¿Te has parado a pensar de qué temas hablas con tu hij@ adolescente? Es habitual que la mayor parte del tiempo lo dediquemos a corregirle, prohibirle, ordenarle, etc. No negaremos que la comunicación en esta etapa es algo más complicada pero, pese a ello, nuestro hijo «necesita» escuchar 5 mensajes que todo adolescente debería recibir.
Es frecuente escuchar a los padres referirse con horror a la etapa de la adolescencia de sus hijos. Parece que se ha metido el enemigo en casa y nosotros somos unas pobres víctimas que sufrimos sus cambiantes estados de ánimo, su desorden, desobediencias, malas notas, compañías poco recomendables, planes con los que no estamos de acuerdo, etc., etc. Y así, la convivencia con nuestros hijos se convierte en una continua batalla.
Llegó el momento de cambiar de táctica
Ddebemos saber que gran parte de la culpa la tenemos nosotros, sí nosotros, aunque nos chirríen los oídos al leer esto. Tan sólo debemos ponernos en su lugar e intentar pensar cómo nos sentiríamos si cada vez que nuestro jefe -los padres en el caso del adolescente- se pasase el día diciéndonos cosas negativas, comentando lo mal que trabajamos, lo que cuesta convivir en la oficina con nosotros, lo pésimamente que nos organizamos, los malos resultados laborales…
Pues bien, esta es la vida de nuestros hijos adolescentes y está en nuestras manos darle un giro a esta situación. Para ello debemos cambiar el «chip» y hacer un esfuerzo decidido para que le lleguen mensajes positivos de nuestros labios; debe convencerse que, sea como sea él/ella, le queremos muchísimo, que estamos y estaremos a su lado para superar juntos las dificultades, que somos aliados no enemigos, que le corregimos para sacar lo mejor de él/ella, que tendremos paciencia para esperar que aflore esa persona maravillosa que es y que ahora no vemos por ningún lado.
Nosotros somos los que educamos, por tanto, debemos estar por encima de un «estado pasajero» como es la adolescencia; debemos estar a la altura para ser los mejores padres de nuestros hijos y esto requiere muchas horas de entrenamiento.
¿De qué hablamos con nuestro adolescente?
Habitualmente, la respuesta más común a esta pregunta es: «Hablarle no le hablo mucho, más bien le grito constantemente por el desorden de su habitación, a causa de las notas, porque suele escaquearse cuando hay que ayudar en casa o porque el fin de semana llegó más tarde de lo habitual». En ocasiones, quizá en más de las deseadas, intentar comunicarse con un adolescente en crisis es una tarea difícil; pero, si nos descuidamos, nuestra relación puede reducirse peligrosamente a censuras y críticas hacia su persona y su comportamiento.
Sin embargo, nuestro hij@ tiene unas necesidades especiales de comunicación y espera que nosotros tomemos la iniciativa, debemos adoptar una postura más activa, trasmitiendo con constancia pero sin ser pesados, una serie de mensajes que la mayoría de los adolescentes espera escuchar por parte de sus padres. En estas páginas os proponemos cinco mensajes, pero está en vuestras manos descubrir qué le gustaría oír a vuestro propio hijo.
5 mensajes que todo adolescente debería recibir de sus padres
1. Para cimentar su autoestima: «Estoy orgulloso de ti»
Con esta frase tan simple, ayudamos a cimentar la autoestima de nuestro hijo. Nos podemos preguntar, ¿cuándo debo decírsela? Seguramente nos sale de modo natural en el momento en que logra algún éxito, pero realmente un adolescente lo necesita especialmente cuando falla. Así, le trasmitimos que estamos orgullosos de él/ella porque es nuestro hij@ y no nos hacen falta más motivos. Y, sin embargo, muchos adolescentes pueden no tener la suerte de escuchar este mensaje a menudo. Deberíamos estar orgullosos de nuestro hij@ y reconocerle por lo que es y por los esfuerzos sinceros que hace por mejorar, sin compararle con otros y sin establecer metas arbitrarias, como sacar todo sobresalientes o ser el atleta más completo de su promoción.
Posiblemente nos resulta más costoso estar orgulloso de un hij@ cuando toma decisiones equivocadas o cuando falla pero, ¿nos hemos parado a pensar que esto forma parte del aprendizaje del uso de la libertad? Sin la experiencia de nuestros propios fracasos, ¿cómo aprender de ellos? A pesar de que las circunstancias no sean las idóneas, jamás debemos permitir que desaparezca el cariño o hacer que nuestro hij@ piense que se ha desvanecido. Cuando una persona falla lo último que necesita oír es que alguien le recuerde lo torpe que es: «Hijo, con ese comportamiento no harás nada positivo en la vida».
Con frases como esta podemos herirle profundamente y lo que realmente interiorizará será: «Hijo, me has defraudado profundamente como ser humano, me avergüenzo no sólo de tu comportamiento, sino de ti». Cuando se equivoque permanezcamos a su lado para ayudarle a reflexionar sobre lo que ha hecho, por qué y cómo rectificarlo.
2. Para potenciar su seguridad: «Cuenta conmigo»
Cuando aparecen los problemas, los adolescentes dan mucha importancia al hecho de saber que pueden acudir a sus padres para resolverlos. Este sentimiento se logra si le hemos dicho repetidamente: «Cuando te haga falta, no dudes en acudir a mí, siempre te voy a escuchar y te voy a ayudar». Aunque por naturaleza el adolescente es rebelde, siempre necesita tener la seguridad de que en los momentos difíciles «mis padres están ahí».
Sin embargo, si no le prestamos atención cuando lo está pasando mal, le estaremos dando una buena razón para que se las apañe por sí solo, buscando consejo y ayuda en otras personas. Hay que escucharles, sin querer hablar y sentenciar continuamente. Esta es la manera de dejarle claro que «eres importante para mí», «me preocupo por tus asuntos», «me gusta escuchar tus ideas y opiniones», etc.
3. Para formar criterio: «Comprenderte no es darte siempre la razón»
Que un adolescente diga sus padres estamos algo anticuados o que no les comprendemos es algo que entra dentro de lo normal. Por ello, no debemos frustrarnos, sino saber que son comportamientos propios de los 13, 14, 15 ó 16 años, incluso algunos hijos llegan hasta los 17 ó 18. Si no sembramos mucho en la infancia lo más probable es que la comunicación en la adolescencia se haga especialmente difícil, pero no debemos tirar la toalla. Cuando nuestro hijo nos «acuse» de que no le comprendemos debemos saber que es tan sólo una manera de defenderse. Confunde «no comprender» con «no estar de acuerdo».
Por acercarnos a él/ella no podemos cambiar de opinión, ya que estaríamos dejando que nos manipulara. Si se enfada y nos echa en cara que no le comprendemos, le pediremos que nos ayude con frases como: «Sí quiero comprenderte, pero para ello cuéntame algo más, ayúdame diciéndome qué sientes y quizá yo pueda ayudarte explicándote por qué es así».
Pero si únicamente lo que ocurre es que no estamos de acuerdo con él/ella, podemos repetir lo que nos dice, sus argumentos, sus ideas, hasta que se dé por satisfecho y entonces comentarle: «Ves que comprendo lo que quieres decir y por qué. Pero me parece que nuestro problema no es de falta de comprensión sino de falta de acuerdo»
4. Para ayudarle a crecer por dentro: “Confío en ti”
En esta etapa nuestro hij@ necesita más que nunca que confiemos en él/ella, por lo que jamás podremos decirle “No volveré a creerte, me has engañado y has perdido para siempre mi confianza”. Debe saber que es libre para engañarnos, pero el que más sufre es él y, a pesar de esto, nosotros siempre le daremos otra oportunidad. Nuestro hijo necesita que le digamos que nuestra confianza en él aumentará gradualmente en la medida que adquiera nuevos conocimientos y experiencias en esas situaciones que requieran la confianza. También es cierto que puede haber otra razón por la que nos cuesta tanto a los padres confiar en nuestros hijos y es que hemos experimentado de primera mano todos los riesgos, situaciones y peligros propios de esta etapa.
Sabemos qué fácil es ceder a las presiones del ambiente cuando no se está preparado. Esto nos previene de dar a nuestros hijos una confianza sin límites. De hecho, no estaríamos haciendo bien nuestro trabajo de padres si permitimos que nuestros hijos se encuentren en situaciones donde el grado de riesgo es más elevado que su nivel de madurez.
5. Para crecer sano: “Te quiero un montón”
A veces, podemos perder muchas oportunidades de expresar amor y cariño -y de recibirlo- sólo porque no nos lo hemos propuestos como un objetivo consciente. Y, sin embargo, es el mensaje más importante que chicos y chicas quieren oír de sus padres. El amor es el ingrediente esencial de una familia sana. Un «te quiero», dicho en voz alta y a menudo, nos ayuda a saber quiénes somos y por qué hemos nacido.
Cuando un adolescente no está seguro del amor de sus padres, los otros cuatro mensajes anteriores no significan nada. Necesitan que le digan que les quieren y que se lo demuestren. ¿Cómo pueden estar seguros de que les quieren si nunca se lo han dicho? ¿Cómo pueden estar seguros si sus padres nunca pasan el tiempo con él?
La manera de demostrar el amor a un hijo se deletrea con cada una de las letras de la palabra “tiempo”. Darle regalos, proveerle de comida y ropa, mostrarle cariño de otras maneras está bien, pero también hay que estar dispuesto a perder tiempo con nuestro hijo adolescente: ir a comer, salir de tiendas juntos, hablar de sus hobbies, ayudarle a preparar una celebración sorpresa a un amigo, aconsejarle cómo vestirse para una fiesta, etc.
Consejos para mejorar la comunicación con los hijos adolescentes
– ¿Habéis dicho alguna vez a vuestro hijo: “¿Sabes que estoy orgulloso de ti y no me importa nada más?”. Este sentimiento de enorgullecernos de nuestros hijos es el mejor modo de trasmitirles el gran amor que sentimos por ellos y que esta realidad es la que de verdad nos hace felices.
– Cuando mejoréis vuestro modo de escuchar, vuestro hijo también aprenderá a escuchar mejor. Imaginad el impacto positivo que tendrá en la calidad de la conversación en vuestra familia.
– No se trata de decir: “Comprendo exactamente cómo te sientes”. Suena a querer desmarcarse de sus sentimientos y querer buscar una solución rápida al problema. Aunque recordemos nuestra adolescencia no tenemos ya quince años, ni vivimos ese momento concreto por el que atraviesa nuestro hij@. Quizá sería mejor decirle “Puedo comprender que estás pasándolo mal, estoy aquí para ayudarte. Si quieres buscamos juntos una solución”.
– Existe el peligro de poner un nivel demasiado alto a los hijos y además en un lugar equivocado. Si llegan a creer que necesitan, por ejemplo, sacar todo sobresaliente para que les acepten, pueden deducir que a sus padres sólo les importan los éxitos… no las personas. Y así, como resultado, no intentarán hacer lo mejor que puedan.
– Es importante que distingan claramente que se puede aceptar a la persona, aunque no se apruebe su comportamiento. Estáis orgullosos de él, porque en vuestro hijo, pero no de lo que ha hecho, dejándole claro que vuestro enfado se refiere sólo a sus acciones, no a él como persona.
La vida, en ocasiones, nos impone un ritmo frenético, del que es difícil escapar. Pero no podemos olvidar que por lo menos una vez a la semana debemos dedicar un rato para hablar con cada hijo. Al igual que anotamos una reunión de trabajo, anotemos si hablamos o no con los hijos, revisemos esta agenda y rectifiquemos cuando no les hayamos encontrado hueco. Y, diariamente, una mirada, un gesto, una palabra, un comentario servirá para que nuestro hijo sepa que estamos pendiente de él y de sus cosas.
Ana Aznar
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