Nunca es demasiado pronto para empezar a leer a tu bebé. No importa si es un libro de cuentos o fábulas, o la columna de política en el periódico, lo importante es leer en voz alta a tu bebé y compartir tiempo entre padres e hijos.
De los seis a los doce meses, los bebés empiezan a adquirir gustos propios. Es muy patente, por ejemplo, en los alimentos. Durante estos meses se puede observar cómo hay comidas que parece apetecerles mucho y otras que rechazan sin pensarlo dos veces.
Esto mismo ocurre con los libros, personajes y juguetes. A esta edad, los niños ya empiezan a ser capaces de sentarse en tu regazo, coger libros ellos mismos e incluso mostrar su interés por coger libros y pasar sus páginas. El uso de libros de cartón o páginas gruesas son los mejores para estos meses, ideales para empezar a leer a tu bebé desde la cuna.
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El bebé y sus primer contacto con los libros y la lectura
A partir del primer año hasta los dos años, los niños ya tienen un sentido del uso de los libros. Entienden que no es un juguete al que mordisquear. Empiezan a interaccionar con los libros de manera apropiada, como cogiéndolos en el sentido correcto, pasando las páginas de principio a fin y observando las imágenes con inquisición.
A estas edades incluso ya responden a preguntas sencillas sobre las imágenes del libro como: «¿Dónde esta el gato en esta página? ¿Lo puedes encontrar?». Poco a poco, los niños empezarán a completar el final de las oraciones leídas y posteriormente serán capaces de recitarte los libros que les lees.
Alrededor de los dos años, los niños ya tienen una rutina establecida. Ya saben a qué horas se come, a qué horas aproximadamente se les pondrá a dormir, etc. Asimismo, si se hace de la lectura algo regular, sabrán también cuándo es el momento de leer y compartir tiempo con sus padres. Al igual que al comer, no se puede esperar que estén inmersos en el libro por mucho tiempo, su capacidad de prestar atención aún es limitada.
Consejos para leer a tu bebé
1. Léele a tu hijo todos los días, aunque sean sólo un par de minutos. Lo importante es ese tiempo, por más breve que sea, de compartir un momento de lectura juntos.
2. La lectura debe ser algo divertido y no aburrido. Por ello, no hace falta acabar los libros de una sentada. Sabemos que su atención es de corta duración, por lo que no tiene sentido terminar los libros cuando la lectura deja de ser una actividad grata.
3. Permite que tus hijos escojan el libro que quieren que les leas. Esto puede significar la lectura del mismo cuento mil veces. Mientras el pequeño disfrute del libro y tú seas capaz de leerlo con voz de interés, la novedad del contenido es irrelevante.
4. Impulsa a tu hijo a que te «lea» él de algún libro con el que esté familiarizado, o que le leas con frecuencia. Será, muy probablemente, una mezcla de balbuceos y palabras, pero es un ejercicio cognitivo fenomenal para el pequeño.
5. Sé creativo. Pregúntale a tu hijo sobre las imágenes o sobre qué cree que va a suceder después en la historia. Tu motivación a que sea creativo producirá, sin duda, algunas respuestas muy simpáticas.
6. Ofrécele a tu hijo una variedad de posibilidades de lectura entre libros para niños de su edad, cuentos y fábulas, poesía y nanas.
7. Procura seguir los gustos de tus hijos. Hay muchos libros de no-ficción que les puede resultar muy interesantes, como libros del océano, el espacio, animales, etc.
8. Recompensa los triunfos lectores de tus hijos. Anímales con elogios cuando acaben las frases de los libros de memoria, o cuando se esfuercen por leerte.
Mayte Balda. Psicóloga especialista en Neurociencias cognitivas
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