Seguramente habrás oído hablar antes del taekwondo. Puede que, incluso, lo hayas practicado en alguna ocasión. Si pensaste que era un deporte violento y ofensivo, o inaccesible para ti o para tus hijos, puede que cambies de opinión cuando lo conozcas de verdad porque el taekwondo para niños persigue la armonía del cuerpo.
Desde tiempos inmemoriales, el hombre ha desarrollado métodos de defensa para su propia supervivencia. Entre todas las artes marciales, el taekwondo destaca por su estilo y su filosofía propias: el desarrollo conjunto del cuerpo físico y de su dimensión espiritual.
Su origen se remonta a través de las brumas de los tiempos a China, donde ya era un deporte en el siglo I antes de Cristo. Sin embargo, tal como lo conocemos hoy, se debe a su posterior desarrollo en Corea. El carácter pacífico coreano impregna el taekwondo como una disciplina para la defensa, tal y como lo atestiguan los 5.000 años de invasiones sufridas.
Así es el taekwondo sobre el cuadrilátero
En su modalidad competitiva, asistimos a un combate relativamente rápido, de tres asaltos de tres minutos de duración. Los participantes se valen tanto de los pies (tae) como de los puños (kwon) para ejecutar las diferentes técnicas o modelos. A diferencia de otros deportes, aquí no se marcan los golpes, sino que se dan de verdad. Pero el uso del casco, el peto, la coquilla y las espinilleras en brazos y manos palian los estragos que puede causar este deporte.
Además cinco árbitros velan durante el desarrollo del combate para sancionar las técnicas prohibidas, aunque éstas sean involuntarias, como dar un puñetazo cuando el rival está de espaldas, barrer la pierna del adversario para hacerle perder el equilibrio o patear por debajo del cinturón.
Otra penalización es salirse de la franja de seguridad, que se castiga con medio punto menos, o incluso llegar a salirse del área de competición, que acarrearía la pérdida de un punto. Por el contrario, cada técnica ejecutada con éxito suma un punto. La pureza de este deporte recae tanto en la Federación Internacional de Taekwondo como en el Comité Olímpico, que le ha reconocido como deporte olímpico.
El fenómeno del taekwondo
La competición es sólo una parte del enorme fenómeno el taekwondo. Comprenderlo en toda su dimensión exige indagar en una filosofía muy concreta, pero que es al mismo tiempo accesible para todos. Bien es cierto que la rapidez, la flexibilidad y la resistencia van parejos a cada luchador, pero esto no significa que esté vedado a algunas personas. La correcta coordinación entre los puños y las piernas, largas y fuertes, juegan también una gran importancia, así como atisbar los movimientos del contrario.
Las técnicas físicas del taekwondo se basan en los principios de la ciencia moderna, concretamente la física de Newton y los principios de la energía cinética. Es decir, que la efectividad del taekwondo no depende de la edad, el sexo o el tamaño, sino de la correcta utilización de las capacidades de cada uno. Ni siquiera es necesario tener una enorme fuerza. Es el entrenamiento el que te va a guiar en tu desarrollo, y te permitirá controlar tu fuerza de reacción, la concentración, el equilibrio, la respiración y la velocidad.
La técnica es una especie de cata que te permite en pocos pasos ejercitar los movimientos fundamentales, mejorar la flexibilidad y moldear la musculatura y la respiración. Cada una de las diferentes técnicas representa a un héroe coreano o acontecimientos históricos, por lo que su significado, más allá de lo estético, se adentra en su personalidad y en su carácter espiritual. Además, la salud tiene una deuda de gratitud con él, puesto que puede ayudar a corregir problemas relacionados con los huesos, tanto en niños como en personas mayores.
El taekwondo: una filosofía propia
El taekwondo te propone una mente sana dentro de un cuerpo sano. Porque antes que estallar por una furia ciega, alienta a construir, más que a destruir. Así, estimula la humanidad, la justicia, la sabiduría y el derecho, primero a través de una disciplina mental, luego a través del entrenamiento físico.
El gran profesor de taekwondo es aquel que enseña con el cuerpo cuando es joven, con las palabras cuando es viejo, e incluso con preceptos después de la muerte. El taekwondo persigue la armonía del cuerpo, un sano equilibrio interno en cuantas personas quieran practicarlo. La vastedad espiritual, su utilidad terapéutica y mil cosas más convierten al taekwondo en un arte marcial singular. Por supuesto, hay mucho más, pero eso es algo que tendrás que descubrir por tu cuenta.
Carlos S. Velasco
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