Parece lógico: desde el mismo instante en el que una persona se convierte en padre, la vida de su hijo es lo más importante y no quiere que sufra ni le pasa nada malo. Pero, ¿y si nos estamos pasando y debes dejar de sobreproteger a tus hijos? De esto alerta la psiquiatra infantil del Servicio de Psiquiatría y Psicología Clínica del Hospital Universitario HM Puerta del Sur, Lilia Marinas, que aboga por dejar de sobreproteger a los hijos y, en su lugar, enseñarles a enfrentarse a la vida.
«A medida que crece tu hijo/a debe aprender a desenvolverse solo«, sentencia esta experta, que lamenta que desde hace unos años «se está viendo una tendencia de los padres a sobreproteger a los hijos«, lo que impide su autonomía. «Interpretan que la mejor forma de cuidar a sus hijos es evitarles riesgos y dificultades, pero no se dan cuenta de que con la sobreprotección infantil limitan sus posibilidades de desarrollo», explica la psiquiatra infantil.
Padres helicóptero: los más sobreprotectores
Al hablar de padres sobreprotectores es imposible no mencionar la hiperpaternidad y el término ‘padres helicóptero‘, que hace referencia a un estilo educacional que combina la sobreprotección con un exceso de control y elevada exigencia: «Los padres se preocupan por el futuro de sus hijos desde edades muy tempranas, fomentando la competitividad y una percepción del mundo laboral inseguro», continúa esta experta, que asegura que, al final, «con el deseo de darles lo mejor, acaban protegiéndoles de la vida en vez de prepararles para enfrentarse a ella».
Las consecuencias de sobreproteger a los hijos son graves. Esto es mucho más importante de lo que pueda parecer y puede tener graves consecuencias. A nivel emocional, los hijos de esta clase de padres «son niños que no aprenden a ser responsables de su propio bienestar ni de sus actos, porque siempre han obtenido de forma inmediata lo que han pedido». ¿Y qué pasa con esto? Los pequeños «no reconocen sus errores, son más inmaduros, a menudo se sienten insatisfechos y pueden reaccionar de forma irritable o agresiva si los demás no atienden a sus demandas», comenta Marinas en una nota de prensa remitida por el hospital.
Otra de las graves consecuencias que tiene para los niños esta clase de educación tiene que ver con su aprendizaje: tras crecer en este ambiente, los pequeños tienden a mostrar menos iniciativa propia y escaso desarrollo de la creatividad, además de desmotivación por los estudios.
Por qué es bueno castigar y regañar a tus hijos
Sí, cuando los pequeños se portan mal hay que explicarles por qué eso no se puede hacer pero, si el comportamiento se repite, hay que regañarles o incluso castigarles. En este punto, la experta asegura que es bueno «mostrar enfado» ya que esto «sirve para enfatizar el desacuerdo con la conducta del niño».
Eso sí, «hay que intentar destinar las regañinas a conductas que queramos corregir y no recurrir a ellas cada vez que no haga lo que esperamos», aclara. Es decir, debemos enseñar y regañar, pero siempre es necesario dar una explicación al niño del límite que se le está poniendo, pues el aprendizaje más eficaz es que asuma una consecuencia natural de su comportamiento. La psiquatra pone un ejemplo: si no hace los deberes a tiempo, no podrá bajar al parque.
¿Qué pasa con los deberes del colegio?
Por desgracia, hoy en día son muchos los padres que ven con naturalidad hacer los deberes de sus hijos para que saquen buenas notas. Una actitud que es un gran error: es posible que el niño saque una buena calificación, pero el objetivo de los deberes no es tanto la nota como que los pequeños aprendan, algo que no habrán hecho si la tarea la ha realizado el progenitor. «El mensaje que transmiten es que lo único importante es el resultado, no el esfuerzo», afirma Marinas.
En lugar de esto, unos buenos padres deben ayudar a hacer los deberes en función de las capacidades de sus hijos, enseñándoles aspectos como organización, gestión del tiempo y lugar para la realización de las tareas escolares, pero la ayuda irá disminuyendo a medida que el niño adquiera autonomía. «Los niños deben poder equivocarse, pues los errores son una fuente importante de aprendizaje», apunta la experta.
Otro punto polémico al que se refiere la psiquiatra es a los grupos de WhatsApp de padres. Pese a ser una herramienta muy común entre los progenitores para enviarse los deberes que olvidan los hijos, «esta actitud priva al niño de aprendizajes muy valiosos para un buen rendimiento académico, como la organización, la memoria, la atención, la responsabilidad de hacer los deberes y las consecuencias de no hacerlos», asegura la psiquiatra.
Los niños también tienen obligaciones en casa
La experta recomienda que los pequeños asuman responsabilidades «lo antes posible, siempre en función de sus capacidades». En general, desde los 2 o 3 años pueden empezar a aprender a comer y vestirse solos. Antes de los 6 ya tienen que ser autónomos en la higiene, vestirse, comer de todo, disfrutar jugando solos y con otros niños, acostarse a la hora acordada y mantener ordenados sus juguetes.
Para finalizar, Marinas afirma que es bueno que los hijos se separen de sus padres de vez en cuando, pues «es beneficioso para ambos». Los padres necesitan tener tiempo para ellos y cuidar la pareja. Al niño le viene bien que sus padres hagan otras cosas además de criarle (trabajar, quedar con amigos), de esta forma, no será tan dependiente de ellos.
Damián Montero
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