La salud de los niños es un asunto que preocupa a todos los padres en muchos sentidos. No solo en lo que atañe a resfriados u otros problemas más visibles como el dolor de estómago. Hay muchos más motivos que pueden hacer que un menor lo pase mal, como por ejemplo problemas en el pie.
¿Cómo saber si el niño tiene esta clase de problemas? Pues fijarse en la forma en la que pisa es un buen indicativo. Aunque siempre tenga que ser un profesional el que determine si existe alguna afección, en casa los padres pueden adelantar trabajo si se detienen a observar algunos detalles en la forma de caminar de los más pequeños de la casa.
Atención a la marcha del niño
Hay que tener en cuenta que son los podólogos quienes finalmente determinan si existe un problema en el pie, hay que tener en cuenta una serie de puntos cuando el niño camina para saber si lo hace de forma correcta:
– Posición de los pies al caminar. El ángulo de progresión de la marcha debe presentar el niño al caminar unos 15º de apertura. Si al ver a nuestro hijo caminar observamos que las puntas de los pies se meten hacia adentro diremos que tiene un ángulo de progresión de la marcha disminuido o marcha en aducción. Si por el contrario se aprecia que el menor anda con la punta de los pies hacia afuera hablaríamos de un ángulo aumentado o marcha en abducción.
– Tipo de pie y huella. Una de las causas más habituales por las que los padres acuden a consulta con sus hijos es porque aprecian que los pies planos valgos, que se caracterizan por la disminución de la altura del arco plantar interno, que suele ensanchar el pie y que se acompaña con una caída hacia interno de la posición del mismo. Todo lo contrario sería encontrarnos unas extremidades con una altura del arco plantar interno aumentada o pie cavo que puede ir acompañado de una posición del pie volcado hacia adentro (cavo-valgo) o hacia afuera (cavo-varo). Además, controlando el desgate que se produce a diario en el calzado del niño se puede obtener bastante información sobre como pisa al caminar y al correr.
– Caminar de puntillas. En muchas ocasiones veremos a nuestros hijos caminar «de puntillas», esta alteración de la pisada puede darse de forma natural durante las primeras fases del comienzo de la deambulación infantil, pero en ocasiones se extiende desde los 5 hasta los 10 años, siendo estos los casos que debemos valorar en consulta ya que pueden estar generados por diversas causas.
Posibles anomalías del pie
Si se aprecian algunos de estos problemas en la forma de pisar, habrá que acudir al especialista. Estos son algunos de los problemas que pueden detectarse en el podólogo: los pies talovalgos, los metatarsovaros y los equinovaros o pies zambos.
– El talovalgo se manifiesta como una laxitud exagerada de la articulación del pie con la pierna que permite una hiperflexión (con los dedos se llega a tocar la parte anterior de la pierna) y una lateralización del talón hacia afuera, en valgo. No precisa tratamiento pero hay la posibilidad de que desarrolle más adelante pie plano.
– El metatarso varo (colocación de la parte anterior del pie hacia adentro) se corrigen con maniobra manuales, aunque en casos rebeldes hay que utilizar férulas correctoras.
– Los pies equinovaros (pies zambos) requieren tratamiento precoz.
– Dedos de más o de menos. Una malformación que, por la posibilidad de ocasionar problemas con el calzado, conviene solucionar antes de que nuestro bebé comience a andar, es la polidactilia (presencia de un dedo de más). La sindactilia (dedos unidos) sólo ocasiona un problema de estética.
Damián Montero
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