Las personas tendemos a controlar lo que nos rodea. Es normal que nos guste tener las cosas controladas, la sensación de que todo está bajo control nos aporta seguridad y tranquilidad. Sin embargo, a veces ese anhelo de control, nos puede llegar a desbordar y convertirse en una verdadera obsesión por el control.
La búsqueda de seguridad se convierte entonces en una barrera que nos limita y que nos genera ansiedad y desasosiego, provocando intranquilidad e inseguridad cuando no tenemos el control. A veces, no se puede controlar lo incontrolable, la obsesión por el control en lugar de acercarnos a la tranquilidad y a la seguridad que pretendemos, nos aleja de ella.
La sensación de tenerlo todo bajo control
El mundo es un lugar variable, a veces ocurren cosas inesperadas y cuando esto ocurre no siempre sabemos cómo reaccionar de la mejor manera posible. Si supiéramos lo que va a ocurrir en cada momento podríamos adelantarnos y tener preparada nuestra reacción. Ante el mundo y su caprichoso azar, las personas desarrollamos una tendencia al control y de esta manera nos sentimos seguras ya que nos creemos que controlamos la situación.
La sensación de tenerlo todo bajo control es una sensación poderosa, ya que por un momento nos hace creer que podemos superar al azar, ser más listos que las casualidades y tener todo controlado, así como estar preparados para cualquier eventualidad.
Seguramente todos alguna vez hemos vivido imprevistos y seguramente en esos momentos habremos experimentado una sensación desagradable, de inseguridad por no saber responder a la situación, incluso de vergüenza. Si hemos experimentado esa sensación es fácil comprender el poder de la sensación de tenerlo todo controlado.
Cuando la sensación se convierte en una obsesión
La sensación de control es poderosa y nos aporta seguridad y bienestar. Pero puede convertirse en un arma de doble filo, ya que nos puede llegar a obsesionar y mantener una vigilancia extrema a todo lo que nos rodea para tenerlo controlado.
La sensación de control actúa como una poderosa droga, y cuando no la tenemos podemos sentir angustia, malestar, inseguridad, aún sin que la situación sea desagradable. Y toda nuestra acción se dirige al control y a la búsqueda de esa sensación. Sin embargo, nunca conseguimos el control absoluto y solo conseguimos un estado de tensión elevado, una sensación de inseguridad y malestar.
Aprender que no se puede controlar lo incontrolable
La sensación de control es peligrosa, porque aunque nos aporte seguridad y sea una sensación poderosa, nunca podemos controlarlo todo. La sensación de control, nos lleva a querer siempre más control, pero tenerlo todo controlado es imposible. Se nos escapa que no podemos controlar lo que hacen los demás, ni tampoco podemos controlar los fenómenos que ocurren a nuestro alrededor. Los imprevistos forman parte del día a día, son algo natural y en lugar de gastar nuestra energía en controlar lo incontrolable, podemos cambiar la perspectiva y aprender a responder a los imprevistos, e incluso en algunos casos aprender a disfrutar de ellos.
Veamos un ejemplo, podemos intentar tener controlado el clima y llevar un paraguas cada vez que creemos que va a llover. Es fácil controlar esto si cada día prestamos atención a las previsiones del tiempo. Pero ¿qué sucede si un día las previsiones fallan? ¿Qué sucede si no hemos llevado el paraguas y resulta que llueve? Una persona que se obsesiona por tenerlo todo controlado, se sentirá mal, experimentará malestar y se enfadará por no haberlo previsto. En cambio, si cambiamos la perspectiva, buscaremos una alternativa, como comprar otro paraguas, cambiar nuestro camino y caminar por sitios o cubiertos, e incluso llegar a disfrutar de la lluvia.
5 consejos para dejar de obsesionarte por el control
1. Empieza a relajarte y deja de controlar todo. No se trata de cambiar de golpe, empieza por dejar de controlar pequeñas cosas.
2. Recuerda que solo puedes controlar lo que tú haces, pero nunca lo que hacen los demás.
3. Cuando surja algún imprevisto, aunque lo tengas controlado piensa alternativas, piensa cosas que podías haber hecho. Imagina también en que hubiera pasado si no lo controlas, veras como las consecuencias no son tan graves.
4. Cuando te sobrepase la necesidad de controlar las cosas, prueba con alguna técnica de relajación.
5. Prueba a hacer cosas nuevas, cambia tu manera de hacer las cosas, de esta manera serás tú quien busque los imprevistos.
Celia Rodríguez Ruiz. Psicóloga clínica sanitaria. Especialista en pedagogía y psicología infantojuvenil. Directora de Educa y Aprende. Autora de la colección Estimular los Procesos de lectura y escritura.
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