Cuando un niño se porta mal, uno de los castigos más habituales por parte de los padres es mandar al pequeño al rincón de pensar. Una técnica que por un lado pretende calmar el nerviosismo del menor en estas situaciones y por otro lado hacer reflexionar al hijo sobre su comportamiento para que él mismo deduzca por qué fue regañado y ponga solución.
Pero, ¿se sabe aplicar bien esta técnica? Si se comete algún error, este tiempo en el rincón de pensar puede suponer unos minutos en los que el niño simplemente espere el levantamiento del castigo para volver a jugar sin haber alcanzado ninguna reflexión. Saber qué equivocaciones se pueden cometer, ayudarán a que los padres consigan el éxito en esta actividad.
Errores de los padres
1. Utilizarlo a menudo. Un error a menudo es el emplear este castigo con asiduidad. Repetir esta acción continuamente simplemente indicará al niño que cuando se porte mal, simplemente tiene que esperar un tiempo antes de volver a las andadas. Se debe emplear en situaciones donde realmente se merezca una reprimenda, no como respuesta a cada comportamiento.
2. Prestar demasiada atención. Mandar a un niño al rincón de pensar también supone privarlo de cierta atención. Cuando el menor esté pasando por este castigo debe entender que de su comportamiento se ha derivado esta situación, pero si se le está constantemente atendiendo, no se coneguirá este efecto.
3. Emplearlo de forma inadecuada. Hay que saber qué situaciones merecen esta reprimenda y cuáles no. En algunos momentos quizás lo mejor sea sentarse a hablar con el niño y hacerle entender por qué su comportamiento estuvo mal. De forma contraria también se puede terminar por provocar un sentimiento de rechazo por parte del niño, que en realidad necesita a alguien que lo guíe en esta confusión.
4. No preguntarle qué ha aprendido. Como se ha dicho, mandar a un niño al rincón de pensar tiene dos fines: uno calmar al menor y dos, hacerlo reflexionar sobre su comportamiento. Si no se debate sobre sus sentimientos después con el pequeño, es posible que no sirva de nada esta lección. Hay que animar al hijo a que comparta estos pensamientos para que los interioriza mejor.
5. Controlar los tiempos. Levantar el castigo demasiado pronto puede hacer que el niño no aprenda ninguna lección, pero obligarlo a estar demasiado tiempo tampoco asegura nada salvo que se enfade más. Hay que encontrar el momento justo para dar por terminada su estancia en el rincón de pensar, por ejemplo cuando deje de lado su rabieta tras saber que va a ser reprendido por su comportamiento.
6. No responder a sus reclamos. Es posible que el niño trate de romper su aislamiento con varios reclamos, como por ejemplo pedir un vaso de agua. Los padres deben mantenerse firmes y no caer en ellos, dejar al menor solo con sus pensamientos para que alcance su propia reflexión.
Damián Montero
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