Estamos en una época en la que las nuevas tecnologías son un medio imprescindible en la vida. Pero hemos tenido la «suerte» de educarnos en un mundo analógico, y así poder descubrir sus posibilidades, y sus limitaciones y peligros. Nuestros hijos ya son nativos digitales«, y si no orientamos su introducción en este mundo virtual, ellos no podrán hacerlo. Por eso, hace falta conocerlo, para guiarles, también en las nuevas tecnologías.
El científico y psiquiatra, Manfred Spitzer, considera que «el aprendizaje personal depende de la figura de los padres, y del maestro, para estructurar el conocimiento, de la capacidad de la inteligencia que se concreta en establecer relaciones neuronales entre esas redes cerebrales… Y en el retraso del aprendizaje pueden influir las pantallas, si no las usamos del modo correcto, especialmente en los niños y adolescentes».
La educación de una persona siempre será de tipo analógico. Hace falta aprender en familia lo importante de la vida, interactuar con los demás, atender a los sentimientos, sentirse querido, saber sorprender, imaginar, hacerlo atractivo… Hay que poner inteligencia emocional en las relaciones humanas. Y de esta forma, con cariño, y sabiendo hacerlo interesante, enseñar a leer, a escribir, a tomar notas, trabajar en clase con el profesor, estudia, etc.
¿Cuándo introducir al niño en el mundo virtual?
La Academia Americana de Pediatría hizo unas recomendaciones sobre este punto, dirigidas a los gobiernos, colegios… etc. Por ejemplo, aconseja no usar tabletas en niños, antes de los dos años; y luego con algunas condiciones. Están muy preocupados por la cantidad de tiempo que los menores están delante de alguna pantalla. Aunque reconocen su potencial, pocos contenidos cumplen con los requisitos de producir efectos positivos. Por eso, la implicación de los padres es vital.
Otro dato: a los cinco años, se pueden usar pantallas,*un máximo de una hora diaria, pero con contenidos adecuados, y con unas normas concretas. Siempre guiado por los padres.
Para los mayores de seis años, hay que establecer un plan concreto en familia, con un tiempo de ejercicio, y un cuidado del sueño. Esto significa, no usarlas dos horas antes de acostarse. Por eso, cada familia es la protagonista y debe establecer su plan. Lo mismo que tenemos un proyecto educativo con cada hijo, respecto a la adquisición de unos hábitos, un conocimiento, un entrenamiento de su voluntad, un atender a los sentimientos…, también debemos pensar qué queremos presentarle del mundo virtual.
Los pediatras también alertan por la frecuencia de «calmar» a los niños con pantallas, para que nos dejen tranquilos. No es bueno para ellos, y se habitúan. Además, el juego social es mucho más enriquecedor que el digital, y fuente de adquisición de habilidades y destrezas, además de interacción personal.
Cómo funciona el cerebro de los niños
El cerebro no funciona como un ordenador, con una capacidad de almacenamiento concreta. El cerebro aprende estableciendo relaciones entre las distintas zonas, en base a lo ya asimilado, y tienen mucho que ver las emociones. Cuanto más sabemos, mejor aprenderemos otras cosas nuevas, porque tenemos dónde asentarlo y relacionarlo.
No es un almacén de datos, sino que los procesa, y se basa en la conexión de redes neuronales, que relacionan la información que manejan. Por ejemplo, la interconexión entre las zonas sensoriales distintas, la zona cognitiva, la emocional… Por eso, ser inteligente, es saber relacionar las distintas cosas en el pensamiento.*También hay distintos tipos de inteligencia, como señala H. Gardner, y cada persona es un mundo diferente.*
Pero hace falta tener una base experiencial para aprender y construir el conocimiento propio. Y los niños necesitan una persona que vaya estructurando su aprendizaje, que primero son los padres, y luego los maestros y profesores, ayudados de los padres también. Y no solo «enseñar» cosas, sino hacerlo atractivo, que el niño quiera aprender, que le motive desde su interior, porque disfruta. De esta manera, no le cuesta ningún esfuerzo, y asimila lo que le entusiasma.
Además, el cerebro, no solo maneja datos de la realidad, sino imágenes, recuerdos, y sobre todo sentimientos y emociones. Toda la realidad está teñida de sentimientos, y la conocemos a través de nuestra sensibilidad y afectividad. Es lo que facilita el aprendizaje. Y por otro lado, la sensibilidad de la madre, o del padre, es lo que establece un vínculo con los hijos, mediante el cual, se sienten aceptados y queridos…Y de ese modo, notan seguridad y confianza, para desarrollarse,para madurar, para ser ellos mismos.
Así aprenden los niños cosas nuevas
El niño aprende cuando lo nuevo lo interioriza sobre lo que ya sabe, cuando lo relaciona con ello, y cuando establece un vínculo afectivo. Si no, no puede aprender. Y los padres, o el profesor, van dando estructuras sobre las cuales construir lo que se debe aprender. También se debe hacer ilusionante, para motivar al niño, y que pueda asimilarlo, porque disfruta.
Cuando la mente ya está un poco estructurada, se puede introducir el mundo digital, con algunas premisas. Pero antes, lo que puede hacer es retrasar el desarrollo y la maduración del niño.
Inger Enkvist, experta sueca en educación, ya lo afirmaba hace muchos años, antes del boom de la tecnología. Las habilidades digitales son más bien un tipo de aprendizaje profesional, que se puede adquirir, o perfeccionar, en cualquier momento de la vida, pero no ayuda especialmente al desarrollo intelectual ni a la capacidad de pensamiento del niño.*
María José Calvo. Autora del blog Optimistas educando y amando
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