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10 ejercicios para ayudar a los niños a expresarse

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Los niños de 4 a 6 años pueden ser oradores a pequeña escala, solo hay que darles cancha. Y es que para enriquecer la expresión verbal de los niños, al menos antes de los cinco o seis años, hay que darles oportunidades para que se expresen realmente favoreciendo un clima de preguntas y conversaciones, donde se puedan sacar temas nuevos y puedan manifestar deseos.

Por eso, hay que enriquecer la experiencia de los niños y alimentar su curiosidad porque así, con toda naturalidad, se emplearán palabras nuevas, verbos de acción, etc. Este método natural consiste en favorecer al máximo la expresión de los niños, en hacerles hablar. Con el manejo frecuente de la lengua en circunstancias múltiples, la expresión espontánea se afina, se depura, se estructura y se enriquece.

Hoy en día, el dominio de los diferentes tipos de lenguaje se ha convertido en algo imprescindible para la vida escolar y profesional, como también para la rutina cotidiana. Así pues, el aprendizaje de la expresión oral y escrita es un momento capital en la vida del niño.

Baño de lenguaje

Es muy importante zambullir literalmente a los hijos en un baño de lenguaje o, lo que es lo mismo, que todas las actividades realizadas en común sean un pretexto para hablarle de lo que hacemos; por ejemplo, mientras le preparamos la comida podemos decirle: «Ahora haremos patatas fritas, primero pelamos las patatas y luego las cortamos».

La estimulación verbal es básica; hay que hablar al niño, hablarle mucho (sin agobiarle) y con la mayor sencillez posible, en cualquier momento del día, por ejemplo, en el baño, al acostarle, durante el paseo, etc. para que aprenda a expresarse. Alternando los momentos de estimulación podemos dejar que el niño hable solo, lo cual le permitirá explorar libremente sus posibilidades vocales.

10 ejercicios para ayudar a los niños a expresarse

1. Hablar solo
Nuestro hijo tiene algo personal que decir, por lo que debemos mostrarnos especialmente atentos cuando comience a hablar de cualquier cosa. Por este motivo, le dejaremos que hable solo (cuando dibuja, con sus muñecos), pues le permite explorar sus posibilidades vocales. El niño que habla, sale de sí mismo, proyectando las imágenes y emociones que constituyen la trama de su pequeña vida interior.

2. Experiencias nuevas
Podemos procurar a nuestro hijo experiencias nuevas para que exprese esa situación de modo espontáneo con exclamaciones, interjecciones, alegría, etc. La vida cotidiana oculta centenares de motivos de interés: columpiarle, cogerle en brazos, un acuario, un animal nuevo, etc. Cuando algo le interesa, el lenguaje es realmente un medio de expresión.

3. Ambiente afectivo
En los niños de estas edades, la expresión está impregnada de afectividad y por ello, el ambiente en el que vive es de importancia primordial. Podemos fijar unos momentos al día en que mostrarle explícitamente ese afecto con caricias, juegos, etc. Buscamos que se exprese espontáneamente, que con confianza ría y hable, gracias al clima desarrollado en el hogar.

4. Juegos de grupo
Todos tenemos la experiencia que hablamos con más gusto cuando nos reunimos con un grupo de amigos. Para los niños, la necesidad de grupo aparece progresivamente, pero ya podemos procurar que se relacionen en sus juegos con otros chicos y se expresen. Podemos, por ejemplo, observar un poco separados cómo se comporta con otros amiguitos de su edad, si les habla, si se junta con ellos.

5. Tertulias familiares
La costumbre de las tertulias familiares es un buen hábito, que además sirve para estimular la expresión verbal, pues imbuyen a los hijos en el gusto de la conversación. Procuremos que estén presentes en esos ratos de tertulia tranquilos, dirigiéndonos a ellos de vez en cuando.
No importa que no pongan atención y estén jugando con un muñeco, por ejemplo.

6. ¿Tú cómo lo harías?
Para ayudar a nuestro hijo a expresarse, podemos hacerle participar en las distintas situaciones o actividades de casa o del colegio. A la hora de colocar unos libros, a la hora de ordenar la ropa, de recoger unos juguetes… podemos dirigirnos a él y preguntarle. Lo de menos son las soluciones que nos dé; lo importante es animarle a involucrarse y a expresarse.

7. Hermanos y primos
Es indudable que un niño habla bien en una familia de la que es centro, pero es todavía más favorecido el hijo menor de una familia numerosa en la que la vida es intensa y se capta el mundo a través de padres, hermanos y hermanas. Por eso, podemos intentar que nuestro hijo juegue con el mayor número de primos, hermanos, amigos, etc. El vocabulario será más rico, aunque tal vez menos protocolario.

8. Contestar a las preguntas
Hay muchas situaciones cotidianas que podemos aprovechar para estimular la expresión verbal. Cuando salgamos de paseo o cuando vengan visitas a casa, será normal que se dirijan a nuestro hijo con alguna pregunta. No debemos contestar por él ni apremiarle, sino que responda como quiera. Hay algunos chicos que son más tímidos y les cuesta más expresarse.

9. Hablarle claramente
Los niños imitan los modelos que encuentran y nosotros somos los más cercanos. Por eso, debemos esforzarnos por hablarle claramente. Es mejor una hora de lenguaje coherente, con frases bien construidas, pronunciación clara y pausas marcadas, que todo un día de verborrea ininterrumpida. Hay que hablar con naturalidad y sin afectación.

10. Cuentos entonados
Un ejercicio divertido que estimulará a nuestros hijos en su expresión verbal consiste en leerle cuentos, entonando especialmente las frases: las admirativas, las interrogativas, haciendo bien las pausas… Tiene que ver con los modelos que necesita nuestro hijo para imitarlos.

A estas edades, se trata sobre todo de que se los leamos nosotros, pues ellos estarán aprendiendo a leer.

Beatriz Bengoechea. Psicóloga y orientadora familiar

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