Las despedidas nunca son sencillas, decir adiós puede llegar a ser muy complicado y doloroso. Sin embargo, las despedidas forman parte de la vida, no podemos evitarlas, y por eso debemos aprender decir adiós y en algunos casos también aprender a desprendernos de aquello que ya no forma parte de nuestra vida. Decir adiós, es necesario y nos ayuda a seguir adelante, a superar la pérdida y a afrontar lo que está por venir.
¿Por qué nos cuestan tanto las despedidas?
La despedida implica decir adiós y lleva asociada una pérdida más o menos intensa, más o menos duradera. Existen diferentes tipos de pérdidas y que conllevan diversas despedidas:
1. Despedidas temporales, implican una pérdida temporal. La separación se limita al tiempo y la distancia. Entre estas despedidas encontramos aquellas despedidas que tenemos que hacer cuando vivimos lejos de nuestros familiares, pero sabemos que volveremos a verlos y que aunque haya una distancia física, tenemos cercanía afectiva.
2. Despedidas asociadas a pérdidas permanentes. Son las más dolorosas y serían aquellas que ocurren cuando muere un ser querido, o tenemos una ruptura de pareja. Estas pérdidas implican la pérdida física, y muchas más pérdidas. La pérdida de proyectos en común, la pérdida de los ratos juntos, de las conversaciones, y sobre todo la del afecto que sentimos y que creíamos tener de la otra persona.
Estas pérdidas asociadas son más complicadas y requieren de un reajuste psicológico pertinente. Podemos perder físicamente a la persona, pero el afecto no se pierde de un día para otro, ese afecto no desaparece, y necesita transformarse mediante un proceso de reajuste psicológico.
¿Qué conllevan las despedidas y por qué causan dolor?
Las despedidas nos cuestan tanto porque están asociadas a pérdidas y con cada pérdida se va parte de uno mismo. La pérdida conlleva:
1. Pérdida de seguridad. Ya no nos sentimos seguros y tememos por ello.
2. Implica cambiar nuestro modo de pensar en la persona de la que nos despedimos y en nosotros mismos. Con la despedida cambia nuestro rol, dejamos de ser pareja de… o hijo de…, hermano de…, aunque la despedida sea temporal.
3. Las despedidas implican pérdida del tiempo en compañía, de las aficiones, conversaciones, gestos de cariño y proyectos en común.
Todo ello conlleva dolor, tristeza y un gran cambio.
Aprende a decir adiós y desprenderte
Las despedidas son necesarias, como un ritual que deja atrás aquello que ya no forma parte de nuestra vida. Es un proceso doloroso, pero no hacerlo puede suponer aferrarnos a algo que nos limita. La despedida hace posible el proceso de reajuste psicológico que nos permite avanzar.
1. Tomate tu tiempo. La despedida es dolorosa y puede llevar tiempo.
2. Respeta tus emociones y acepta tu dolor. No trates de reprimir las emociones que sientes en la despedida, ya que son las naturales en esta situación y tienen que salir para cumplir su función. Deja que salgan las emociones como la tristeza o el enfado, para que se puedan transformar tus afectos y puedan lugar a otras emociones como el cariño, la compasión, etc.
3. Evita pasar la despedida solo, rodéate de gente que pueda ayudarte.
4. Aprovecha para hacer cosas nuevas. Tal vez sea un buen momento para empezar con algo nuevo.
5. Busca el lado positivo a la nueva situación. A menudo nos aferramos a lo que se va y no vemos lo positivo de la nueva situación.
Celia Rodríguez Ruiz. Psicóloga clínica sanitaria. Especialista en pedagogía y psicología infantojuvenil. Directora de Educa y Aprende. Autora de la colección Estimular los Procesos de lectura y escritura.
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