Los ataques o agresiones visualizados y distribuidos a través de internet y las redes sociales son complejos, difíciles de detectar y su presencia es cada vez más frecuente entre nuestros menores. Recientemente, se dio a conocer en televisión uno de estos casos en Tarifa, municipio español de la provincia de Cádiz. En el vídeo emitido se podía ver como una adolescente se ensañaba cruelmente con otra, mientras el ataque era grabado con el teléfono móvil. Esta conducta se conoce con el nombre de happy slapping («paliza feliz»).
Del mismo modo, resulta curioso que estos comportamientos se pueden observar en las reuniones multitudinarias que mantienen los jóvenes fuera de los recintos o entornos escolares, en las que decenas de ellos se agolpan alrededor de una pareja de chicos que se enfrentan entre sí, simulando una lucha que, en muchas ocasiones, acaba en una batalla real.
Estas reuniones son cada vez más habituales, jaleadas por los asistentes, en un clima totalmente enfervorecido, y en el que el «espectáculo» es publicado en tiempo real en las redes sociales.
Estas agresiones, más frecuentes y en sus diferentes formas, son difíciles de detectar, especialmente cuando pasan de un hecho esporádico y concreto a otro continuo, repetido y duradero en el tiempo, ya que podríamos encontrarnos ante supuestos de ciberacoso escolar o ciberbullying.
Cómo detectar el acoso tecnológico
En este sentido, la detección del acoso tecnológico es más difícil que el acoso físico o tradicional, básicamente por varios motivos:
En primer lugar, la existencia del anonimato que posibilita internet dificulta la identificación del responsable del acoso y autor o autores de la conducta.
En segundo lugar, es complejo determinar con precisión la constancia de estos ataques, ya que para a denuncia y persecución de estas conductas es necesario probar la duración, repetición y continuidad en el tiempo de estas agresiones.
En tercer lugar, el mundo digital de los menores es un entorno que los adultos desconocemos y no tenemos formación suficiente.
En cuarto lugar, para comprobar la existencia de actos de hostigamiento en la Red se requiere el acceso a los dispositivos móviles de los menores y, por tanto, el conocimiento de sus contraseñas; dificultad clara y manifiesta de la que son conscientes muchos padres.
Por otra parte, todos estos motivos u obstáculos que encuentran los padres, adquieren una especial importancia cuando se opta por la denuncia judicial y comunicación de los hechos delictivos ante los juzgados, en base a la existencia de conductas como lesiones, amenazas, coacciones, etc, recogidas en el código penal como delitos o faltas.
Pautas para fundamentar demandas por ciberbullying
En este sentido, los progenitores han de tener en cuenta una serie de pautas y recomendaciones si desean que prospere con éxito la interposición de sus demandas, en los casos que se precise y sea necesario.
De lo contrario, se generarán una serie de expectativas alejadas de la realidad, con lo que la persecución del delito y la identificación de los responsables de los actos de acoso, ya sea físico o tecnológico, no será posible.
Ahora bien, indiscutiblemente los padres podemos apreciar y comprobar la presencia de diferentes señales de alarma que nos ayudarán a identificar precoz y preventivamente los claros indicios de que nuestros hijos pueden estar sufriendo ataques o agresiones electrónicas, de tal forma que nos sirvan de base para fundamentar las futuras denuncias que deseemos plantear, llegado el caso y si así lo estimamos oportuno:
1. Nuestro hijo deja de usar repentinamente el ordenador, tablet o dispositivos móviles, sin ninguna justificación aparente.
2. Muestran actitudes de nerviosismo cuando se encuentran frente al ordenador, móviles o videoconsolas.
3. Manifiestan conductas irascibles, depresivas o de frustración después de usar cualquiera de estos elementos tecnológicos.
4. Evitan o evaden cualquier conversación sobre lo que están haciendo en el mundo digital.
Ricardo Lombardero Calzón. Abogado, Mediador y Coach. Cofundador de Lomber Soluciones Cyberbullying.
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