Si hubiera que resumir la tarea de los padres en este mundo esta se podría hacer en dos verbos: cuidar y educar. Por un lado velar por la seguridad e integridad de los niños para que nada malo les ocurra, por otro lado enseñar valores y hacer de ellos excelentes personas que aporten algo a la sociedad. Sin embargo, ¿hay veces en la que los progenitores se exceden?
Sí, en algunos casos muchos hiperpadres van más allá del simple cuidado y terminan por crear una burbuja que en suele ser perjudicial para los más pequeños. Es lo que la escritora Eva Millet define como hiperpaternidad, fenómeno que engloba el nuevo modelo de crianza que los padres realizan en los últimos años. El problema radica en que confunden «cuidar» con «proteger» cuando su labor, con la educación, es convertirlos en autónomos.
Niños, el centro de todo
Según la definición de hiperpaternidad, en los últimos años el modelo de crianza en casa se ha pasado del modelo del mueble al del altar. En generaciones pasadas si el niño se alteraba, los padres optaban por dejarlo a su aire sin dejarlo de vigilar, ignorar este comportamiento y seguir con sus funciones hasta que el pequeño desistiese en su rabieta.
Sin embargo en los últimos tiempos los niños han ido acaparando más atención en estas situaciones. El niño pasa a ser el centro de las miradas y cuidados cuando tiene una rabieta, por lo que el menor asimila que este ha de ser su comportamiento cada vez que quiera que su entorno se fije en él y reclamar el interés de todos.
Padres colchonetas
En los últimos tiempos los padres se han convertido en una especie de red de seguridad para sus hijos. Estos progenitores se anticipan a todo deseo en los niños y solucionan todo problema que puedan presentar sin dar la oportunidad a ellos. Una actitud que hace que los más pequeños no asimilen el concepto de responsabilidad porque siempre saben que aunque fallen, tendrán una colchoneta que evitará el desastre.
Un buen ejemplo es la cama de los niños. Dejar el cuarto recogido es una de las obligaciones que debe asimilar todo hijo, quien es el responsable de su cuarto. Sin embargo en ocasiones olvidan esta labor, a lo que muchos padres responden asimilándolas ellos mismos. Un comportamiento que hace entender al menor que no ocurre nada.
Dejar que se equivoquen
Los padres que practican la hiperpaternidad deben dejar que sus hijos se equivoquen, que fomenten su autonomía y aprendan a manejarse ellos mismos ante situaciones adversas para aprender lecciones de ellas.
Por ejemplo si un día en el colegio se olvidaron de cierto material, tienen que saber que le corresponde a ellos vigilar su mochila la próxima vez y no esperar que sean los adultos quienes asuman esta labor por ellos.
De esta forma el carácter del niño irá madurando y aprendiendo a asumir responsabilidades de cara a la edad adulta. Además, no prestar toda esta atención a los hijos también ayudará a mejorar su autoestima como desveló un estudio de Por lo tanto, según el estudio realizado en la Universidad Brigham Young de Utah, Estados Unidos.
Según este trabajo aquellos padres sobreprotectores y empeñados en tomar las decisiones importantes de sus hijos y en arreglar todos sus problemas, interviniendo en sus conflictos con el pretexto de que los pequeños no sufran, acaban haciendo más daño a los niños del que pretenden evitar, por mucho calor y aliento que crean estar dándoles.
Damián Montero
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