Niños y hospitales son dos términos que mientras más lejos aparezca el uno del otro, mejor. Sin embargo, por desgracia, esto no puede ser siempre así y en ocasiones el internamiento es inevitable. Bien porque el médico quiera observar de primera mano la evolución del pequeño o porque sea necesaria una intervención quirúrgica.
Hay muchos tipos de intervenciones quirúrgicas y todas ellas son un mundo. Y todas ellas precisan de unos cuidados u otros. Es el caso de la fístula, un problema de salud que requiere ser extirpado, provocando un malestar en el niño y una sensación de incomodidad que puede provocar que el postoperatorio se alargue demasiado. Por ello hay que saber cómo tratar al menor una vez que llegue a casa.
Por qué se produce una fístula anal
La aparición de una fístula anal responde a varios motivos. Por un lado existen las cuestiones genéticas, un familiar que haya desarrollado este problema hace que existan más probabilidades de que el niño se vea afectado por este asunto. La falta de higiene también es una explicación, por lo que conviene recordar a los niños la necesidad de limpiarse a fondo las partes íntimas para evitar estos casos.
Una fístula anal también se puede provocar por la falta de ejercicio y el sedentarismo, nuevamente la prevención puede ahorrar una intervención de este tipo ya que si se consigue que el niño salga a menudo a hacer ejercicio, habrá menos probabilidad. Por último, otras operaciones en la zona del ano relacionadas con otros problemas también pueden desembocar en uno de estos casos.
Intervención de la fístula
La fístula anal suele manifestarse mediante un dolor en la zona de las posaderas o con sangre en el calzoncillo. Al ser una herida, suele manchar la ropa interior de los menores, especialmente después de realizar algún esfuerzo. Si se advierten estos síntomas, hay que acudir al especialista para que este decida si hay que intervenir o no, y si merece la pena intervenir.
La intervención habitual no suele requerir de anestesia general y consiste en la extirpación de la fístula anal. Aunque en algunos casos es necesario realizar una colostomía para acceder a algunas zonas donde se ubican. Si se realiza la operación habitual, el alta hospitalaria se podrá realizar en el mismo día.
Una vez que el médico haya decidido que no se requiere pasar más tiempo en el centro hospitalario y que el niño puede irse a casa, es importante seguir las recomendaciones que el especialista haya indicado. De igual forma, habrá que seguir las siguientes pautas para asegurar un buen postoperatorio:
– Curas diarias. La herida que queda después de la operación debe ser tratada diariamente para evitar posibles infecciones y asegurar una buena cicatrización.
– Será recomendable comprar ropa interior nueva, que transpire y que pueda servir de repuesto ya que es habitual que los niños sangren los días posteriores a la operación y manchen estas prendas.
– El niño se deberá sentar en lugares en los que luego no tenga que hacer un esfuerzo con las caderas para levantarse. Se le debe ayudar tirando de su brazo con cuidado para incorporarse.
– La mejor postura para dormir es de lado, o en su defecto boca arriba. Nunca se debe permitir que el pequeño mantenga esta zona pegada al colchón.
– Pasar tiempo de pie y dar pequeños paseos, sin excederse en la velocidad, es conveniente ya que de esta forma se favorece la cicatrización de esta herida y se evita el dolor y molestias que siente el menor.
Damián Montero
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