‘¿Por qué no te pareces más a tu hermano?’ Las comparaciones son odiosas, pero esta frase es repetida por muchos padres cuando ven que sus hijos se comportan mal y ponen como ejemplo a otro miembro del hogar. ¿Hay algo que explique que estos niños se comporten de esta forma y no actúen como cabría esperar de ellos? Según la ciencia el orden del nacimiento podría explicar estas actitudes.
Concretamente, un estudio del Massachusetts Institute of Technology, MIT, señala que los segundos hijos tienen entre un 20 y un 40% más de probabilidades de manifestar comportamientos problemáticos que los primeros. Fracaso escolar, actitudes más rebeldes y una mayor reticencia a aseguir las normas son algunos de los elementos que se detectaron en estos niños.
Distintos modelos de educación
Los investigadores del MIT analizaron los datos de los nacimientos desde la década de los 60 hasta el año 2010 en Dinamarca y Florida. El objetivo era encontrar diferencias en la salud de los hermanos o el nivel educativo de las escuelas a las que acudían los niños. Evidencias que explicasen estos distintos comportamientos, aunque sin embargo las pruebas que hallaron se relacionaban directamente con el comportamiento de los padres.
En el caso de los primogénitos, los padres dedicaban más tiempo al cuidado de los hijos y se implicaban más en su educación. Con la llegada del segundo niño, la experiencia que tenían en la crianza de un menor les hacía tener un comportamiento más relajado y despreocupado respecto al primero. Esto hace que la implicación de los progenitores sea menor y que pueda darse lugar a una mayor independencia y rebeldía en estos pequeños.
Además, Joseph Doyle, director de esta investigación expresó que en estos dos casos existen diferencias en cuanto a los modelos a seguir. En el caso del primogénito, la única figura que da ejemplo es la de los padres, un comportamiento más adulto que sirve como referencia. Por su parte, los segundos hijos, tienen frente a ellos un individuo más infantil.
«Los primogénitos tiene modelos a seguir, que son los adultos. Los niños nacidos en segundo lugar, en cambio, tienen modelos un poco irracionales de dos años, es decir, sus hermanos mayores. La dedicación de los padres es distinta y la influencia de los hermanos probablemente también influye en estas diferencias», concluye Doyle.
El orden del nacimiento
Este no es el primer estudio que trata de averiguar cómo influye el orden del nacimiento en el comportamiento de los niños. Kevin Leman, autor de The Birth Order Book, destaca que el orden de llegada de los menores influye de forma muy singular en el desarrollo de los más pequeños de la casa. Ser el mayor, el mediano o el pequeño tiene efectos significativos en la forma de enfrentarse a la vida de los niños en casa.
Si habitualmente el mayor presenta una personalidad de liderazgo, los hijos medianos no tienen tan bien definido su perfil. Leman expresa que en estos casos los niños que nacen después del primer rellenan el hueco dejado por sus predecesores. Si estos se comportan como una extensión del liderazgo paternal, los medianos serán más rebeldes y se opondrán a las normas de los padres.
Eso sí, Leman expresa que suelen ser los más independientes. Tras ellos llegan los hijos pequeños, lo que supone la pérdida de atención por parte de sus padres. Esta situación de estar entre el primogénito y de los mayores hace que busquen este cariño, que creen que les falta, en su círculo de amigos.
Por este motivo, se recomienda a los padres no olvidarse de ellos cuando lleguen los más pequeños. Una técnica que este autor aconseja es hacerlos partícipes del cuidado de los niños menores y participar en actividades con el primogénito para que afiancen el concepto de familia y no se sientan excluidos del hogar.
Damián Montero
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