«Creo que a los niños les gustan los libros de miedo porque son como un paseo por la montaña rusa. Son muy rápidos de leer y muy excitantes. Cuando crees que vas por un lado te llevan hacia otra dirección. Te marean y te vuelven loco». Es lo que opina Robert L. Stine, uno de los autores más prolíficos y conocidos de esta fórmula literaria que se mantiene en plena forma y que apasiona, literalmente, a chicos y chicas. Pero, ¿se trata de un terror inofensivo?
Las novelas de terror y los libros de miedo para niños venden muchos millones de ejemplares al año y se encuentran habitualmente en las listas de más vendidos. Se trata de libros pensados exclusivamente para unos lectores jóvenes y despreocupados en los que los protagonistas reproducen sus hábitos diarios y sus conflictos cotidianos y, al mismo tiempo, fantasean sobre sucesos extraños.
El marketing alucinante de los libros de miedo para niños
Uno de los factores del gran éxito de estos libros de miedo es un lanzamiento publicitario y comercial eficaz, que se apoya en referencias a películas y series televisivas bien conocidas. Todo ello asegura la presencia de estos libros en los puntos de venta masiva más importantes: grandes superficies, quioscos, etc.
La publicidad de las colecciones y el diseño externo cuentan mucho: cubiertas llamativas con estética de cómic que a veces muestran cuchillos ensangrentados o adolescentes en peligro; portadas fosforescentes que brillan en la oscuridad; titulares y encabezamientos de capítulos chorreantes de sangre; lemas desafiantes del tipo «¡no podrás dormir!», «¡no lo leas por la noche!», «¡te pondrá los pelos de punta!»…
Cuál es el acierto de los libros de miedo para niños
Sin embargo, el éxito de estos libros de miedo no se debe solo al acierto en el diseño o en la publicidad. A los niños siempre se les han contado cuentos… que a veces son terroríficos: Caperucita es devorada por el lobo, a Blancanieves la envenena la madrastra, Pulgarcito descuartiza al ogro… Desde siempre, los miedos infantiles se han encauzado con la ficción, y los educadores han visto con buenos ojos ese recurso. Se puede «jugar a tener miedo», un juego que tiene su sentido en la construcción de los mecanismos de defensa. Al ir venciendo sus miedos (a la oscuridad, a ser separados de los padres), el niño experimenta una sensación placentera, como el vértigo del tobogán: es atractivo e incluso divertido asomarse al peligro sin sufrirlo, o con la certeza de que no va a pasar nada.
Otra cosa es, sin embargo, el recurso a lo que se ha llamado una pedagogía del terror: poblar de monstruos la mente de los niños, amenazar con hombres del saco… que hacen de ellos personas timoratas. Peor aún, de todas maneras, es el efecto que les puede producir presenciar escenas de tensión o crueldad ininteligibles para ellos, cuando aún no están en condiciones de separar lo ficticio de lo real, o cuando no tienen criterios para discernir razones que ignoran.
Relatos ingenuos de miedo para niños
Conviene aclarar que una mayoría de estos relatos son inocuos e incluso ingenuos, con monstruos tecnológicos que dan tanto miedo o más que un ogro bien rellenito o una bruja malvada. Y los personajes aparentemente más crueles han sido ya engullidos por una estética pop que los hace triviales. Los enemigos son secuestradores de niños, profesores que tienen secretos, vecinos raros… y los consabidos científicos locos, muertos vivientes, hombres-lobo, alienígenas perversos, etc.
Frecuentemente se le ha preguntado a Stine por el tipo de material que nunca emplearía en sus libros. «Yo creo que estos libros son básicamente entretenimiento; y ya me encargo yo de no mezclar nada real en ellos. El mundo real es mucho más terrorífico que estos libros. Así que nunca hablo de cosas como el divorcio, las drogas o el abuso a menores. No uso nada de las cosas serias de la realidad que puedan interferir en el entretenimiento de la lectura«.
Misterio, terror, suspense, ciencia ficción… ¿todo en un libro?
A este tipo de libros se les critica su carácter escapista y trivial, pues no ofrecen del miedo más que experimentar el placer o la emoción artificial de sufrir algo terrible e inofensivo a la vez, algo así como la curiosidad de contemplar un monstruo muerto. Lo más importante, según Stine, es que los libros «te dejan siempre sano y salvo al final del relato y sabes que, por muy escalofriante y terrorífico que parezca, siempre estás a salvo todo el tiempo».
Los mejores relatos fantásticos de terror siempre tienen un significado más profundo; todo buen libro conlleva una carga de información, sentimientos, actitudes… Cierto es que tienen el mérito de enganchar y apasionar a los adolescentes por la lectura, en un mundo con numerosas y atractivas alternativas (videoconsolas, ordenadores, televisión). Pero se trata de un remedio no definitivo, pues estos libros pueden llegar a estragar el gusto y conducir a relatos más escabrosos, en vez de orientarles hacia la verdadera literatura.
Libros y lecturas de miedo para niños
– Una de las razones del gusto por este tipo de libros puede ser también el intento de evasión de los propios miedos de crecimiento: amigos, colegio, hermanos, muerte de alguien… Hay que estar atentos para comprobar que no sea síntoma de alguna herida más profunda.
– Si preferimos que nuestros hijos no lean este tipo de historias hemos de tener en cuenta que al oponernos frontalmente les hacemos una mayor publicidad. Son libros que se dirigen a chicos, con un lenguaje cercano, y por tanto, en contraposición con los adultos. Si encima se convierte en algo prohibido, su atractivo sube como la espuma.
– Al ofrecerles otros libros como alternativa piensa en que hay que buscar también libros y obras modernas, llamativas, para que no identifiquen la buena literatura con olor a polvo, hojas amarillas y portadas miserables.
– Como siempre, antes de comprarle o permitirle leer un libro es muy interesante leerlo nosotros o hojearlo generosamente o leer su reseña en alguna publicación de confianza para comprobar su contenido.
– Ciertas películas o escenas de la televisión (en programas como los informativos, por ejemplo) pueden causar impresiones más fuertes y duraderas que la inocente amenaza de una banda de zombis mutantes.
– La mejor manera de atraer a los hijos hacia los buenos libros consiste en tener una buena biblioteca en casa, con títulos suficientemente atractivos. Existen guías, páginas de revistas especializadas que ofrecen títulos de interés para los pequeños.
Ricardo Regidor
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