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Ideas para jugar con los niños y participar en sus juegos

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El juego puede fomentar de modo muy espontáneo y natural la creatividad de los hijos. Es el momento en que el niño saca todo lo que le gustaría llegar a ser, representa al héroe que admira, inventa objetos que no existen, pero que sería estupendo que existieran… 

Existen muchos tipos de juegos: dirigidos, pautados, con normas establecidas… pero el mejor modo de fomentar la creatividad es por medio del juego libre y espontáneo. Dejemos que creen, elaboren, piensen… que saquen toda la creatividad e imaginación que tienen en su interior.

Pero si esa creatividad no brota de manera natural, por sí mismos, podemos ayudarles nosotros. Comencemos los juegos, saquemos nosotros nuestra creatividad, provoquemos situaciones que les hagan pensar a ellos, resolver situaciones, etc.

Para jugar de manera divertida y creativa, no hacen falta muchos medios. Es decir, no es necesario tener muchos juguetes, ni estupendos juegos. Al contrario, con pocas cosas -y muchas veces objetos y materiales del día a día (ropa vieja, cajas de cartón, cazuelas*)- pueden elaborar preciosas y divertidas historias.

La libertad de jugar sin limitaciones para los niños

Con frecuencia, algunos padres cometen el error de corregir al niño en sus juegos: por ejemplo, si el niño está jugando con sus muñecos y estos los introduce en su casita por la ventana, se les advierte que por donde tiene que entrar es por la puerta. Esto no se hace con mala intención y se pretende que el niño aprenda, pero hay que tener en cuenta que el juego es una de las actividades más espontáneas del niño. Por lo tanto, hay que tratar de no cortar esa imaginación, ni limitarle. Muchas de las incongruencias o situaciones ilógicas para ellos tienen un sentido o, incluso, a nosotros nos pueden enseñar algunos rasgos de nuestro hijo.

El juego no tiene porqué ser un calco de la realidad y más teniendo en cuenta el alto grado de imaginación y fantasía que invade la cabecita de los más pequeños. Esta no tiene porque ser peligrosa, sino al contrario, siempre y cuando sea capaz de distinguir la fantasía de la vida real. El niño ha podido elegir libremente introducir a los muñecos por la ventana porque igual sus muñecos tienen la suerte de poder volar… 

No obstante, siempre hay que tratar de darles información correcta o un buen modelo, pero esto no tiene por qué ser corrigiendo sino haciéndolo nosotros correctamente. En este caso, podremos nosotros jugar con ellos y que nuestros muñecos entren por la puerta.

Lo que no debemos hacer al jugar con nuestros hijos

El juego es la base de la infancia y la mayor fuente de diversión del niño. Con cierto grado de exageración podríamos llegar a decir que el juego es el cortijo del pequeño donde el adulto tiene una ficha de entrada para ciertos momentos, siempre y cuando el dueño, que es el niño, quiera invitarle a entrar. Por lo tanto, debemos tratar de respetar ese momento tan suyo. Dejarle que sea él quien elija a qué quiere jugar, con qué y de qué modo.

No debemos condicionar su juego, ni interrumpir sus historias, ni coartarle. Ni por supuesto, elegir nosotros por ellos. Siempre podemos estar ahí ayudándoles a elegir, sugiriendo, aportando ideas… pero dejarles libres para que disfruten de lo bonito del juego y saquen el mayor partido de él. Sobre todo porque cuando crezca ya no tendrá, del mismo modo, la posibilidad de disfrutar de él.

Ideas para jugar y participar en los juegos de los niños

– El juego nos puede proporcionar una información muy detallada del niño pero sin descartar cierto grado de incertidumbre por la desbordante imaginación de los niños. No siempre son lo que muestran, si no lo que les gustaría ser

– Nuestro hijo de dos años está entrando en un mundo de fantasía e imaginación en el que se verá sumergido hasta que cumpla seis o siete años. Si no somos capaces de introducirnos en él, no podremos compartir sus juegos e ilusiones.

– No podemos ser meros espectadores. Hemos de participar activamente en el juego de nuestro hijo aunque esto suponga tirarnos al suelo para hacer «el indio» detrás de un sofá.

– Si queremos disfrutar y que el niño disfrute, hemos de ponernos a su altura y tomarnos muy en serio nuestro papel de lobo, de tren, de caballo…

Por importantes que sean nuestras ocupaciones, aún lo es más la de jugar con nuestro hijo unos minutos al menos cada día. No podemos permitirnos el lujo de faltar a la cita.

– Jugar con él no significa dirigir sus juegos, sino cederle el protagonismo y permitir que lleve la voz cantante para poder desarrollar su creatividad, su libertad y su expresividad.

– Si entramos en el mundo del juego de nuestro hijo, no podemos pedirle en ningún momento a él que se adapte al nuestro. Somos nosotros los que entramos, no él el que sale.

– El niño necesita jugar con sus padres, pero como no es cuestión de cantidad sino de calidad, debemos ser ambos los que dediquemos un ratito a ello. Por ejemplo, si mamá está ocupada, papá puede hacer de guerrero y perseguir al niño, y antes de dormir será mamá la que participe con él de un juego más sereno, que le permita dormir relajado.

Conchita Requero
Asesoramiento: María Campo Martínez. Directora de Escuelas Infantiles Kimba

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