¿De repente tu hijo ha comenzado a rascarse más de la cuenta un ojo? ¿Le cuesta abrir el párpado y su visión es algo deficitaria? Quizás la respuesta a todos estos problemas sea un orzuelo o alguna otra infección parecida. A menudo las glándulas sebáceas de los más pequeños pueden presentar este tipo de afección que a menudo se relaciona con la falta de higiene.
Cuando se produce esta ausencia de limpieza correcta en la zona de los párpados, las glándulas sebáceas producen una sustancia que termina obstruyendo el párpado. Los problemas más habituales en este sentido son el orzuelo, el chalazión y la blefaritis. Todos ellos son fáciles de solucionar con higiene y en algunos casos con una pomada específica.
Aunque lo más recomendable es no faltar nunca a la cita con la limpieza del globo ocular.
Orzuelos
Los orzuelos son infecciones en las glándulas sebáceas de los párpados que se produce por una bacteria llamada estafilococo. Aparecen a partir de un bulto algo enrojecido y que provoca dolor en el niño. Habitualmente se localizan en el borde interno del ojo, en función de dónde se oriente la punta podrán ser internos o externos.
Si el niño comienza a rascarse demasiado los ojos y a quejarse de este dolor, lo mejor es acudir al pediatra para que realice un diagnóstico clínico. Los orzuelos suelen curarse habitualmente sin tratamiento, aunque se puede aplicar una compresa caliente en la zona para ayudar a eliminar la obstrucción de la glándula. Si se trata de un caso muy grave de infección, se podrá recomendar el uso de antibióticos.
Chalazión
Se trata de una inflamación más duradera de las glándulas sebáceas. El chalazión se produce en el borde interno del párpado y aparece como un bulto duro que apenas causa dolor. Sin embargo, su carácter crónico hace necesario que se produzca un diagnóstico que no requiere de muchas pruebas. Basta con que el pediatra toque y vea el ojo del menor para ello.
Al igual que el orzuelo, suele desparecer por sí mismo y su tratamiento sólo se recomienda cuando produzca algún problema de visión. En tal caso, el niño deberá ser derivado al oculista para que sea quien proponga una solución más eficaz al chalazión para que no altere la vida del niño.
Blefaritis
La blefaritis produce inflamación en el borde palpebral que puede volverse rojo, con escamas secas y pegadas o con costras difíciles de despegar. Puede producir picor e irritar los ojos del niño. Suele afectar a los dos ojos, de forma persistente o intermitente. El diagnóstico es clínico y puede manifestarse de varias maneras:
– Blefaritis producida por una bacteria llamada estafilococo, con úlceras o heridas en el borde del párpado, con costras y pérdida de pestañas, conjuntivitis e incluso a veces molestias mayores por acompañarse de una queratitis.
– Blefaritis seborreica, sin las lesiones de la anterior, pero con escamas pegadas, en ocasiones se acompaña de seborrea en el cuero cabelludo. Algunas veces existen casos mixtos.
En ambos casos, el tratamiento formas consiste en limpiar el borde del párpado con un bastoncillo de algodón húmedo para retirar las escamas o las costras. La blefaritis estafilocócica también tratarse con la aplicación de un antibiótico sobre el borde de los párpados.
La blefaritis palpebral es una variante producida por la presencia de piojos o liendres en el borde del párpado y las pestañas. Se eliminan con una pomada de vaselina oftálmica, y retirando las liendres. El pediatra debe valorar la posibilidad de que se trate de una enfermedad de transmisión sexual.
Damián Montero
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