Afrontar el último trimestre del curso es difícil porque resulta más costoso estudiar. Los mayores enemigos para ponerse a estudiar son el buen clima, que invita a salir al aire libre; el cansancio acumulado a estas alturas del año; y la astenia primaveral caracterizada por cansancio, agotamiento, decaimiento y falta de energía para realizar la actividad habitual.
A pesar de todas las dificultades, ahora estamos a tiempo de salvar el curso escolar, pero cómo planificar el último trimestre y afrontar el último sprint. Los que van flojos pueden salvar el curso y los que tienen menos dificultades, no deben dormirse en los laureles, sino esforzarse por subir las notas finales.
Cómo planificar el último trimestre para salvar el curso escolar
Para salvar el curso escolar siempre es bueno pararse, ponerse metas, marcar objetivos y diseñar estrategias. Siguiendo esta serie de pasos es posible afrontar, con organización, el estudio durante los últimos meses del curso.
1. Pararse: ver dónde estamos y qué necesitamos.
2. Planificarse: qué temas hay que estudiar, cuántas horas harán falta y cuáles serán sus mayores inconvenientes.
3. Pensar: si es conveniente ponerle una ayuda externa. No es un castigo, ni una vergüenza. Una familia es un equipo, en el que vemos las estrategias y cada uno cumple con su función por el bien de éste: los padres buscan el profesor particular, el hijo se compromete a poner todo su empeño en sacar sus estudios y la persona que venga a casa deberá ilusionarse con el trabajo para el que le hemos contratado. Si todos cumplimos podemos ganar el partido, si alguien es un poco egoísta y desiste en la lucha, saldremos todos perjudicados. Podéis aprovechar para explicarle que es una buena ocasión para pensar en los demás.
4. Demostrar lo responsable que es. Aunque formemos parte de un equipo, el mayor beneficiado en esto es el hijo. Debe manifestar que quiere, que puede y que lo hará. Para ello, tendrá que superar la pereza y la desesperanza cuando algún examen no salga bien. Si es necesario habrá que estudiar sábados y domingos.
5. Actividades para desconectar. Si nos despistamos pueden pasarse con cara de melancolía horas y horas delante de los libros, sin estudiar y soñando con salir a disfrutar del sol, o deseando que llegue el viernes para hacer planes con sus amigos. Un buen horario debe permitirle hacer de todo, pero siempre con un gran componente de esfuerzo.
6. Si es necesario pedid una cita para hablar con sus profesores. En junio ya no hay tiempo de reaccionar, ahora sí.
Confianza: el primer paso para ponerse a estudiar
Pero a pesar de que pongáis en práctica esta planificación que os proponemos, no es raro que os venga a la cabeza una realidad que cae por su propio peso: «Si ya lo hemos intentado miles de veces y al final, siempre se distrae con cualquier cosa». Podéis pensar que es absurdo asegurarle a un hijo que puede hacer algo, cuando la realidad os dice que no es así.
Pero en educación, las cosas no son como en matemáticas, muchas veces «dos y dos, no son cuatro». Diréis: «¡Pero, si no hay más que mirar sus notas: trajo 4 suspensos en la segunda evaluación! Pues ahora, más que nunca, necesita de vuestro apoyo y confianza; debéis asegurarle que, si quiere, es capaz y que estáis convencidos que lo va a conseguir.
Esta actitud es el primer paso para animarle y que él decida ponerse a estudiar. Además, puede ser positivo apoyar sus estudios con clases de refuerzo. Tened confianza en vuestro hijo, creed que podrá y que merece la pena intentarlo. Lo contrario no hace más que terminar de bloquearle y autoconvencerse de que no vale la pena esforzarse.
Refuerzo positivo: elogia sus esfuerzos
La idea no es que engañéis a vuestro hijo, sino que elogiéis cada esfuerzo, por pequeño que sea. No es cuestión de decirle: «Sé que tienes capacidad para sacar todo sobresalientes», cuando lleva suspendiendo 3 y 4 asignaturas a lo largo del año. Esto es contraproducente, pues al no llegar a vuestras expectativas puede desanimarse todavía más.
Por el contrario, os debéis apoyar en los puntos positivos que descubráis, por pequeños que sean. «Ánimo, llevas buen camino, ya has subido a 5 en el último examen. Ahora a seguir estudiando y a por el 6». Así, le reforzáis lo conseguido y le proponéis una meta, pequeña, pero alcanzable. Y si saca normalmente notables y sobresalientes, también necesita vuestro estímulo. Animarle para que siga estudiando hasta el final, para que intente convertir los 7 en 8 y los 9 en 10. No debéis darle valor a la nota, sino al esfuerzo, por esto a cada hijo hay que exigirle todo lo que puede dar. Y si le sobra tiempo, que ayude a otro hermano o en alguna tarea de la casa.
El arte de exigir el máximo
El sprint final no es algo exigible únicamente a los estudiantes renqueantes, es una obligación que deben asumir todos los hijos. Lo que debéis buscar con la formación humana y en conocimientos de vuestros hijos es desarrollar al máximo sus capacidades.
La evolución intelectual y de exigencia académica tiene que ir unida a un progreso en las estrategias aplicadas en el estudio. Así, es bueno pararse para examinar si el hijo que saca buenas notas tiene un buen método de estudio o lo consigue porque echa tantas horas que no hay más remedio. Además, en estos chicos y chicas -sin técnicas- es normal que predomine una sensación de «todavía no me lo sé del todo bien» y suelen afrontar con mucha ansiedad la cuestión de sus estudios. El objetivo de este trimestre no es «¡ya llega el final, por fin se acabó, sea como sea!». Aunque es lógico que estén deseando terminar deben afrontarlo con organización y metodología, para obtener los mejores resultados de lo que son capaces, cada uno en su nivel.
Ana Aznar
Más información en el libro: Los estudios y el desarrollo intelectual. Autor Carlos Ros Amador. Colección Cómo educar.
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