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El riesgo vital de combinar alergia alimentaria y bullying

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Los niños con alergia alimentaria tienen más posibilidades de sufrir bullying que los alumnos no alérgicos, según advierte la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP). Ante la vuelta al cole, la SEICAP reclama más seguridad para estos menores, no solo por el riesgo de reacciones anafilácticas en el entorno escolar, sino por las mayores posibilidades que tienen de sufrir intimidaciones, aislamiento y rechazo.

Entre un 4 y un 8% de la población en edad escolar española tiene alergia alimentaria, cifras que van en aumento, según datos de SEICAP. «Estos niños sufren un fuerte impacto en su calidad de vida como consecuencia de las dietas de eliminación que han de seguir, que les genera estrés y ansiedad por evitar una ingesta accidental, pero también les conduce al aislamiento social y al rechazo«, indica el doctor Luis Echeverría, coordinador del Grupo de Trabajo de Alergia Alimentaria de la SEICAP.

Alergia alimentaria y bullying, una combinación de riesgo vital

Se trata de menores que «asisten a las fiestas con mucha precaución, comen diferentes cosas que el resto dentro del comedor o no pueden llevarse determinados tentempiés para la hora del recreo. Esto lo conocen los demás y suelen utilizarlo en su contra, lo que puede convertirse en algo muy serio si desde el colegio no se interviene, pues puede haber riesgo de anafilaxia grave«, advierte.

Un reciente estudio de revisión publicado en Journal of Paediatrics and Child Health concluye que existe una mayor prevalencia de intimidación y bullying en niños alérgicos a alimentos, en comparación con la población general, y que más de un 30% de ellos han denunciado haber sido acosados en algún momento debido a su problema.

El trabajo publicado en Journal of Paediatrics and Child Health indica que las formas de intimidación a los compañeros con alergia alimentaria suelen consistir en bromas, en tocarles con el alimento al que son alérgicos o contaminar su comida de forma intencionada con el mismo. El pasado mes de julio un niño de 13 años con alergia a los lácteos murió en un colegio de Londres tras comerse un sándwich con queso, obligado por un compañero.

El bullying es cada vez más visible en la sociedad española. De hecho, en 2016 la Fundación ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo) registró 1.207 casos de acoso escolar reales. «Es fundamental que desde la escuela se trabaje en medidas de prevención y educación que garanticen un entorno seguro para todos los niños y, en especial, para los que tienen alergia alimentaria puesto que en estos casos una broma pesada o una humillación puede acabar en desgracia«, asegura el doctor Echeverría. Además de establecer un protocolo para las comidas y de actuación en caso de emergencia, para evitar que se sientan aislados, «debería intentarse minimizar la separación de los alumnos alérgicos a alimentos del resto de sus compañeros en comedores, fiestas o excursiones», añade.

Sentimiento de vergüenza en adolescentes

El estudio mencionado, realizado en Norteamérica, Canadá, Italia y Japón, concluye también que los niños y adolescentes alérgicos a alimentos pueden estar en mayor riesgo de dificultades socioemocionales y de desarrollo, más aislamiento social y sentimientos de depresión o ansiedad. «Suelen tener vergüenza, se sienten diferentes a todos los demás y excluidos debido a sus alergia alimentarias«, comenta el doctor Antonio Martínez Gimeno, coordinador del Grupo de Trabajo de Alergia en el Adolescente de la SEICAP.

Los adolescentes con alergia a los alimentos suelen reconocer que el aislamiento social es lo más preocupante de su enfermedad. «Hay casos en los que la alergia se resuelve de manera espontánea en la primera infancia. Sin embargo, muchos llegan a la adolescencia con ellas, lo que supone un hándicap en sus relaciones sociales, que empiezan a evolucionar en esta etapa», advierte el doctor Martínez Gimeno.

Según este especialista, a diferencia de los más pequeños, los adolescentes suelen eludir su enfermedad y contársela solo a sus mejores amigos. «Suelen sentirse diferentes, culpables por estropear fiestas por ejemplo y un estorbo, piensan que causan molestias o problemas al resto y perciben desconocimiento de los demás con respecto a su problema», afirma. Por otro lado, «hay que tener en cuenta que cuantos más alimentos estén implicados en la alergia, mayor será el impacto sobre la calidad de vida de estos menores», concluye.

Marina Berrio
Asesoramiento: doctor Luis Echeverría, coordinador del Grupo de Trabajo de Alergia Alimentaria de la SEICAP

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