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Los suspensos, ¿una tragedia para los padres?

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Si algo está claro, es que ante las malas notas de los hijos, los padres nos solemos sentir indirectamente responsables. Sin embargo, instintivamente les decimos frases como: ¡estás todo el verano castigado!, ¡eres un vago! Son los suspensos ¿una tragedia para los padres? En ocasiones, muchos lo ven así y para no dramatizar lo más importante es llegar al origen del problema.

Guía para padres desesperados por los suspensos

Lo verdaderamente importante ante la llegada de los suspensos en junio es no dramatizar, pues no aprobar todas las asignaturas en junio no significa que el niño vaya a fracasar en la vida, sino que necesita ayuda. Sólo hay que recordar que a lo largo de la historia ha habido grandes genios que no destacaban en la escuela precisamente por su brillantez.

No aprobar todas las asignaturas no significa que el niño vaya a fracasar en la vida, sino que necesita ayuda. Como padres nos debemos esforzar por ir al origen de los suspensos de los hijos y no quedarnos simplemente en los resultados. Le ayudaremos a elaborar un horario donde habrá tiempo para estudiar, ayudar en casa y descansar.

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La actitud de los padres ante los suspensos de sus hijos

Sigue confiando en él, que no es confiarse. «Empezaré a confiar en mi hijo cuando apruebe». Esta postura es comprensible pero bloqueante; así no se arregla nada. En el fondo, quiere agradaros y ser buen estudiante. Dadle otra oportunidad y a la vez, organizar las cosas para que aproveche la ocasión que se le brinda.

Reconoce sus esfuerzos. En las tinieblas del fracaso, surgen pequeños chispazos de éxitos: sentarse a estudiar por sí mismo, permanecer sentado más tiempo del habitual… Hazle ver que te alegras. Quizás baste con una sonrisa, un sutil gesto de cariño que no enfurezca al gruñón adolescente. Si te propones elogiar, sé sincero. No digas que es bueno lo que es malo, tu hijo no es tonto. Lo de incondicional es importante, si añades un pero a un elogio ya no es un elogio.

5 consejos para ayudar a tu hijo a superar los suspensos

Al reforzar los aspectos positivos, tu hijo se esforzará cada vez más en ofrecerte lo que refuerzas.

1. Elogia los esfuerzos, no las capacidades. Decir: «Hijo mío, qué listo eres», sólo sirve para alimentar la vanidad. Sin embargo, decir: «Estoy muy contento de ver cómo has estudiado esta tarde», invita a seguir esforzándose.

2. Que se sienta comprendido. Comprender no significa que haya que justificar. Cuando le comprendas sentirás paz en tu interior y eso será lo que le transmitirás. Sólo desde la paz y la confianza se avanza seguro hacia el éxito.

3. Lucha con tu hijo, no en contra de él. Hazte su aliado, dile que lo superaréis juntos. Tu actitud de desafío debes dirigirla contra las causas y no contra las personas que sufren las consecuencias.

4. Actúa para lograr el éxito, no para evitar el fracaso. Cuando te esfuerzas por defender lo que quieres, te mueves por la esperanza y el amor, pero cuando centras tus esfuerzos en evitar el fracaso, te mueves por el miedo y la ansiedad. El miedo debilita pero el amor te fortalece.

5. Evita estresarte. Unos padres estresados solo refuerzan en el hijo la idea de que estudiar es un castigo. Un buen comienzo es reconciliarle con el sentido que tiene el estudio.

Aunque la voluntad es importante, lo que más mueve a las personas es su visión interior. A fuerza de brazos se puede avanzar un poco, pero todo acaba por abrumar. Con la fuerza de la convicción, uno adquiere confianza en sí mismo y el sentimiento de poder permite superar los obstáculos que antes parecían imposibles.

Hay que ser realista y pedir a cada hijo que aspire a las notas a las que puede llegar según sus capacidades.

Ana Aznar
Asesoramiento: Dr. Luis Manuel Martínez. Centro Universitario Villanueva

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