Es la enfermedad del S. XXI, afecta a menores y a mayores y conforme pasan los días y el estilo de vida cambia, se vuelve más extendida. Se trata de la obesidad, un problema que cada vez trae más de cabeza a las familias. Aunque la forma de prevenirla es consabida: buena dieta, ejercicio y algún que otro factor más tal y como recuerda la Fundación Española de Nutrición, FEN.
Este organismo ha realizado un estudio en el que ha puesto de relevancia que la falta de ejercicio es la principal causa de los casos de obesidad y de la grasa abdominal que aparece en las personas. Dos situaciones que hacen que el riesgo de padecer alguna enfermedad se incremente.
Importancia de la actividad física
La misión de este estudio ha sido la de analizar cómo afectan distintos factores como el nivel socioeconómico, los estilos de vida y en especial, la actividad física afecta a los casos de obesidad y de sobrepeso en general. El ejercicio es uno de los principales medios a través de los que se gasta energía y que pueden determinar la diferencia entre un tallaje normal y uno peligroso.
«La actividad física de intensidad vigorosa puede tener un mayor efecto en la prevención del sobrepeso y de la obesidad que la actividad física de menor intensidad», explica Rosa María Ortega, directora del Grupo de Investigación Valornut y Catedrática de Nutrición de la Universidad Complutense de Madrid, quien ha participado en este estudio.
Los datos de esta investigación muestran cómo las personas que dedican 150 minutos semanales a la práctica de ejercicio reducen considerablemente la posibilidad de padecer sobrepeso. Por el contrario, las actividades sedentarias como ver la televisión o jugar a videojuegos hacen que las probabilidades de sufrir obesidad, y todos los problemas relacionados con esta, se incrementen considerablemente.
No hay que olvidar descansar
Otro de los datos que se han alcanzado en este estudio es que el descanso tiene una gran importancia en la prevención de la obesidad. Dormir siete horas o más al día se asocia con una menor probabilidad de padecer obesidad y reducir grasa abdominal, un riesgo que se reduce todavía más a partir de las 8 horas diarias de sueño.
De hecho, otros estudios como el realizado por la Universidad Estatal de Ohio que siguió de cerca la evolución de 177 niños nacidos en 1991. En este trabajo las madres fueron informando a lo largo de esta investigación sobre la hora a la que mandaban sus hijos a la cama y anualmente monitoreaba su estado de salud.
Las madres de estos niños informaron a qué hora se dormían sus hijos cuando estos tenían cuatro años. La mitad de ellos lo hacía después de las ocho de la noche, pero antes de las nueve. Por su parte un cuarto de estos lo hacía a las ocho o incluso antes y el resto de participantes después de las nueve de la noche.
A la hora de controlar el peso de los participantes cuando cumplieron 15 años, los investigadores apreciaron que quienes se dormían a las ocho de la noche cuando eran más pequeños eran los que menos probabilidades tenían de desarrollar obesidad al llegar a la adolescencia. Es decir, quienes dormían las ocho horas recomendadas por los especialistas en sueño, eran menos propensos a tener sobrepeso.
La probabilidad de obesidad en la adolescencia crecía en los niños que se dormían entre las ocho y nueve de la noche. Mientras que las posibilidades más altas se registraron en los menores que se iban a la cama después de las nueve de la noche cuando eran más pequeños. La tasa de obesidad en esos grupos en la adolescencia, eran, respectivamente, del 10, 16 y 23 por ciento en función de la hora a la que se acostaban estos participantes cuando tenían menos edad.
Damián Montero
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