El hábito de apretar y rechinar los dientes no es exclusivo de los adultos: cada vez es más frecuente que los niños aprieten o rechinen sus dientes de forma inconsciente, sobre todo entre los 6 y los 10 años de edad, en la etapa de la caída de los dientes de leche y la salida de los dientes definitivos.
De hecho, se estima que entre el 80% y el 90% de los niños en esta etapa presenta lo que los especialistas llamamos bruxismo infantil que, a diferencia del bruxismo de los adultos, no está considerado una patología y lo habitual es que desaparezca de forma espontánea al entrar en la adolescencia. Y al igual que en el caso de los adultos, afecta por igual a ambos sexos.
¿A qué llamamos bruxismo infantil?
El bruxismo infantil en realidad es una forma natural de desarrollar la dentición y estimular la formación de la musculatura y los huesos de la mandíbula, y disminuye progresivamente al salir las muelas definitivas y los dientes incisivos. Por este motivo, inicialmente no es necesario ningún tratamiento y dejamos pasar un tiempo, al tratarse de un proceso fisiológico.
Sin embargo, si perdura en el tiempo, pasados varios meses, puede provocar en el niño efectos negativos como dolor e inflamación en la mandíbula, dolores de cabeza y oído, así como desgaste en los dientes. En este caso, los padres deben llevar al niño a un especialista en Odontología para que pueda buscar las causas y tratarlas de forma adecuada para solventar el problema.
Causas del bruxismo infantil
Aunque existe la creencia popular de que los niños rechinan los dientes como consecuencia de supuestos parásitos intestinales, la literatura médica no avala la relación entre que los niños aprieten y rechinen los dientes con la presencia de parásitos intestinales. Al contrario, se habla de estrés y otras causas de orden fisiológico.
Desde el punto de vista clínico, entre las causas del bruxismo infantil podemos encontrar motivos de origen psicológico, entre los que los más habituales son el inicio del curso escolar, un cambio de colegio, una mudanza, el nacimiento de un hermanito o una separación, detonantes de una situación estresante para el niño.
Además de las causas de origen psicológico, encontramos las de origen físico, como la caída de los dientes de leche y aparición de los dientes definitivos. Durante esta etapa en la que conviven dientes definitivos con dientes temporales es más frecuente el contacto anómalo entre la arcada inferior y la arcada superior. Otro factor lo constituye la mala oclusión, es decir, la mala posición de los dientes que interfiere al cerrar la mandíbula.
No siempre el bruxismo es síntoma de un problema: entre los dos y los seis años consideramos dentro de la normalidad que los niños desgasten sus dientes de forma leve con movimientos masticatorios normales. Esta actividad permite el crecimiento fisiológico normal de los maxilares y, en caso de oírlos rechinar los dientes, sin que haya un desgaste excesivo o rotura de piezas dentales, estamos ante una forma de rechinamiento normal para el crecimiento maxilo-facial.
¿Cuándo deja de ser normal para convertirse en bruxismo?
Cuando los movimientos de los músculos masticatorios -los que nos ayudan en el proceso de la masticación- no son normales. Este movimiento puede ser consciente o inconsciente y darse de día o de noche. Cuando se produce por la noche -lo más habitual-, estamos ante un hábito inconsciente. Y no todos los niños presentan el mismo tipo de bruxismo: si aprietan los dientes, hablamos de bruxismo céntrico, y cuando el niño rechina los dientes -hace un movimiento anormal para la dentadura-, hablamos de bruxismo excéntrico.
La contracción rítmica y repetitiva de los músculos de la masticación es audible para los padres y es más intensa en las fases iniciales del sueño, desapareciendo cuando el niño entra en el sueño profundo. Aunque el rechinamiento de dientes es audible para los padres, en algunas ocasiones, estos no llegan a identificarlo. En estos casos, otras señales de alarma pueden ser que el niño refiera dolor de cabeza, dolor de oídos, dolor e inflamación en la mandíbula y presente un sueño poco reparador.
Cómo mitigar los efectos del bruxismo infantil
A continuación te damos cinco consejos para mitigar los efectos que el bruxismo infantil puede provocar en tu hijo y que se basan, fundamentalmente, en conseguir un ambiente relajado y tranquilo antes de ir a dormir:
1. Disminuye su actividad física y mental antes de dormir. Puedes usar técnicas de relajación, pero el mejor método es dar inicio al momento de relajación con un baño tranquilo y relajante, seguido de una cena agradable y un rato de tranquilidad en familia, como leer juntos un cuento antes de ir a dormir. Es importante que no se vaya triste o enfadado a la cama.
2. Evita hábitos parafuncionales, como morderse las uñas, los labios u otros objetos, como lápices o chuparse el pelo.
3. Evítale una actividad física intensa antes del baño.
4. No dejes que se quede dormido frente al televisor y evita que dedique tiempo a videojuegos o a actividades con la Tablet antes de ir a dormir.
5. Si le oyes rechinar por la noche mientras duerme, cámbiale de postura y observa si cesa el ruido. Si notas síntomas de apretamiento, llévalo a tu dentista. Puede que tu hijo esté desarrollando una mala oclusión que agrave el bruxismo y es conveniente que sea diagnosticado por un especialista cuanto antes.
El bruxismo infantil se produce cuando el niño aprieta y rechina los dientes, normalmente mientras duerme, y los padres deben estar atentos a su evolución e intensidad, intentando reducir las posibles causas que lo provocan para que el niño duerma más relajado y tranquilo y evitar los problemas derivados de este trastorno.
Bruxismo infantil, ¿cuándo deben alertarse los padres?
Cuando el rechinamiento se acompaña de dolor y de otras alteraciones, o cuando se prolonga por espacio de más de seis meses o un año. En ese caso, es importante acudir a un especialista que haga un diagnóstico adecuado y ponga remedio, ya que, de lo contrario, se podría producir un desgaste en el esmalte dental que no debe descuidarse por tratarse de la dentición temporal, ya que, más allá de su función inmediata, cumple un importante papel como guía de las piezas dentales permanentes hacia su colocación definitiva.
El tratamiento del bruxismo infantil
Cuando hemos visitado a un especialista y éste ha determinado que nuestro hijo efectivamente tiene un problema de bruxismo, tenemos varias opciones de tratamiento, en general sin mucha complejidad, pero la primera medida que tomaremos será proteger los dientes del desgaste excesivo mediante lo que llamamos una férula de descarga o placa miorrelajante: se trata de una placa removible elaborada de resina, un material transparente y que el niño usará para dormir.
Además, realizaremos un estudio de su oclusión dentaria para realizar los ajustes correspondientes. Si estamos ante un problema de mala oclusión, se verá la oportunidad de iniciar un tratamiento de ortodoncia para alinear los dientes de forma correcta y equilibrar las fuerzas.
Aunque el bruxismo en edad infantil puede corregirse, la clave está en que los padres lleven al niño al dentista, a poder ser, con la erupción del primer diente, pero si no se ha hecho, la primera visita debe realizarse a los cuatro años y, a partir de ahí, habituarle a realizar controles cada seis meses para poder enseñarles los principios básicos de la higiene oral y de los cuidados necesarios para su boca y sus dientes. De esta forma, ayudaremos a prevenir y tratar los malos hábitos y detectaremos a tiempo otras afecciones y enfermedades.
Marisol Nuevo Espín
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