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Cuándo aplicar frío o calor en una zona dolorida

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El frío y el calor calman el dolor y son una de las principales medidas no farmacológicas para aliviarlo. Pero, ¿cuándo utilizar el frío y cuándo el calor? Ambos alivian por su capacidad antiinflamatoria, pero el frío es recomendable para reducir la inflamación en caso de traumatismos y el calor debe aplicarse para reducir los dolores musculares.
Eso sí, nunca han de aplicarse sobre heridas o en hemorragias.

Cuándo y cómo aplicar frío en una lesión

«El frío contribuye a disminuir la inflamación de una lesión y a calmar el dolor gracias a su capacidad antiinflamatoria», explica Yolanda Peral, supervisora de hospitalización del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid y una de los autores del Protocolo del Manejo del Dolor, realizado por especialistas del Hospital Universitario Quirónsalud de Madrid.

El frío se puede administrar de forma húmeda, con compresas, o en seco, a través de bolsas de hielo, y es recomendable para reducir la inflamación debida a un traumatismo, en caso de sufrir una cefalea o para prevenir la aparición de hematomas.

Es aconsejable observar el estado de la piel antes de la administración de hielo y, si decidimos utilizar frío seco, nunca hacerlo directamente sobre la piel. El modo de administración debe ser en periodos alternos de entre 15 y 20 minutos durante alrededor de dos horas.

Una vez que se haya administrado frío se recomienda secar la piel adecuadamente, sin frotar y tener especial cuidado en no administrar frío a personas con problemas de circulación porque se agravarán y sobre heridas en proceso de cura.

Cuándo y cómo administrar calor en una zona dolorida

El calor contribuye a aliviar el dolor y los espasmos musculares. Como el frío, se puede administrar de forma húmeda (con compresas o a través de un baño) o de forma seca (con bolsas de agua o los clásicos sacos de semillas).

«La administración de calor es muy recomendable para tratar el dolor de las inflamaciones no traumáticas de las articulaciones; además, acelera el drenaje de procesos infecciosos y de abscesos y relaja la musculatura contraída. El modo de administración, al igual que el frío, es a través de periodos alternos de entre 15 y 20 minutos durante alrededor de dos horas», detalla Yolanda Esperanza, supervisora de enfermería de la Unidad de Cuidados Intensivos y de Urgencias del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid.

Está contraindicado utilizar calor en cualquier herida que sangre durante las primeras 24 horas tras producirse una herida porque aumenta el flujo sanguíneo y favorece el sangrado. También en prominencias óseas porque son zonas de sensibilidad reducida y favorece las lesiones cutáneas.

En caso de dolor intenso, tanto el frío como el calor son métodos que se pueden utilizar de forma complementaria a una terapia farmacológica pautada por un especialista.

Alberto Bartolomé
Asesoramiento: Yolanda Peral, supervisora de hospitalización del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid y Yolanda Esperanza, supervisora de enfermería de la Unidad de Cuidados Intensivos y de Urgencias del Hospital Universitario Quirón Salud

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