El miedo a los extraños es, a menudo, un trastorno que aparece de forma transitoria en los niños. Alrededor de los seis meses, la mayoría de los pequeños comienzan a percibir que existe un mundo completamente ajeno a papá y mamá y eso les asusta.
Para ayudarle a superar esta inseguridad pasajera tendremos que preparar el camino con anterioridad: acostumbrarle a recibir visitas, pasearle por el parque con frecuencia, ponerle a jugar con otros niños desde el primer día… Son algunos de los trucos que le permitirán afrontar esta crisis cuando llegue el momento.
Casi todos los bebés de seis u ocho meses pasan por la «crisis de los extraños». Este proceso tan frecuente se caracteriza, fundamentalmente, por el miedo y la inseguridad ante las personas y situaciones desconocidas. El pequeño rechaza con lloros y pataletas todo aquello que suponga una novedad en su vida: un amigo de la familia, la guardería, la nueva canguro que acabamos de contratar…
Inconsolables llantinas por la crisis de los extraños
Así, no consiente que nadie, salvo su papá o su mamá, le coja en brazos o le haga una carantoña. Nosotros somos su mundo y cuando siente que éste «está en peligro» se lleva un tremendo berrinche. Llora cuando nos alejamos, cuando se despierta y descubre que no estamos allí y se angustia en las separaciones, aunque estas de produzcan por breves instantes.
Todas estas reacciones tienen su explicación. Y es que, será precisamente a partir de los seis u ocho meses cuando el niño comience a comprender que es un ser independiente de sus padres y por lo tanto a tomar conciencia de sí mismo como persona.
No es tan malo como parece
Pero este sentimiento de angustia por la separación de nuestro hijo no es tan negativo como a simple vista puede parecernos. En primer lugar, porque su miedo a «lo extraño» es un rechazo natural: A todos nos cuesta familiarizarnos con un desconocido o, simplemente, con las situaciones nuevas. En segundo lugar, porque esta frustración que manifiesta nuestro bebé mediante el llanto le fortalece de cara al futuro: Es evidente que nosotros no podremos estar siempre a su lado y que el día de mañana tendrá que superar por sí solo situaciones bastante desagradables desde su punto de vista (el primer día de cole, por ejemplo).
En cualquier caso, no todos los bebés pasan por esta crisis. Hay algunos niños que desde que nacen son muy sociales y cuando llegan las primeras separaciones no manifiestan ningún tipo de inseguridad o, si lo hacen, es de una forma casi imperceptible.
Plan de choque frente a la crisis de los extraños
Para ayudarle a superar esta situación tendremos que poner en práctica un «plan de choque». Desde el primer día, por ejemplo, le sacaremos más de paseo para que conozca a otros niños. Al principio, dada su corta edad, será incapaz de jugar con ellos, pero estas primeras relaciones le permitirán introducirse poco a poco en el interesante mundo de las relaciones sociales.
También procuraremos jugar con él en casa. Juegos como el tradicional «Cucú-Tras» le permitirán comprender conceptos tan importantes como el que por el hecho de que una persona desaparezca de su vista ésta no deja de existir.
Además, cuando llegue el momento y nuestro hijo comience a sentirse inseguro procuraremos permanecer a su lado todo lo que podamos retrasando, en la medida de lo posible, la introducción de cambios en su rutina y en su vida: Si nuestro pequeño está pasando por la crisis de los extraños, puede que lo más adecuado sea esperar unas cuantas semanas antes de dejarle con la canguro o llevarle a la guardería.
Consejos para que tu bebé supere la crisis de los extraños
1. Un sistema para que el niño empiece a comprender que las cosas no dejan de existir por el hecho de desaparecer es jugando con el a ocultar sus juguetes. Para hacerlo podemos comenzar tapando con un pañuelo sus peluches preferidos. Cuando los encuentre no sólo se llenará de alegría sino que, además, habrá aprendido una lección muy importante.
2. Si va a ir a la guardería y lleva una temporada un tanto inseguro y asustadizo conviene que esperemos antes de hacerlo. Lo más seguro es que nuestro pequeño supere esta ansiedad en cuatro o cinco semanas y entonces ya estará preparado para afrontar este nuevo cambio.
3. Acostúmbrale cuanto antes a relacionarse con otros niños. De este modo, le habituaremos a ser más sociable y por lo tanto superará con mayor facilidad el miedo a los extraños cuando llegue el momento.
4. Si nosotros somos poco sociables, inseguros y tenemos pocos amigos, lo más probable es que nuestro hijo termine comportándose de igual manera. Para evitar esta situación debemos procurar esforzarnos por abrirnos a los demás, así nuestro pequeño hará lo mismo el día de mañana.
5. Hay pequeños que son poco sociables por naturaleza. Si nuestro bebé es así no le forcemos en exceso. Es mejor que le permitamos adaptarse a los extraños a su ritmo pues no todo el mundo tiene el mismo carácter y puede que nuestro hijo necesite más tiempo para conocer y querer a los que le rodean.
6. Aunque nos cueste la separación debemos acostumbrar a nuestro pequeño a estar con otras personas desde el primer día. Así no renunciemos a nuestras salidas de vez en cuando. Pasar unas cuantas horas con los abuelos o con su tíos y primos preferidos puede ser una experiencia muy beneficiosa para nuestro bebé de cara al futuro.
¿Me despido o desaparezco?
Uno de los miedos más típicos a estas edades es el de la separación de los padres. La idea de que cuando papá o mamá salen por la puerta de casa es para no volver es de lo más habitual en los niños. Por ello, si nuestro hijo se pone a llorar cada vez que vamos a salir sin él no tomemos la costumbre de desaparecer delante de él. En estos casos, es mucho mejor dejarle entretenido con algún juego para luego salir.
Cuando sea un poco mayor y tengamos que marcharnos le explicaremos que tenemos que irnos por un tiempo determinado y que a una hora en concreto volveremos para estar con él. Eso sí, si le dijimos que llegaríamos a casa a las cinco de la tarde, procuremos ser puntuales. De este modo, no sólo conseguirá superar sus miedos sino que tendrá muy claro que puede confiar siempre en nuestra palabra.
Marisol Nuevo Espín
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