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Algunos casos de hiperactividad son diagnosticados de forma errónea

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En ocasiones el diagnóstico de hiperctividad no es real
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Cuando un niño presenta problemas de conducta, un especialista puede aportar una solución tras examinar al menor e indicar un tratamiento para solucionar el problema que hace aparecer este comportamiento. Pero, ¿y si este diagnóstico fuera erróneo? ¿Y si se estuviera procediendo con el niño de una forma que no corresponde?

Esto es lo que plantea Paloma Méndez de Miguel, neuropsicóloga clínica del hospital Quirónsalud San José, quien cree que en algunos casos el diagnóstico de hiperactividad en niños. Esto supone que no se inicien los tratamientos necesarios y por tanto no resolviéndose el problema de conducta en el niño.

Sobrediagnóstico del TDAH

Una de las causas que provoca la falta de atención en los más pequeños y que hace que estos no tengan una conducta adecuada es la hiperactividad, TDAH. En los últimos años han aparecido multitud de técnicas que hacen que los especialistas puedan detectar de forma más fácil este desorden neurológico. Sin embargo en ocasiones este problema se diagnostica de forma errónea.

«En ocasiones se da un sobrediagnóstico y nos encontramos con pequeños con un problema de conducta o con dificultades cognitivas de otra índole que son inadecuadamente etiquetados de TDAH«, afirma Paloma Méndez quien recuerda que se deben dar conjuntamente tres síntomas para diagnosticar este trastorno: déficit de atención, la hiperactividad y la impulsividad.



 

Hiperactividad: señales a las que atender

Los padres deben estar atentos al comportamiento de sus hijos para valorar si estamos ante un caso de TDAH. Estas son algunas de las señales que deben ser tenidas en cuenta por los progenitores:

– Que desde el colegio adviertan de la presencia de uno o varios síntomas nucleares del TDAH: déficit de atención, hiperactividad e impulsividad. El centro educativo suele ser una fuente fiable, porque la comparación del niño con el resto del grupo de igual edad hace que se tenga un prisma más amplio que en casa.

– Los síntomas deben aparecer antes de los seis años de vida y darse durante, al menos, seis meses en todos los contextos: escuela, casa, en presencia de otros familiares, en actividades extraescolares, etc.

– Si un niño simplemente se muestra muy inquieto e impulsivo en casa, es razonable pensar que se trata de un problema conductual.

– Es necesario esperar hasta los seis años, ya que hay diferentes ritmos de desarrollo, lo que puede ocasionar que un niño de cuatro años con aparentes signos de TDA-H evolucione normalmente y posteriormente no muestre ninguno.

La alerta atencional suele ser adecuada y no debe despistar a los padres que su hijo pueda focalizar bien la atención cuando algo le motiva.

Damián Montero

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