Enseñar a comer es también una parte importante de la educación de nuestros hijos: ya no solo por su desarrollo físico, sino también porque podemos educar su voluntad, ejercitar que sean obedientes y crezcan con un carácter recio. Pero no solo eso, a través de la comida podemos educar los sentidos, a comportarse de modo adecuado en la mesa y, al mismo tiempo, aprenden a disfrutar de la comida como un momento de relación social y contacto familiar.
Hay que educar los sentidos, mostrar a los niños diferentes sabores, texturas, olores, para que los puedan ver, oler, tocar y probar. Este acercamiento inicial se puede considerar como la clave para que los niños aprendan a comer de todo.
En muchas ocasiones, se retrasa la introducción de alimentos sólidos por comodidad, ya que el puré lo comen muy rápido, o por miedo a que lo rechacen. Este retraso no es positivo para el desarrollo de los niños.
Y es que además cuanto antes sea capaz de masticar, antes conseguiremos no sólo que coma alimentos sólidos, sino que desarrolle capacidades físicas y cognitivas importantes para otras actividades futuras como puede ser la posición de la boca a la hora de hablar.
Trucos para comer con educación: el tira y afloja
– Es interesante reforzarles sus gustos porque ayuda al desarrollo de su personalidad. Es el niño con sus gustos e intereses propios.
– Fomentar sus gustos no significa eliminar otras opciones. No podemos única y exclusivamente darles lo que ellos quieren, sino que tienen que acostumbrarse a comer de todo.
– De lo que les gusta, se les puede dar la opción a repetir, y de lo que no, ofrecer menos cantidad, si es preciso, pero ante todo conseguir que coman algo de cada alimento.
– Tenemos que enseñarles a respetar el orden de las comidas: primer plato, segundo plato y postre. Así se acostumbrarán a comer con hambre los alimentos que quizá les gustan menos.
En la mesa, normas claras
– Comer lo que toca. Siempre va a haber unos alimentos que les gusten más que otros pero, tienen que aprender a comer lo que hay, aunque de lo que les gusta coman un poco más, y de lo que no les gusta, un poco menos. Enseñándoles a comer lo que hay, conseguimos que adquieran una serie de virtudes y que aprendan a apreciar y dar valor a la comida. De esta manera evitamos, además, hacerles caprichosos con la comida.
– No rechazar o repudiar la comida. Los niños son tan espontáneos y naturales que a veces tienen reacciones negativas hacia aquello que no les gusta o no les apetece. Es una falta de educación actuar de esa manera en la mesa, por lo que no tenemos que permitir que suceda. Hay que hacerles ver que ese alimento tiene un valor material, así como el tiempo y el cariño con el que la persona lo ha cocinado. Rechazarlo es una falta de respeto.
– Modo de comportarse en la mesa. Cuando son pequeños la preocupación que existe por parte de los padres y muchas veces en los comedores escolares es si el niño come o no come. Importa más la cantidad que no el modo. Con esto logramos niños que comen suficiente pero con unas formas no adecuadas. Parece que no está de moda trabajar los modales pero es necesario tener unas pautas mínimas de comportamiento que el niño no va a aprender si no se las enseñamos, se las exigimos y actuamos como ejemplo. Por eso, es interesante tener claro estas pautas y también trasladarlas a los padres para que en casa las puedan llevar a cabo.
– Poner y recoger la mesa. El momento de la comida es mucho más que sentarse a comer. Es muy cómodo tener el plato en la mesa, llegar, comer y levantarse. Podemos aprovechar para mejorar su autonomía, y que sean ellos los que tengan que esforzarse por poner la mesa, recogerla o repartir tareas entre los distintos miembros que se puedan encargar de esta labor. Además, aprenderán a contribuir con su trabajo al bienestar de toda la familia, y no solo al suyo propio.
– Esperar a los demás. No todos tienen el mismo ritmo a la hora de comer y ser capaz de acompañar a aquel que le cuesta más puede ser una actividad bonita para trabajar aspectos sociales, de generosidad y evitar el egoísmo. A veces cuesta porque después de la comida suele haber momentos de juego y algunos niños comen deprisa para tener más tiempo para jugar. Sin embargo, debemos dedicar tiempo a este aspecto para hacerles más sociales.
– Momento social. Aprovechar este momento no solo para que coman sino para fomentar la comunicación entre ellos y con ellos. Es importante que les enseñemos a percibir la comida como un momento para disfrutar en familia.
María Campo. Directora de N-Clic
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