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Mirarse al espejo

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Beneficios de mirarse al espejo

Foto: ISTOCK Ampliar foto
Por Manuel Álvarez Romero. Director Centro Médico Psicosomático
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¿Es saludable ponerse ante el espejo? Al menos puede ser higiénico. Cada mañana y durante el día nos situamos ante el espejo para el arreglo personal. Pero ¿y el narcisismo? Ahí está. Es el exceso cuantitativo o la alteración cualitativa de ese mirarse en los espejos de la vida.

También aquí, en estos menesteres, en el justo medio está la virtud. Me importa mucho dejar bien claro que resulta muy conveniente mirarse al espejo de la propia conciencia.

Es más, pienso que es necesario conseguir el silencio interior que se precisa para mirarse y dar entrada a la buena marcha de nuestra vida. Muchos males vienen, sin duda, de no saber estar en silencio, en el interior del alma. Y, si hay que procurarlo de ordinario, es aún más importante hacerlo para lograr el equilibrio interior y personal en momentos de turbulencia vital tales como resultan ser las enfermedades, las desavenencias, la soledad no querida, el descentramiento, la frustración vital o el cansancio.

Otra cuestión, es frecuente ver que muchas personas tienden a la hiperactividad, a la huida como solución a las sobrecargas del vivir. Y actuar así es un craso error.


Pero hay más, quienes tienen determinado tipo de personalidad tienden a hiperocuparse de los demás, a cuidar mil aspectos de quienes les rodean, con una conducta extremosa que, por impuesta ahoga, con el consiguiente descuido del mínimo personal que alcanza a arruinar, puntualmente el correcto funcionamiento psicológico de quién así vive.


Es algo que el protagonista no entiende: ¿cómo mi generosidad no es reconocida, sino más bien castigada? Y eso justamente lo que tan devastadora y frecuentemente sucede en la personalidad anancastica o perfeccionista.

Es un error no reelaborar y conseguir el propio equilibrio de nuestras actitudes y estrategias. Es lo que venimos a hacer cuando ponemos en práctica ese «ocuparse de sí», que es como un prudente mirarse al espejo. Se trata de dejar otras cosas urgentes o importantes, pero que ahora son realmente inoportunas, y en cambio pasar a preocuparnos/ocuparnos de sí mismos. Es, recargar las pilas que flojean, poner el reloj puntualmente en hora.

Reflexión, contemplación, reposo interior ¡nos son necesarios! Y esa actitud ¿no viene a ser un tanto positiva? Es y no es pasividad, al mismo tiempo. Así recrecemos en nuestra solera, así recobramos la paz alterada, así en fin, nos acicalamos interiormente y nos engalanamos para mejor servir a los demás. Ese es -y no otro- el camino de la felicidad.

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