Llega la hora de la comida y el niño regresa de jugar o de estar haciendo algo que lo ha mantenido activo. Sin embargo, ahora toca sentarse y relajarse para disfrutar de este menú en familia. Una labor muy difícil dado el nivel de nerviosismo que puede presentar un menor en estas situaciones. Sin embargo, los padres deben saber llevar estas situaciones para que la mesa no se convierta en un esperpento.
La hora de la comida significa tiempo tranquilo en familia y para ello nada mejor que dejar claras algunas normas y aplicar algunos consejos en la mesa. Habituar a estad rutinas y cortar de raíz algunas situaciones asegurarán que estos momentos sean buenos momentos donde disfrutar de buenos platos en compañía de los tuyos.
Normas en la mesa
Como se ha dicho, uno de los mejores métodos para evitar el nerviosismo de los niños en la mesa es el establecimiento de algunas normas básicas en la mesa con las que establecer rutinas. Estos son algunas de ellas:
– Avisar antes de poner el plato. Para favorecer que el niño rebaje su tensión es recomendable avisar a los más pequeños tiempo antes de poner el plato en la mesa. Unos 20 minutos antes, los padres deben advertir a sus hijos para que vayan cesando sus actividades y no se sienten con ganas de mantener el juego.
– Pedir colaboración. Otra medida para tranquilizar a los más pequeños es hacerlos participar en este proceso: que pongan el mantel, que lleguen las servilletas y otras labores los hará calmarse antes de sentarse a comer.
– Mantener los horarios de comida. Si el niño come siempre a la misma hora, su organismo comenzará a tener hambre en estos momentos. En estas situaciones será más fácil que este apetito lo haga sentarse en la mesa para calmar estas sensaciones.
– Hazlo sentir mayor. A los niños les encanta sentirse adultos, aprovechar esta situación en su beneficio es muy aconsejable. Hay que aplaudir los buenos comportamientos en la mesa para que el niño quiera seguir manteniéndolos.
– Hacer de este momento algo especial. Sentarse en la mesa es una ocasión en la que todos los miembros están reunidos. Aprovechar esas situaciones y preguntar a los más pequeños por su día y sus sentimientos, favorecerá su estado de calma.
– No ser tan rígido, ni tan flexible. Tanta norma puede abrumar a los más pequeños y hacer que no disfruten al sentarse en la mesa, pero ser flexibles puede hacer que se desate el caos. Encontrar el punto intermedio entre ambas situaciones permitirá que los niños se sientan cómodos en sus sillas. Alguna broma o un pequeño chascarrillo nunca vienen mal en estos momentos.
Damián Montero
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