En medio de la alegría generalizada por el nacimiento del segundo hijo, el mayor puede sentir que su mundo afectivo se tambalea. Su imaginación intentará satisfacer las innumerables dudas que surjan ante las nuevas circunstancias y necesitará más que nunca sentir el amor de sus padres. Sentirse el príncipe destronado sembrará muchas dudas en su inexperta mente y es muy posible que sienta celos, y tema ser desplazado de su cariño.
Aún cuando los padres hayan puesto el mayor empeño en no malcriarlo, el primer hijo siempre percibe que la llegada del nuevo hermanito le arrebata la exclusividad que hasta entonces gozaba.
En esta situación, las reacciones o celos del príncipe destronado pueden ser de todo tipo -rabietas injustificadas, agresiones a su «rival», comportamientos inaguantables, autolesiones…-, pero no debemos asustarnos ante ellas. Lo importante es que el niño sufre y que en esos momentos no sólo necesita que sus padres le quieran, sino sentirse querido.
Los celos y la ansiedad no son más que las manifestaciones del desequilibrio afectivo en un periodo especialmente sensitivo.
Todos esperan la llegada del bebé
Para que el niño no sienta celos y entienda la llegada del bebé como un acontecimiento bonito y que debe aguardar con ilusión, es fundamental que vea el nacimiento como algo natural.
Hasta ese momento, todo ha girado en torno al rey de la casa, y no tendría sentido que la llegada de un nuevo miembro a la familia fuera una noticia de cuya alegría él no esté invitado a participar.
Para que el niño disfrute de la emoción de la espera podéis recurrir a pequeños trucos, como hacer que palpe la barriga de la madre, que intervenga en la preparación de la canastilla y los faldones, le informéis de los proyectos… Ir a ver algún recién nacido hijo de amigos le ayudará sin duda a hacerse una idea de lo que próximamente encontrará en su casa.
Ideas para preparar el encuentro
Otro punto importante es que el niño no se sienta abandonado en el momento del alumbramiento de su hermano. Organizaos para que alguna de las personas más ligadas a vuestro hijo -los abuelos o los tíos- se encarguen de llevarlo con ellos.
De esta manera, no relacionará el nacimiento del bebé con el abandono despavorido de los papás dejándolo olvidado en casa. En todo caso, habrá sido una noche emocionante y novedosa en otro lugar donde le quieren y le tratan estupendamente.
Tampoco queráis que el niño vaya a la clínica inmediatamente. Es mejor que tarde dos días y vea a su madre en condiciones, que no llevarle de inmediato y que la encuentre agotada y cansada. En esas circunstancias, ella no podrá prestarle la atención que él necesita y a la que tiene todo el derecho del mundo.
En la clínica: ideas para el primer contacto
También es importante que la primera vez vea a su hermano en la cuna. Encontrar al bebé en brazos de su madre, y que ésta lo esté alimentando en ese momento puede causar al niño una impresión negativa que es fácilmente evitable.
Una vez su madre lo haya acariciado y besado, y le haya preguntado por sus cosas, puede explicarle que hay que dar de comer a su hermanito y él lo encontrará bien lógico. No se trata de hacer las cosas a sus espaldas, sino de ordenar sus impresiones.
No es mala idea que tengáis preparado un pequeño obsequio en la cuna del bebé para su hermano mayor. Este se sentirá ilusionado y en caso de que ya apunten algunos celos, los relegará al olvido por un rato. El regalo le ayudará a ver al recién nacido como alguien que pretende ser su amigo, en vez de como un competidor.
Las ventajas de ser el mayor
Los primeros días tras la vuelta a casa hay que poner especial atención en el mayor, para que no se sienta desplazado del cariño de sus padres. Es probable que esté irritable y malhumorado, pero de nada valdrán los discursos y, desde luego, no es el momento de reñirle. Lo que necesita son contínuas demostraciones de cariño.
No escatiméis besos, abrazos, caricias y volteretas en el aire. Debe notar que el amor de sus padres se ha multiplicado: no sólo le quieren a él como antes, sino que también quieren al recién llegado.
Es también el momento de hacerle ver que es no es el príncipe destronado sino el mayor y que tiene ciertos privilegios que están vedados al bebé por ser pequeño. Poder sentarse a comer con sus padres, saber lavarse las manos y llevar a papá las gafas puede ser para él algo maravilloso y evitará que quiera imitar la conducta del bebé -hacerse pis en la cama, llorar continuamente- para llamar la atención.
Una excelente ayuda
Es normal que el niño tenga alguna rabieta y quiera pegar al hermanito, por lo que no es aconsejable que los dejéis a los dos solos. Pero no encerréis al mayor sino al pequeño. Con un sonotón podréis saber si el bebé se ha despertado, mientras que el mayor puede moverse con la libertad de antes. Debéis entender que sienta una atracción casi irresistible por la cuna, pero no le apartéis bruscamente de ella.
También le ayudará sentirse útil en el cuidado de su hermano. Avisar cuando llora, si duerme o si está en peligro e -incluso- ayudar a sostener el biberón le hará sentirse importante a los ojos de mamá y aprenderá a responsabilizarse. Eso sí: tenéis que agradecérselo con toda seriedad.
Cuando el bebé tenga casi un año y comience a hacer gracias, es probable que el mayor sienta de nuevo los celos. La fórmula para atajarlos será siempre la misma: manifestarle más cariño.
Consejos para evitar que el mayor sea el príncipe destronado
1. Preparad la llegada del bebé contando con el niño, haciéndole sentir ilusión por ello. No os metáis en grandes explicaciones, pero tampoco le contéis el cuento de la cigüeña.
2. Cuando llegue el momento, no dejéis al niño en casa. Aunque esté con alguien de confianza, notará mucho más la ausencia de mamá.
3. Al volver de la clínica, procurad que las visitas sean más cariñosas con el niño que con el bebé.
4. Dad al niño todas las explicaciones que pida respecto a su hermano, pues eso le hará verlo como algo que hay que cuidar, y se sentirá responsable y mayor.
5. Esmeraos en las manifestaciones de cariño con vuestro príncipe, para que no se sienta destronado sino ascendido en su rol familiar. No le riñáis por sus celos, volcaos en él.
6. No le contéis que tiene un nuevo juguete, puesto que se trata de su hermanito y no podrá hacerle «gamberradas». Pensar en él como un ser humano le hará sentirse responsable de su seguridad y comodidad.
7. Dejad que ambos jueguen juntos, pero jamás a solas. En cualquier caso, no es bueno que saltéis y peguéis una voz en cuanto el niño intente cualquier aproximación.
8. Regalos para él también. Cuando esté el bebé en casa y comiencen a venir las visitas con los faldones, jerseys y demás presentes, podéis tener caramelos escondidos para que «regalen» también al mayor, y no sienta que ha dejado de ser el rey de la casa.
Rocío Serrano
Asesoramiento: Manoli Manso. Bachelor of Education por la Universidad de Gales. Profesora de niños entre 4 y 7 años.
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