Conocer las bases neurobiológicas que rigen el funcionamiento de la mente, nos permite potenciar y favorecer los procesos cerebrales. Gracias a los avances en neurociencia hemos podido vislumbrar los entresijos de nuestras mentes. Conocer cómo es y cómo funciona el cerebro del niño nos abre un amplio abanico de posibilidades, y nos puede ayudar a optimizar nuestra labor educativa, ya que nos permite potenciar aprendizajes.
¿Cómo es el cerebro del niño?
1. Un cerebro en desarrollo
El cerebro del niño es ante todo un cerebro en desarrollo. Los primeros dos años de vida, constituyen la etapa de máxima plasticidad neuronal, es decir es en estos primeros momentos cuando se crean la mayoría de las conexiones neuronales que son la base del aprendizaje y de las habilidades.
2. El cerebro de los dos hemisferios
El cerebro está formado por dos hemisferios cerebrales simétricos, el derecho y el izquierdo. El hemisferio izquierdo se encarga de los movimientos de la parte derecha del cuerpo y además es la parte racional, lógica y verbal. En cambio, el hemisferio derecho se encarga de los movimientos de la parte izquierda del cuerpo y de la parte emocional y artística. El hemisferio izquierdo es lógico y verbal, hace razonamientos lineales y lógicos, en cambio el hemisferio derecho es emocional y creativo, hace razonamientos holísticos, no lineales, busca distintas soluciones. Los niños, en un primer momento de desarrollo, no tienen definida claramente la lateralidad y por lo tanto, no hay un hemisferio que domine claramente.
El cerebro adulto y el cerebro del niño
El cerebro de una persona adulta suele regirse por el dominio del hemisferio izquierdo, el racional y el cerebro del niño, aunque todavía no ha definido su dominancia, es un cerebro predominantemente emocional, sensorial y emotivo. Por eso, en muchas ocasiones tenemos importantes dificultades para sintonizar con el cerebro del niño porque lo hacemos desde nuestro cerebro racional y ellos todavía no alcanzado el nivel de desarrollo que les permite entender a nivel de un razonamiento adulto.
Pasos para sintonizar con el cerebro del niño
El cerebro del niño es un cerebro sensible al aprendizaje, al desarrollo y a la experiencia emocional. A través de las experiencias y vivencias del niño se irá moldeando su cerebro, se irán estableciendo conexiones entre neuronas y configurando la dominancia. La labor de la familia y los educadores es muy importante, ya que podemos escoger las experiencias que brindamos a los niños y procurar que estas experiencias supongan un estímulo para su desarrollo.
1. Comenzar a escuchar con nuestra parte emocional, no solo con la racional. Cuidado, no se trata de irnos al lado contrario y usar solo la parte emocional, dejando de lado la racional. Se trata de combinar ambas partes de usar nuestro cerebro de manera integrada, y favorecer que los niños también puedan integrar las dos partes de su mente.
2. Practica la escucha activa para sintonizar a través de la parte emocional. Consiste en ir más allá de lo que nos dice, de hacer una escucha activa para comprender la emoción del niño. Recuerda que cuando se queja o se porta mal, le cuesta entender racionalmente que está haciendo mal, y su conducta es el resultado de una emoción.
3. Demuestra empatía. Trata de reconocer la emoción que tiene, que es lo que le pasa (¿enfado? ¿miedo?, ¿vergüenza?, etc.) y demuestra empatía ( «lo entiendo», «es normal que*» . Hazle ver que le entiendes, eso les relajará y les ayudará a gestionar su emoción.
4. Equilibra la parte racional y la emocional. Justo después introduce la parte racional, adaptada a su nivel («pero haciendo*. no te sirve», «porque no*..»). Se trata de llegar a la emoción y guiar al niño desde la emoción, permitiendo que integre con su parte racional.
5. Procura estimular al niño/a, y fomentar la creación de conexiones, pero cuidado con sobreestimular. Evita presionar.
Celia Rodríguez Ruiz. Psicóloga clínica sanitaria. Especialista en pedagogía y psicología infantojuvenil. Directora de Educa y Aprende. Autora de la colección Estimular los Procesos de lectura y escritura.
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