Los periodos de vacaciones son ideales para intensificar la educación de nuestros hijos. Son tiempos en los que convivimos más tiempo con ellos. Separados de la realidad diaria, hay que aprovechar para conocerles más a fondo, y sacar partido educativo a estos días. No dejemos que las vacaciones de Navidad se convierta en un tiempo exclusivamente de celebraciones, comidas familiares y regalos. Estos días de Navidad son ideales para educar de un modo especial, distinto al día a día del resto del año.
Sin contar las horas de sueño, nuestros hijos pasan la mayor parte de su tiempo en el colegio. Habitualmente están más de ocho horas diarias fuera de casa y no les vemos. E incluso puede suceder que nosotros mismos lleguemos del trabajo más tarde que ellos, incrementándose el tiempo de separación. Y así durante casi nueve meses al año. Pero los padres tenemos unos periodos en los que podemos educar de otra manera, distinta a la del resto del año y quizá más efectiva. Son las vacaciones. Y a la Navidad podemos sacarle mucho partido.
Porque es Navidad, una muletilla que sale del corazón
En las vacaciones de Navidad, con frecuencia, los niños tienden a centrarse en sí mismos. Son conscientes de que van a recibir muchos regalos: de los abuelos en Nochebuena, en Año Nuevo de los padrinos, el día de Reyes, etc. Puede ocurrir que el chico o chica esté demasiado pendiente de lo que va a recibir y se olvide por completo de lo que tiene que dar.
Una buena ayuda, aunque parezca demasiado usada y reusada, puede consistir en añadir la muletilla «porque es Navidad» cuando exijamos algo a nuestros hijos. No sólo podemos usarla en casa al darles algo, sino que puede salir en otras reuniones familiares o al dar una limosna. Puede servir incluso para perdonar a sus hermanos cuando le hacen trastadas. Quizá nuestro hijo aprenda así a desprenderse de sí mismo y de sus cosas con una sonrisa. Y la Navidad parece un tiempo muy propicio para ello.
La batalla del turrón en Navidad
A nosotros también se nos puede hacer costoso evitar los excesos en las vacaciones de Navidad, sobre todo en las compras y en las comidas. Pero vendrán bien algunos pequeños esfuerzos, sobre todo para educar con hechos en sentido positivo. Quizá nos resulte difícil, porque nos encantan los langostinos con mahonesa o las gambas a la plancha y ésta es de las pocas ocasiones que tenemos para disfrutarlas… Pero educar a los hijos bien vale comer un poquito menos de lo que nos gusta y un poco más de lo que no nos gusta.
Además, aunque nuestro hijo no esté gordo ni lo vaya a estar, el turrón en grandes cantidades no resulta muy sano, ni para el estómago ni para las muelas. Si prestamos atención, conseguiremos que nuestro hijo o hija se mida con los dulces. Y así les enseñaremos que se disfruta mucho más una cosa cuando ha pasado más tiempo desde la vez anterior que la pudimos saborear.
Educar con los regalos de Navidad, es posible
A su vez, los mismos regalos cosas pueden ser educativos, si sirven para enseñar que hay que contentarse con lo que cada uno tiene. O si les invitamos a que ellos también hagan regalos. Así lograremos que no se muestren exigentes ni caprichosos a la hora de pedir regalos, dinero, ropa, etc., tanto en esta Navidad como el resto del curso y el día de mañana. Habrá que corregirles si se sientan delante de la televisión con el constante «me lo pido» en los labios.
La mejor compañía para todos en Navidad
La vida de nuestro hijo puede cambiar mucho si consigue olvidarse de sí mismo y preocuparse de los demás con generosidad en acciones solidarias desinteresadas. Y nuestros hijos pueden ser generosos no sólo con dinero, o compartiendo los juguetes con sus hermanos. La Navidad es un tiempo propicio para las visitas a familiares enfermos, ancianos de asilos que están olvidados por sus familias, orfanatos, etc., dedicando tiempo con generosidad a hacer compañía a otros.
A casa de los abuelos en Navidad
Cómo no, estos días se prestan a reforzar los lazos familiares con parientes a los que vemos menos por razones de distancia, falta de tiempo u otros motivos. A veces tendremos que hacer algún viaje a otra provincia distinta de la nuestra. Pero la familia bien vale unos días de traslado familiar. Alojarnos en casa de algún pariente puede enseñar a nuestros hijos a saber cuidar las cosas de la casa. Principalmente porque no son suyas.
Además, tendrán que amoldarse a los gustos y costumbres de sus abuelos, tíos o primos. Eso ayuda a que los chicos y chicas se olviden un poco de sus preferencias y será bueno que les expliquemos que hay que descubrir el placer de hacerlo pasar bien a los demás.
Una tarde divertida: planes de Navidad con niños
También podemos aprovechar estos días para inculcar una serie de hábitos culturales a nuestros hijos. Es importante que desde pequeños cojan afición por la lectura, pues arraigar esta costumbre cuando ya es mayor es mucho más difícil. Podemos buscar guías de literatura y lecturas infantiles que nos ayuden en esta tarea.
En fechas tan especiales, entre las múltiples actividades y planes con niños, puede ser una buena idea para aprovechar la tarde que acudamos en familia a algún espectáculo público, como el circo, el cine o el teatro, seleccionando antes las películas u obras que vayamos a ver. Está demostrado que una buena película u obra de teatro desarrolla más la inteligencia y la riqueza lingüística que un videojuego.
Consejos para educar porque es Navidad
1. Hay que procurar pasar bastantes horas con nuestros hijos esta Navidad. Podemos aprovechar las cabalgatas de Reyes, Belenes vivientes o lugares típicos navideños para conocerles mejor viendo como se desenvuelven y charlando con ellos con tranquilidad.
2. La Navidad es un tiempo propicio para reforzar nuestros lazos familiares. Las visitas a nuestros parientes, especialmente a aquellos de mayor edad, es una costumbre que ayuda a salir de uno mismo. Reserva ya algunos días para estas visitas.
3. Habrá que tener claro el plan de cada día, organizándose y elaborando una agenda o calendario para que nuestros hijos aprovechen bien el tiempo. Si nos organizamos bien habrá tiempo para todo y no habrá ratos muertos e inútiles. También habrá sitio para la literatura y el cine infantil.
4. Podemos organizar con otras familias amigas una recogida de juguetes que nuestros hijos ya no utilizan para luego acudir a algún hospital infantil o residencia de huérfanos y alegrarles un poco la Navidad. Esto servirá de gran ayuda para educar en generosidad y solidaridad.
5. Y también visitar hospitales de ancianos o asilos. Aquellos que han perdido a su familia o se sienten solos agradecen mucho las visitas de gente desinteresada.
6. Para educar en la fortaleza y la sobriedad, lo primero es dar ejemplo. Nuestras compras y nuestras comidas han de ser templadas y demostrar con hechos aquello de que no está la felicidad en el tener sino en el ser. Pude ser muy útil que nos acompañen a hacer la compra.
Lo mejor para estas Navidades es que prestemos atención a que nuestros hijos miren más a los demás que a ellos mismos para que vayan olvidándose de sus caprichos. Alguna vez habrá que premiar sus esfuerzos, quizá apuntando en un papel para que vayan ganándose la bicicleta a plazos. Poco a poco irán dándose cuenta de que hay cosas que hay que hacer aunque no haya un premio detrás, descubriendo que toda persona necesita de los demás y los demás necesitan de ella.
Marisol Nuevo Espín
Asesoramiento: Salustiano Méndez. Filósofo y profesor
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