Ninguna persona busca aburrirse. La diversión es un objetivo al que todos quieren aspirar y pasar grandes experiencias. Sin embargo, este estado puede reportar grandes beneficios a quienes pasan por él. El tedio que en algunas ocasiones aparece en la vida de los niños tiene mucho que ofrecerles tal y como explica Sandi Mann, profesora de Psicología en la Universidad Central de Lancanshire.
Aburrirse es una invitación a buscar un plan alternativo, a estimular la mente para conseguir el efecto contrario: divertirse. Para esta especialista este sentimiento negativo que hace entrar en una fase de apatía es una buena puerta para estimular la imaginación, por ello se recomienda a los padres permitir que de vez en cuando sus niños experimenten este tedio con el fin de darles la oportunidad de ser más creativos.
Usar la cabeza
Mann explica en una de sus investigaciones que el aburrimiento es un arma de doble filo. Es cierto que en algunas ocasiones puede conducir a un uso de la imaginación para encontrar la salida a este estado. Pero en otras la válvula de escape puede ser muy perjudicial. Para ello pone el ejemplo de las personas que comen de forma impulsiva al sentirse así.
En esta investigación la psicóloga concedió a varios participantes tareas aburridas para completar y luego les pidieron que usaran su pensamiento creativo para tratar dar un uso nuevo a una taza de plástico. Aquellos a quienes se les había encargado la labor más tediosa sugirieron el empleo más interesante de este objeto. Para la psicóloga el aburrimiento alienta a la mente de las personas a vagar, llevándolas a formas de pensar más asociativas y creativas.
La mente puede ser la respuesta al aburrimiento, en ella se puede encontrar aquello que se busca. Soñar despiertos y dejar volar la imaginación despierta al subconsciente. Algo que activa la creatividad, haciendo ver las cosas de forma diferente haciendo que el niño sea capaz de inventar soluciones imaginativas a esta situación tan tediosa.
La sobreestimulación
Mann también señala que en la actualidad la sociedad «no sabe aburrirse». En un mundo dominado por las nuevas tecnologías los niños viven en una situación de sobreestimulación, algo que los conduce a buscar constantemente estas ‘píldoras antiaburrimiento’. Desde muy pequeños los más pequeños se les expone a estímulos que no necesitan, negándoles la oportunidad de encontrar la solución a su estado de tedio.
Los niños se están acostumbrando a un ambiente muy intenso e hipersestimulado donde todo cambia y se mueve muy rápido. El cerebro se ha adaptado a este contexto y ante la falta de estímulos, aparece ante ellos una ansiedad. Para Mann este nuevo contexto está criando menores con un nivel muy bajo de tolerancia al aburrimiento. Cada vez van a necesitar más estímulos para llegar a los niveles que requieren y no superar esta sensación de tedio.
Ante esta situación sólo cabe incentivar otras actividades en los más pequeños de la casa. Prácticas que fomenten su imaginación y para ello nada mejor que un folio en blanco y una caja de ceras de colores para dibujar o un lápiz para escribir una apasionante historia. Dejar volar la imaginación y de esta forma evadirse del tedio. También es recomendable realizar tareas intelectuales para fomentar el razonamiento. Es decir, no depender de todos estos estímulos para poder conseguir solucionar el aburrimiento sino encontrar la solución en la mente.
Damián Montero
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