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Disciplina o cariño en la educación de los niños: ¡esa es la cuestión!

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Hoy, muchas técnicas cuya finalidad última era imprimir a chicos y chicas un poco de disciplina han quedado completamente relegadas… En cualquier caso, aunque su nombre no cuente con buena fama, los hijos necesitan cierto grado de disciplina que, por supuesto, no se opone a educar en la libertad y en el cariño.

Los expertos han dejado claro que el castigo físico carece de valor pedagógico. No solo eso, este tipo de actitudes además de reducir el rendimiento académico, suelen aumentar la agresividad del niño bajando a niveles realmente peligrosos la autoestima del pequeño.

Una cierta disciplina es positiva para los niños

Eso sí, desaconsejar la violencia educativa no quiere decir que debamos permitirles hacer lo que quieran en cada momento, sino que tenemos que exigirles de otra manera. En primer lugar, para aplicar disciplina debemos intentar no ceder sólo por el grado de sus pretensiones (es un chico insistente, tozudo…) o la presión que sea capaz de ejercer sobre nosotros. Por mucho que nos cueste, es mejor que intentemos aguantar lo más tranquilos posibles sus negativas o enfados, que terminar cediendo a sus exigencias o forma de actuar.

En este sentido, cuando tengamos que regañar, lo primero que tendremos que hacer es intentar calmarnos (contemos hasta diez antes de actuar). De nada nos servirá un discurso lleno de amenazas, ni tampoco gritar y, mucho menos, poner cara de malos. La mejor política que podemos llevar a cabo será relajarnos e intentar buscar el mejor momento para hablar del tema. Quizá tengamos que esperar unas horas o, por qué no, un día pero los resultados serán mucho más efectivos. Y es que, si tratásemos de hacer razonar a nuestro hijo en medio de una sonora discusión lo más probable es que terminase por no escuchar absolutamente nada de lo que le estemos diciendo.

Además, cada vez que tengamos que regañarle echaremos mano de toda la delicadeza y cariño que nos sean posibles. Y es que el objetivo de una regañina no debe ser humillar al chico con un «lo que has hecho está mal» sino, sencillamente, que aprenda de sus propios errores y, sobre todo, sabiendo que nosotros le queremos con todo nuestro corazón.

Motivación positiva para educar en la disciplina



Por otro lado, es bueno que tengamos presente los pobres resultados que suelen ejercer los castigos físicos de cara al futuro. Así, por ejemplo, si lográsemos que nuestro hijo ordenase su cuarto bajo severas amenazas, lo único que estaríamos consiguiendo es que en el mismo momento en que éstas desapareciesen (cuando no estemos presentes o nuestro hijo ya no esté bajo nuestra autoridad) dejase de actuar ordenadamente.

Precisamente por ello, es tan importante que reforcemos su voluntad motivando a nuestro hijo positivamente (felicitándole cada que vez que consiga un pequeño éxito, animándole cada vez que observemos un nuevo logro…) Y es que, cuando se educar a un chico de estas edades se trata, no basta con que sepa en todo momento que tiene que ser ordenado sino que, además, tiene que aprender a ordenarlo bien y, por encima de todo, a hacerlo por voluntad propia.

Consejos para educar a los niños con disciplina y cariño

1. No amenacemos si no pensamos cumplir nuestra amenaza. Nuestro hijo terminaría haciendo su voluntad pues sería consciente de que al final nunca termina por recibir castigo alguno.

2.  Si al castigar estamos muy enfadados e, incluso, agresivos, intentemos contar hasta 10 para relajarnos un poco antes de hablar con nuestro hijo. Sólo así será efectiva nuestra regañina.

3.  Da responsabilidades a tu hijo en función de la edad que tenga. En ocasiones, el problema no se trata tanto de una falta de disciplina como de unas metas «excesivamente» elevadas por parte de los padres.

4.  Descendamos de nuestro trono de padres. El rigor continuo no es positivo. Si no tenemos razón, siempre es bueno asumir nuestro error y hacérselo saber a nuestro hijo.

5.  Evitemos estar todo el día encima de nuestro hijo. Si le mandamos hacer una determinada cosa, confiemos en que lo hará sin vigilarle constantemente o atosigarle con frecuentes recordatorios.

6.  Intentemos castigar siempre con una sonrisa en la boca y mirando a nuestro hijo a la cara. Aunque parezca mentira este sistema es mucho más efectivo que cualquier tipo de bofetón.

Castigar en función de nuestro estado anímico no suele ofrecer buenos resultados. Si el chico tiene que hacer los deberes nada más llegar del colegio tendremos que exigírselo así siempre y no perdonándoselo el día que lleguemos a casa eufóricos y soltándole un cachete por no haberlos empezado cuando llegamos estresados.

Elena López
Asesoramiento: Lucía Herrero. Psicóloga y Orientadora familiar.

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