¿Cómo combatir un problema cuando no se sabe si existe? El acoso escolar es una situación que se vive habitualmente en muchos colegios del país, pero es muy difícil que alguien denuncie un caso. Especialmente los propios alumnos que sufren bullying o que son testigos de alguno de estos casos. Por este motivo, una de las batallas contra esta lacra es la de terminar con la conocida «Ley del Silencio».
De hecho, este es uno de los puntos tratados en la Guía para Acabar contra el Acoso Escolar que se ofrece desde Escuelas Católicas. Un tratado en donde se explican varias consideraciones que deben tener en cuenta para entender la situación por la que atraviesan muchas escuelas y muchos alumnos de estas aulas.
Miedo a las consecuencias
Desde Escuelas Católicas se invita a los educadores a preguntarse por qué un niño se callaría ante la vivencia de una injusticia. La respuesta es el miedo a las consecuencias, el temor a ser considerado como un chivato o a ser el foco de las mismas agresiones. Muchos menores creen que si ponen en conocimiento de padres o de profesores lo que viven o han visto, la situación podría empeorar.
En este punto se anima a los profesionales de la enseñanza a estar atentos para detectar los casos de acoso o discriminación y trabajar por cambiar la concepción de la imagen del «chivato«. Aquel que denuncia un caso de acoso escolar no está haciendo nada malo, todo lo contrario, está poniendo fin a una situación injusta y ayudando a un compañero de clase.
Para este fin nada mejor que hacerles entender la valentía de aquel que ayuda a sus compañeros y trabajar por la empatía de los más pequeños. También se les puede ofrecer vías para que puedan contar lo que saben de modo que no teman las represalias. En el caso de la víctima se le ha de hacer saber que no estarán solos y que siempre tendrán alguien a quien pedir ayuda en el caso de que haya represalias por la denuncia.
Desde casa, los padres deben hacer ver que siempre que lo necesite, va a tener a sus padres al lado. También es conveniente hacer ver a los niños la ayuda que pueden brindarles los cuerpos de seguridad. En caso de que la situación se recrudezca, no es absurdo poner en marcha la vía judicial con el fin de acabar con el acoso que vive día a día al niño.
Toma de conciencia
Otro organismo que trabaja por poner fin al acoso escolar es la Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo, ANAR. Esta entidad destaca el aumento de las denuncias recogidas por su teléfono de ayuda, un incremento que no debe ser entendido como algo malo. Todo lo contrario, este contexto quiere decir que cada vez más niños llaman para hablar de su situación, un buen primer paso ya que estas víctimas han tomado consciencia de lo necesario que es visibilizar su situación y significa que han comenzado a perder el miedo a hablar de lo que les ocurre.
Este contexto también supone que cuando los niños disponen de herramientas de denuncia, hacen uso de ellas. En este caso el teléfono de ANAR, el cual cada vez es más empleado por parte de las víctimas de bullying. Ahora bien, aún queda mucho por hacer como por ejemplo hacer entender a los menores la necesidad de poner en conocimiento a su familia.
A día de hoy algo más del 30% de los menores que llamaron al teléfono de este organismo reconoce que no se lo comunicó a sus padres y lo sufrió en silencio. Un hecho al que contribuye la privacidad de las redes sociales, un lugar al que no pueden acceder muchos adultos por la negativa de sus hijos. Es importante que los menores que tan cuentas en estas webs acepten a sus padres en la lista de amigos y que exista una comunicación fluida en caso de que se produzca un caso de ciberbullying.
Damián Montero
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