Es verano, no hay que ir a clase y los madrugones quedan un poco en el aire. Por lo que el niño se siente con mayor libertad a la hora de decidir a qué hora se marcha a la cama. En esta época del año es más típico ver cómo los más pequeños se acuestan tarde para quedarse viendo una película o jugando hasta altas horas de la noche que durante el curso no hubieran pensado conocer.
De hecho, en muchos casos mandarlos a la cama puede dar lugar a un conflicto porque los más pequeños quieren quedarse despiertos para jugar en lugar de dormir. Sin embargo, las horas de descanso no son ningún objeto de negociación y aun en vacaciones debe respetarse un horario. Por eso, hay que saber cómo conseguir que el menor se acueste sin dar lugar a ningún berrinche o pelea previa.
Nada de negociaciones
Los padres deben mantenerse firmes en su decisión de mandar al niño a la cama y no permitir negociaciones. Nada de ‘un capítulo más’, o ‘sólo 10 minutos más’ ya que al final estos permisos terminan convirtiéndose en más tiempo del que en principio se acordó. Es hora de dormir y nada puede alterar eso, ya habrá tiempo para ver esta película o esa serie.
Para ello lo mejor es proponerle alternativas a estos planes. Por ejemplo, antes de dormir se puede apostar por una rutina como la lectura o la charla en familia, actividades más fáciles de pausar y que no ocasionarán tanta pela por su finalización. Por supuesto, no se le debe permitir permanecer en su cuarto haciendo uso de videojuegos u ordenadores ni otros terminales.
Otra opción es hacerlo sentir como un ‘niño grande‘. Todos los mayores se van a la cama, por ello él también se va porque ya no es pequeño. Incentivarlo a comportarse de esta forma ayudará a que sea él mismo quien decida irse a la cama por sus propios medios y no por obligación de los padres.
Evitar los desmadres
La falta de horarios en verano no solo puede dar lugar a que se trastoque el horario de sueño, también puede ocasionar que el niño se desmadre en cuanto a su comportamiento. Estas son algunas normas que debes tener en cuenta:
– El ambiente y sus estímulos. En ocasiones, durante algún viaje especialmente, el niño se expone a demasiados estímulos como ruidos, idiomas que no entiende, una zona que no conoce, etc. Esto puede sobrexcitarlos y genera el mal comportamiento, asegúrate de calmar al niño si empieza a dar estos síntomas como por ejemplo contando una historia interesante de este destino.
– Los horarios. Los niños no son capaces de autogestionar su tiempo y falta del horario que impone el colegio, debe ser reemplazada por los padres. Asegurarse de que hace alguna actividad intelectual no solo lo ayudará a repasar antes de empezar el colegio, también lo mantendrá ocupado y alejado del mal comportamiento.
– La importancia del sueño. Hay que procurar que el niño siempre acuda a la cama al mismo tiempo. Aunque no haya colegio al día siguiente, la hora de dormir debe ser la misma casi siempre y de este modo hacer que el cuerpo del niño entre en estado propicio al descanso al acercarse este momento.
– No siempre obtendrá lo que quiere. El verano es época de barbacoas, visitas a la piscina o comidas en familia. Las vacaciones permiten que la familia pueda entregarse más a estas formas de ocio en las que el niño obtiene a menudo caprichos como helados, tartas o golosinas. Pero hay que recordarles que esta concesión fue puntual y que no siempre que quiera va a recibir estos artículos.
Damián Montero
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