Abandonar el chupete, quitar los ruedines de la bici, dejar los pañales. Estos son algunos ejemplos de actividades que se supone que los niños deben dejar de hacer medida que crecen. Sin embargo hay otros muchos casos en los que los menores no consiguen dejar los pañales a la misma edad que los demás.
¿Qué hay que hacer en estos casos? ¿Hay que preocuparse o es algo más común de lo que se piensa? En primer lugar los pediatras alertan de que hay varios motivos que explican por qué algunos niños mayores mojan la cama. Detectar estas causas será el primer paso para conseguir eliminar estos escapes nocturnos.
Más frecuente de lo que se cree
Muchos padres creen que en el momento en el que el niño deja de mojar la cama ya está todo el trabajo. Por este motivo cuando pasan algunos meses y ven que las sábanas amanecen mojadas empiezan a preocuparse y creen que hay un problema mayor. Sin embargo los pediatras explican que estos escapes son más comunes de lo que se cree habitualmente.
Los pediatras afirman que 1 de cada 6 niños de cinco años moja la cama. La cifra se reduce a 1 de cada 10 en el caso de los de siete años y 1 de cada 14 en el de los menores de diez años. Estos especialistas aclaran que no hay una causa común que explique estos escapes, estos son algunos motivos:
-Es más habitual que los niños de estas edades sufran escapes si tienen antecedentes familiares.
– Es más frecuente que se produzca en niños que en niñas.
– Vejiga cargada momentos antes de acostarse o beber en abundancia durante la noche.
– No ser capaces de despertarse para orinar.
– Intestino lleno de desechos que presiona sobre la vejiga que provoca la orina
– Problemas psicológicos: estrés, conflictos familiares o escolares, celos por el nacimiento de un hermano, etc.
Cuál es el tratamiento
Si se detecta que el niño moja la cama a partir de los cinco años tras mucho tiempo sin hacerlo, habrá que acudir al pediatra para que este decida si procede o no iniciar un tratamiento correspondiente. Hay que recordar que en cada paciente se debe proceder de un modo u otro. Los pediatras señalan estos como algunos de las terapias más comunes:
– Terapia con alarma de enuresis. La alarma emitirá sonido, luz o vibración con las primeras gotas de orina. Es el tratamiento más eficaz, ya que enseña al niño a responder a los estímulos de la vejiga. Eso sí, requiere de una gran implicación tanto del niño como de la familia.
– Tratamiento con desmopresina. En este caso se emplea un medicamento que disminuye la producción de orina durante la noche. Es lo más recomendable cuando los niños duermen fuera de casa. Es habitual que una vez se suspenda este tratamiento, regresen los escapes nocturnos.
Los padres también pueden ayudar en este sentido a través de actuaciones como estas:
– Evitar que se sienta culpable, pues les ocurre a muchos niños. Y bajo ningún concepto burlarse ya que está en juego su autoestima.
– Asegurarse de que los niños orinen antes de acostarse y que no beba líquidos antes de dormir. Las bebidas con cafeína se deben evitar siempre.
– Emplear un calendario de noches secas y mojadas ayudará a que el niño se motive viendo que es capaz de hacerlo poco. Esta medida sólo se debe usar en caso de que haya mejoría, no en donde no se experimente evolución positiva.
Damián Montero
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