas para obtener el mayor nivel funcional en aquellos casos donde existen deficiencias motoras o sensoriales. El objetivo es conseguir un tratamiento personalizado para cada caso.
Abad resume en estos puntos los objetivos de la fisioterapia pediátrica:
– Ayudar a que el niño alcance su máximo potencial de independencia.
– Favorecer la participación del niño en actividades de la vida diaria ya sea en casa, en el colegio o en su grupo de amigos.
– Proporcionar apoyo a la familia para dar una solución a problemas que a priori no parecían tenerla.
¿En qué casos es pertinente?
¿En qué situaciones se deben los padres llevar a sus hijos al fisioterapeuta pediátrico? Estos son algunos casos en los que Abad lo aconseja:
– Casos preventivos:
a) Aquellos que han padecido o padecen enfermedades crónicas, hospitalizaciones, riesgo social, sin otra problemática añadida.
b) Aquellos que presentan anomalías transitorias, con el fin de evitar alteraciones posturales o malos hábitos a la hora de moverse.
c) Aquellos con alto riesgo biológico, sin afectación neurológica (frecuentemente prematuros).
– Niños con alteraciones cerebromotrices, como parálisis cerebrales.
– Niños con otras patologías neurológicas distintas a la parálisis cerebral: traumatismo craneoencefálico, espina bífida, etc
– Niños con enfermedades neuromusculares: atrofia muscular espinal, distrofia muscular de Duchenne, etc.
– Niños con síndromes que cursan con patología motora: Down, Rett, Wolf, Angelman.
– Niños que padecen patología músculo-esquelética: acondroplasia, enfermedad de Perthes, artrogriposis, luxación congénita de caderas, escoliosis, tortícolis congénita, alteraciones de la forma del cráneo de origen posicional (plagiocefalia), etc.
– Niños que sufren patologías del aparato respiratorio: bronquiolitis, asma.
Damián Montero
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