Las evidencias externas de los cambios físicos que se producen durante el embarazo son patentes. Ahora un grupo de investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona y del Instituto Mar de Investigaciones Médicas ha encontrado que la mujer experimenta más cambios durante la gestación. En concreto se modifica su estructura cerebral para adaptarse a la maternidad y a los retos que esto supone.
La mujer madura
Tal y como resaltan los responsables de este estudio, hasta la fecha numerosas investigaciones han centrado sus esfuerzos en encontrar los cambios por los que atraviesa la mujer a nivel óseo u hormonal. Sin embargo pocos se han dedicado a observar cómo evoluciona el cerebro durante la gestación.
Para aprender más de cómo puede cambiar el cerebro de la mujer en el embarazo los investigadores sometieron a varias resonancias a distintas madres primerizas antes y después del parto. También se escogió otro grupo de mujeres que nunca habían estado encintas para comprar sus datos con las que sí.
La investigación fue acumulando datos durante cinco años tanto del grupo de madres primerizas como de mujeres que nunca habían parido. Los resultados del estudio mostraron una reducción simétrica en el volumen de sustancia gris en la línea media cortical anterior y posterior, así como en secciones específicas de la corteza prefrontal y temporal en las mujeres embarazadas. Estas zonas forman un mapa que coincide, en gran medida, con una red que los neurocientíficos asocian con los procesos implicados en las relaciones sociales.
Esto se traduce en que las madres primerizas eliminan partes de su cerebro enfocadas a labores más ociosas con lo que su capacidad de concentración aumenta con el embarazo. Tal y como indican los investigadores esta alteración podría ser un mecanismo que tiene el cuerpo de la mujer para adaptarse al reto de la maternidad. En definitiva, las mujeres experimentan una acelerada maduración de su personalidad durante la gestación.
Poda sináptica
Este proceso se define como poda sináptica. Aunque a priori puede parecer que la reducción de materia gris es mala, es un proceso habitual en el crecimiento de las personas y que se produce en otras etapas como la adolescencia. Estos cambios responden a una evolución del cerebro que elimina aquellas conexiones más débiles y que pueden entorpecer algunas actividades en los adultos.
Eliminar las conexiones débiles del cerebro hace que se aumente la capacidad de concentración. «Los resultados apuntan a que esta plasticidad cerebral inherente al embarazo tiene un fin evolutivo destinado a que la madre infiera eficientemente las necesidades de su bebé», explica Erika Barba-Müller, una de las responsables de esta investigación.
Damián Montero
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