Pocas situaciones imponen tanto como llegar con nuestro primer hijo a casa del hospital y saber que, de repente, estamos irrevocable y permanentemente a cargo de este pequeño y frágil ser. Miras por todos lados, pero el papel del pediatra, que en su momento parecía muy completo, en casa no se parece en nada al manual de instrucciones que necesitamos. Y muy rápidamente nos percatamos de que necesitamos instrucciones, largas, precisas y detalladas.
Un teléfono de atención al cliente y un chat de apoyo no vendrían mal cuando eres madre primeriza, pero de momento lo que hay son parientes y amigos que han tenido hijos antes. A veces no se sabe qué es peor: si tener quien te de consejos o no tener a quien preguntar.
Los amigos con experiencia vienen, generalmente, en dos modelos: el de los pesimistas y el de los super expertos. Los pesimistas adoran las historias de terror. Es esa misma amiga que una semana antes del parto te contaba como ella tuvo 20 horas de dolores antes de que le hicieran una cesárea y como no le pusieron bien la anestesia, etc. O esa tía mayor que te cuenta que igualito le pasó a fulanita y luego el niño se quedo tonto. No importa lo que les consultes te dirán «Eso no es nada!» y contarán una nueva historia de niños que parecen poseídos, canguros psicópatas, enfermedades misteriosas y mortales, etc. Su intención es quitarle hierro a lo que te preocupa pero, ni te ayudan ni te tranquilizan, generalmente el efecto es el inverso, te empiezas a preocupar por cosas que ni te habías planteado. Mejor no contar con ellos.
Los super expertos son incluso peores. Los super expertos te miran con extrañeza y te sueltan algo como «no lo sé, Pepito dormía toda la noche desde que nació!» o » María dejó el pañal a los 8 meses, un día fue sola al baño y ya». Ya sea que sean hipercompetitivos y mientan compulsivamente o que sus hijos sean realmente así de perfectos y repelentes, solo te harán sentir incompetente y no te darán ningún truco útil.
Madre primeriza, ¿qué hacer con tu bebé recién nacido?
Respira hondo. La humanidad ha sobrevivido a través siglos de glaciaciones y pestes, guerras y hambrunas, épocas de ignorancia superstición y poca higiene. No te la vas a cargar tú.
Los niños son mucho más fuertes de lo que parecen. Uno de los ejemplos más impresionantes de la estámina del recién nacido ocurrió en el terremoto de ciudad de México en 1985. De las ruinas del Hospital Juárez y del derrumbado piso de ginecología del Hospital General de México se rescató con vida a gran parte de los recién nacidos, muchos de ellos en incubadoras, hasta siete días después del terremoto Proporcionalmente sobrevivieron más bebés que adultos. Son vulnerables, claramente, y dependientes, pero ese aspecto adorable y frágil es un truco de marketing, una presentación diseñada para apelar a nuestros instintos de protección.
Lo primero que tienes que saber es que, sí, volverás a dormir, y que sí, eres capaz de hacer esto. Lo segundo es que cada niño es diferente y tiene su propio ritmo de desarrollo y que el espectro de la edad normal para cada cosa es bastante amplio.
Acostúmbrate, los bebés lloran
Para comenzar un bebé recién nacido puede hacer muy pocas cosas: comer, dormir, mojar el pañal, ensuciarlo, toser, estornudar, escupir, eructar pero sobre todo llorar. Por enervante que resulte para los padres, el llanto es el único vehículo de comunicación del bebé. Un bebé llora por lo evidente, hambre, frío, calor, sed, dolor, pero a veces aunque estén cubiertas esas necesidades sigue llorando sin razón aparente para desconcierto de los padres.
Los niños muchas veces lloran porque tienen sueño, tienen tanto sueño que no pueden dormir. Nos pasa también a nosotros. Si los tomamos en brazos y los consolamos, en lugar de ayudarlos estamos impidiendo que duerman y, por ende, que dejen de llorar. Los niños, en ese caso, necesitan protestar y, tras llorar un poco, se duermen. Si no los dejamos hacerlo solos, si los dormimos en brazos, por ejemplo, no adquirirán la importante capacidad de autoconsolarse, que es parte de su desarrollo emocional.
Otra causa de llanto que los padres no sospechan es la tensión. Si el día ha sido muy movido o hay mucho follón a su alrededor, puede que el bebé necesite desahogarse, de la misma manera que los adultos necesitamos contarle a alguien qué mal día hemos tenido. En ningún caso se debe dejar al bebé llora más de veinte minutos; si sigue llorando con igual intensidad puede ser que necesite otra cosa.
Bebés activos, promedio y tranquilos
El eminente pediatra T. Barry Brazelton dice en su libro Infants and Mothers que los niños se separan en tres grandes grupos: los bebes activos, los promedio y los tranquilos.
– Los bebes activos tienden a ser precoces en su desarrollo psicomotriz. Lloran bastante más que los otros dos y duermen bastante menos, comen con mucho apetito, incluso cuando no tienen hambre se chupan los puñitos, se dan la vuelta muy pronto, se sientan, gatean y caminan antes de la edad promedio. Suelen ser traviesos y arriesgados, pero también sociables, risueños y alegres pero tienen algo de genio y tienden a hacer berrinches.
– Los niños promedio son los que menos preocupaciones dan a los padres. Siguen todos los parámetros de los libros, no dan mayores problemas de conducta, son alertas y de carácter equilibrado; duermen y comen bien, se sientan, caminan y gatean cuando les toca. Siguen el guión oficial, vamos.
– Los niños tranquilos son una delicia porque duermen fenomenal desde muy pequeños, pero preocupan a sus padres por otras razones. «No se ha despertado a comer, ¿le habrá pasado algo? ¡Vamos a ver si respira!» A veces se quedan dormidos a mitad de una toma y no hay manera de que terminen de comer. De hecho, no comen mucho, lo que constituye otro motivo de preocupación para los padres «¿se estará alimentando?». Mientras ganen peso y se desarrollen con normalidad no hay que preocuparse, es cuestión de temperamento. Son niños tranquilos, con buen carácter pero poco dados a explorar. Obedientes, amantes de las rutinas, puede que se tomen un poquito más para alcanzar los hitos de psicomotricidad pero no porque les pase nada o sean menos listos, simplemente no les interesan. Suelen ser muy observadores y más bien aprender a hablar antes que el promedio.
Activo, tranquilo o promedio, lo cierto es que todos irán alcanzando una serie de etapas de desarrollo hasta llegar a los dos años hablando y caminando para dejar de ser un bebé y ser ya un niño pequeño, cada cual a su ritmo.
Consejos de manual instrucciones para padres primerizos
– ¿Conoces a alguna persona perfectamente normal? ¡Exacto! Tu hijo es único, perfecto e irrepetible tal como es. No tardarás mucho en diferenciar que significa cada llanto y en conocer tu hijo.
– Las comparaciones son odiosas y no tienen ningún valor pedagógico. Compara a tu hijo consigo mismo. Mide su progreso en relación al mes anterior, no con relación a otros niños. Es un hábito educativo que todo padre debe adquirir, cuanto antes mejor.
– En caso de desesperación, siempre está tu madre, recuerda que tú sobreviviste a sus cuidados y no saliste tan mal.
– Busca información sobre el desarrollo del bebe en libros y revistas especializadas y consulta cualquier duda con tu pediatra. Mientras mejor informada estés, menos te confundirán los consejos opuestos y más segura te sentirás.
Marisol Nuevo Espín
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