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10 consejos para ser una familia tecnológica feliz

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Nuestras vidas están rodeadas de tecnología. En el trabajo, el colegio, el coche y, por supuesto, en casa. Quien más y quien menos tiene en su hogar un ordenador de mesa, un portátil, una tableta, una videoconsola, un smartphone o varios aparatos a la vez y con conexión a Internet.

Los niños tienen todos estos dispositivos a su alcance, apenas tenemos que enseñarles a usarlos, porque nuestros nativos digitales lo hacen casi de manera intuitiva. Sin embargo, en lo que tenemos que poner nuestros cinco sentidos en enseñarles a cómo utilizarlos bien.

Decálogo para ser una familia digital feliz

Lo más difícil de todo esto no es aprender a manejar los aparatos, sino que todos en nuestra familia sepan utilizarlos con criterio. Por eso proponemos un decálogo de consejos que pueden ayudar.

1. Educar con el ejemplo. Los adultos son la referencia y los niños imitan todo lo que ven. Por eso, la mejor enseñanza sobre cómo hacer uso de la tecnología está en el ejemplo. Si queremos saber cómo van a comportarse los niños ante un ordenador basta con fijarnos en cómo lo hacen sus padres. Si un padre de familia está consultando el correo y el valor de cotización de sus acciones cuando toca poner la mesa, lo más seguro es que su hijo termine haciendo lo mismo pero cambiando el correo por el chat de las redes sociales o las cotizaciones por un juego.

2. La tecnología no es un fin. Es una herramienta que nos permite disfrutar a través de los sentidos, pero no es lo más importante de nuestra vida. Ni siquiera lo segundo más importante. En la medida en que tratemos a la tecnología como un medio para otros fines (divertirse, aprender, trabajar, comunicarse*), ésta ocupará un lugar en nuestra vida que no entrará en conflicto con nuestros deberes y nuestra vida familiar.

3. Corresponde a todos. Proponiendo nuestras preferencias alcanzaremos juntos un criterio que nos permita elegir siempre bien, tanto los contenidos como los horarios. Los padres deben desarrollar unas pautas y deben supervisar, pero todos pueden participar de alguna manera.

4. Todos cumplimos las normas. Es fundamental establecer normas de uso de la tecnología en casa. Desde qué contenidos se pueden ver hasta quién puede usar ciertos aparatos, debemos implantar unos criterios claros y sencillos para toda la familia. Sólo así conseguiremos un uso eficaz y maduro de la tecnología en casa.

5. La tecnología tiene un espacio. Conviene colocar las pantallas a la vista de todos. Así, entre otras cosas, favorecemos el uso compartido y responsable.

Antiguamente esto era más fácil, ya que sólo existían los ordenadores de mesa. Ahora en cambio tenemos portátiles, netbooks, tabletas, teléfonos móviles, etcétera. Con estos aparatos es más natural cambiar de habitación. Pero precisamente por eso es más importante darle un espacio a la tecnología: dejar claro dónde se puede utilizar y dónde no queremos que se maneje.
Aunque al principio pueda resultar costoso, asignando un lugar para la utilización de la tecnología evitaremos el uso excesivo en solitario, una mala elección de contenidos, la falta de sueño, etc.

6. La tecnología también tiene un horario. Conviene establecer un horario que nos ayude a utilizar la tecnología con moderación, sin malgastar el tiempo. Al entrarnos por la vista y presentarse siempre de forma atractiva, los contenidos tecnológicos absorben tanto nuestra atención que a veces no nos damos cuenta del paso del tiempo. Pero no debemos permitir que nos quite horas de sueño, que retrase el horario de las comidas en casa, que no nos deje tiempo suficiente para hacer los deberes o que nos arañe minutos que debemos dedicar a nuestra familia o nuestras amistades. Un horario de uso en casa nos facilitará enormemente la convivencia entre todos y con la tecnología.

7. Contenidos apropiados. Antes de comenzar a usar la tecnología tenemos que saber qué contenidos vamos a ver y si son adecuados para nuestra edad. Lo mismo que no dejamos que nuestros hijos hagan zapping en la tele «a ver qué hay», tampoco debemos dejarles hacer zapping en Internet, a ver qué encuentran.

Los padres deben estar al día en la medida de lo posible sobre estos contenidos. Porque no todos los videojuegos son apropiados para cualquier edad, ni todas las páginas web. Eso no significa que deban estar presentes cada vez que un hijo enciende el ordenador. Pero si deben saber qué hacen, preguntar a sus hijos, comentar las cosas con ellos y, en definitiva, ayudarles a tener un criterio que puedan utilizar después autónomamente.

8. Nos protegemos. ¡No sólo son enemigos los virus! Posiblemente sea el enemigo menos importante. Existen otros contenidos que debemos evitar y para eso tenemos que defendernos tanto con antivirus como con filtros. En el mercado existen muchos y muy buenos; algunos de ellos gratuitos.

Los filtros nos protegen a todos, no sólo a los más pequeños. Por desgracia, Internet cobija millones de páginas web que contienen pornografía, violencia, consejos de salud erróneos y contenidos muy poco adecuados* No es difícil toparse con algo de esto sin buscarlo. Por eso un buen filtro nos evitará problemas mayores y nos dará más tranquilidad a todos a la hora de navegar. La mayoría de filtros pueden configurarse, de modo que aplique unos criterios para usuarios adultos y otros para niños.

9. ¡Juntos es más divertido! Compartir la tecnología hace que sea más entretenida y que nos entretenga a todos. Hoy día hay una enorme oferta de contenidos pensados para participar en grupo y la mayor parte de las videoconsolas permiten interactuar a varios jugadores simultáneamente. Un uso moderado, dentro del horario previsto, bajos unas normas y en el lugar apropiado, conseguirán que toda la familia disfrute.

10. Existe el más allá… de la tecnología. Además de la tele, el ordenador, el móvil y los videojuegos, hay muchas otras formas -compatibles con la tecnología- de pasárselo bien, tanto en casa como con los amigos. Conseguir un equilibrio entre todas estas cosas es el objetivo y no hay que pensar que es algo difícil. Muchas familias lo consiguen cada día siguiendo estos 10 consejos y otros que seguramente faltarán y, sobre todo, con mucho sentido común.

Jaime Sánchez-Carpintero

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