A ningún padre le gusta ver a su hijo en el hospital, sin embargo en ocasiones no queda más remedio que llevarlos a estos centros para preservar su salud. La dureza de algunos tratamientos pueden sorprender y preocupar a los progenitores, como es el caso de la diálisis.
Conocer en qué consiste la diálisis ayudará a entender por lo que está pasando el niño y las medidas que se han de tomar una vez que deje de lado este tratamiento. Como por ejemplo las complicaciones que pueden afectar o si se ha de elegir una dieta específica durante estos días.
En qué consiste la diálisis
La Asociación Española de Pediatría define la diálisis como una técnica que se emplea para sustituir la actividad de los riñones. Con este tratamiento lo que se intenta es purificar la sangre al igual que harían estos órganos mientras estos atraviesan una enfermedad o han sido deteriorados por algunas causas externas. Esta medida aunque pueda parecer aparatosa, es de vital importancia para los menores ya que elimina de su organismo elementos tóxicos que podrían poner en riesgo su salud de mantenerse.
Existen dos tipos de diálisis por las que puede pasar un niño:
– Hemodiálisis. Es la técnica que emplea una bomba para impulsar la sangre y que pase a través de una membrana encargada de filtrarla. Se conecta al organismo a través de una fístula localizada, generalmente, en el antebrazo. Este elemento se adhiere se hace mediante cirugía y une una arteria con una vena (fístula arteriovenosa). Necesita un tiempo desde que se crea hasta que se puede utilizar, suele ser duradera y con pocas complicaciones.
En el caso de que los vasos sanguíneos del antebrazo no son adecuados, el cirujano puede colocar un tubo sintético en su lugar. Cuando la sangre que sale por la vena llega a la máquina para ser filtrada y se limpia, es devuelta al organismo a través de la arteria. Cuando no se puede realizar esta fístula o la hemodiálisis se realiza de forma urgente, el tipo de acceso es un tubo que se coloca en venas de mayor grosor, como las del cuello o la ingle, y que se conecta directamente a la máquina. Esta técnica tiene mayor riesgo de infección y obstrucción, por lo que debe ser evitada tanto como sea posible.
– Diálisis peritoneal. Esta técnica emplea como filtro el peritoneo, la membrana que cubre a los intestinos dentro del abdomen y que consta de abundantes vasos sanguíneos. Este tratamiento consiste en una cirugía sencilla que introduce un catéter dentro del abdomen, con salida cercana al ombligo, por donde se introduce el líquido de diálisis. Este permanece un tiempo dentro del acuerpo y se encarga de atraer las sustancias de desecho, que posteriormente se eliminan junto con el fluido introducido a través del mismo tubo.
Cuánto tiempo debe realizarse la diálisis
En función del tratamiento que designe el especialista, el modo en que se realizará será distinto. La hemodiálisis siempre debe ser realizada en un hospital y en torno a 3 veces por semana, dependiendo del caso es posible que los niños requieran más días. Aproximadamente cada una de estas jornadas dura 4 horas, pero el peso del paciente y su altura también determinará este tiempo.
Por su parte la diálisis peritoneal sí que se puede realizar en el domicilio. En estos casos son los padres quienes tienen que realizar este tratamiento tras haber sido formados por un especialista. El intercambio de líquidos deben hacerse en torno a 4 o 5 veces al cabo del día dejando horas para la recuperación. Cada vez que se introduce este elemento, debe dejarse un tiempo dentro del abdomen para conseguir sus fines.
En cuanto a complicaciones, la hemodiálisis suele presentar las siguientes complicaciones:
– Bajada de tensión arterial durante la filtración. Es la más frecuente. Se trata disminuyendo la velocidad de la filtración y con aporte extra de suero intravenoso.
– Reacción alérgica a alguno de los compuestos de las membranas de diálisis, que se pueden presentar como picor o urticaria.
– Dolor de cabeza, náuseas, vómitos y dificultad respiratoria de forma transitoria.
– Embolismo gaseoso.
– Infecciones o trombosis del acceso vascular.
En cuanto a la diálisis peritoneal, las complicaciones posibles son la infección de la cavidad del abdomen que puede provocar que el niño pueda tener fiebre, dolor abdominal. También es posible que el líquido que se extraiga ser turbio o que la salida de líquido entre la piel y el tubo, el desplazamiento del catéter y la infección del orificio de salida del catéter. Estos casos suelen precisar de visita hospitalaria.
Mientras el niño se encuentre en tratamiento de diálisis es recomendable que haga una dieta baja en sal y en potasio y seguir todas las indicaciones del nefrólogo sobre la cantidad de líquidos que puede tomar. Con esto se conseguirá evitar acumular agua y subidas de la tensión arterial, nocivas para la salud. También se necesita tomar una cantidad adecuada de proteínas y de calorías, que será individual para cada niño, según su etapa del crecimiento, estado de nutrición y el grado de su enfermedad.
Damián Montero
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