Hay muchas frases que nos recuerdan la importancia de estar en forma. Una de las más conocida es «mens sana in corpore sano«. Es decir, pon a punto tu mente en un cuerpo en buena condición física. Pero, ¿de verdad guardan relación la capacidad intelectual y el estado de forma? La Universidad de Granada, UGR, así lo ha demostrado a través de un nuevo estudio.
Una investigación en la que ha encontrado una relación entre un buen estado de forma física y una mayor materia gris que permite desarrollar las capacidades intelectuales. Con estos datos se recuerda a los padres que no solo deben estimular a la mente de sus hijos, también deben apostar por un estilo de vida más sano para potenciar al máximo las habilidades de sus hijos.
La capacidad aeróbica de los niños
En esta investigación la UGR congregó a más de 100 niños con sobrepeso y obesidad. El objetivo era analizar cómo la peor condición física podía suponer un mayor problema a la hora de realizar ejercicios intelectuales. Tal y como explica Francisco B. Ortega, líder de este trabajo, «el nivel de condición física de los niños está directamente relacionado con importantes diferencias estructurales en el cerebro».
¿Los motivos? Tal y como han sugerido otros estudios la capacidad aeróbica suele relacionarse con un mayor volumen de materia gris en el cerebro de las personas. Esto supone que en las dos regiones claves para el procesamiento del lenguaje y la lectura, el giro frontal inferior y el giro temporal superior, se benefician del ejercicio físico.
«La condición física es un factor modificable a través del ejercicio físico, y combinar ejercicio físico que mejore la capacidad aeróbica y la habilidad motora sería un enfoque efectivo para estimular el desarrollo cerebral y el desempeño académico en niños con sobrepeso y obesidad», sugiere Irene Esteban-Cornejo, una de las autoras de este estudio.
Ante estos resultados, los investigadores de la UGR sugieren tanto a padres como a educadores que recuerden la importancia que tiene el ejercicio físico en el desarrollo de los más pequeños. Por un lado, a los responsables de las políticas de enseñanza se les pide incentiva asignaturas como Educación Física, a menudo olvidada por otras materias más «intelectuales«.
Por otro lado, se hace un llamamiento a los padres para que no permitan que sus hijos se suman en un estilo de vida sedentario, que apuesten por la actividad física en su día a día. De esta forma no solo se conseguirá mejorar la salud y prevenir las enfermedades tradicionalmente achacadas a la obesidad y al sobrepeso, sino que también se mejorará la capacidad intelectual de los más pequeños.
Ejercicio en el día a día
Ante la evidencia científica de que mantenerse en forma reporta beneficios tanto a nivel físico como intelectual, lo mejor es apostar por una vida que incorpore el ejercicio a la rutina de cada jornada. Esto no supone únicamente apuntarse a un gimnasio o comenzar a practicar algún deporte, hay muchas prácticas que pueden reportar grandes beneficios con simples acciones:
– Subir escaleras. El ascensor es muy útil cuando debes subir a las plantas superiores de un edificio alto. Pero si la planta a la que debes acceder con el niño no es muy alta, y portado lo permite, una escalera es mejor opción.
– Visita al supermercado. Caminar por los pasillos, sacara las bolsas y subirlas a casa. Es cierto que es una actividad física de baja intensidad, pero llevarse los niños a la compra en el supermercado los mantiene activos y los aleja del sedentarismo.
– Pensar en la utilidad del coche. Al igual que el ascensor, el coche puede ser una herramienta útil para alcanzar largas distancias. Sin embargo, ¿por qué no prescindir de él para trayectos breves? Utilizar las piernas para ir a comprar el pan o para ir al colegio, si este se encuentra relativamente cerca, reportará grandes beneficios.
– Uso del tiempo libre. Llega el fin de semana, después de una semana de colegio el niño seguramente quiera dedicar este tiempo libre a rutinas algo sedentarias. Los padres deben animarlos a acudir a jugar al parque en compañía de sus amigos o de la misma familia. La finalidad está clara: evitar que estos momentos se inviertan frente a la pantalla.
Damián Montero
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