Ponerse metas y perseguirlas es positivo, contribuye a nuestra mejora y a obtener el desarrollo personal que nos hace felices y nos permite auto realizarnos. Sin embargo, podemos correr el riesgo de ponernos metas demasiado elevadas en una búsqueda de una versión demasiado buena de nosotros mismos.
A menudo buscamos una perfección extrema, que nos lleva al anhelo de alguien o algo que no somos. Entonces nada nos parece suficiente, por mucho que consigamos o que hagamos, por muy bien que nos vaya, no aceptamos la situación porque tenemos expectativas muy elevadas.
El perfeccionismo extremo: el enemigo de la felicidad
Tratar de hacer las cosas bien es bueno y positivo, no obstante un perfeccionismo demasiado elevado nos lleva inevitablemente a la infelicidad.
El perfeccionismo cuando se hace demasiado extremo se convierte en un mecanismo mental que no nos deja estar a gusto, que no nos permite estar cómodos con nuestro presente, con nuestra situación actual, y que nos condena inevitablemente a la infelicidad.
El perfeccionismo extremo funciona como un mecanismo mental negativo, que nos mantiene en alerta constante y centra nuestra atención y pensamientos en la búsqueda del fallo. No aceptamos que nada pueda salir mal y prestamos atención a cualquier fallo, hasta que lo encontramos. Vivimos en un mundo imperfecto, donde las cosas no siempre salen perfectas y donde las personas somos imperfectas, errar es humano. Y de hecho, es esta imperfección la que nos hace únicos y hace que sea posible el desarrollo, la evolución y el aprendizaje.
Aceptar el error, aceptar las imperfecciones y hacerlas únicas es uno de los secretos del bienestar y del éxito. Ya que nos permite superarnos y nos permite destacar.
El perfeccionismo extremo nos lleva a estar alertas y a no estar conforme con nada de lo que nos rodea.
Aprende a aceptarte
La aceptación es el primer paso para mejorar, no se trata de ser perfectos y de buscar ideales imposibles en nuestra forma de ser, en nuestros actos y en nuestro aspecto físico. Los ideales perfectos no siempre se cumplen y nos condenan a la infelicidad. Es esencial aprender a aceptarnos para estar en armonía con nosotros mismos, para conectar de verdad con nuestro presente, para poder ser felices y para poder avanzar.
La aceptación no es sinónimo de resignación. La aceptación es una actitud, un proceso complejo que parte del saber cómo es uno, sin miedo, sin vergüenza, sin emociones negativas hacía la propia persona. Solo si nos conseguimos liberar de estas emociones negativas, y nos aceptamos sin juzgar, conseguiremos avanzar y mejorar. Avanzar no hacía la perfección que nos condena, sino hacía la evolución y el desarrollo personal, desde la calma que nos aporta el saber cómo somos, aceptarnos y querernos.
¿Cómo cultivar la aceptación?
Aceptarse no siempre es sencillo, aunque seamos conscientes de su importancia, llegar a aceptarnos de verdad no siempre nos resulta fácil.
1. Olvídate de los ideales relacionados con tu persona, de esas expectativas demasiado
2. Elimina de tu vocabulario los debería. Olvídate de expresiones del tipo «debería ser..» «debería tener*», cámbialas por «me gustaría….»
3. Simplemente obsérvate tal y como eres, desde una actitud comprensiva y compasiva contigo mismo, sin juzgar. Aleja las emociones negativas de aquello que observas en ti mismo.
4. Aprende a quererte cómo eres, sin emociones negativas.
5. Intenta mejorar, no en busca de un ideal, o de cumplir expectativas, sino en relación con tu presente.
Celia Rodríguez Ruiz. Psicóloga clínica sanitaria. Especialista en pedagogía y psicología infantojuvenil. Directora de Educa y Aprende. Autora de la colección Estimular los Procesos de lectura y escritura.
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