Llega la hora de dormir, el niño ronca. Toca despertarse y tiene mal aliento. Además suele respirar con la boca abierta y cuando habla parece que tiene la nariz taponada aunque no tiene mocos. Varios síntomas que suelen desembocar en un diagnóstico: vegetaciones, un diagnóstico que en muchas ocasiones suele precisar de intervención quirúrgica.
Ahora bien, como en toda intervención de este tipo surgen muchas dudas empezando por preguntarse si no hay un tratamiento alternativo que no sea tan invasivo como una operación. ¿Cuándo se debe proceder así? ¿Cuál es la evolución natural después de esta actuación? Estas son algunas de las explicaciones que dan los pediatras a aquellos padres con hijos diagnosticados de vegetaciones.
Qué son las vegetaciones
En primer lugar hay que explicar en qué consisten las vegetaciones. Los pediatras definen a las vegetaciones como una parte más extensa de un órgano que dibuja una especie de círculo que rodea la zona de la garganta por la que pasan los alimentos. Cuando los adenoides de esta parte del cuerpo crecen más de la cuenta, puede considerarse que estamos ante un caso de vegetaciones.
Los pediatras explican que todos los niños tienen vegetaciones, ya que estos órganos cumplen una función de análisis de todo cuerpo extraño que entra en el organismo por la boca. Sin embargo es el tamaño de estos adenoides y la faringe en donde se ubican los que determinan si causan algún tipo de problema en el paciente. Los expertos también aclaran que puede producirse un crecimiento de esta zona de la garganta en periodos de resfriados o por culpa de una infección.
Cómo determinar el tamaño de los adenoides
¿En qué momento se determina que los adenoides están afectando a los más pequeños de la casa? Habrá que fijarse bien en los síntomas -ronquidos, dificultad para tragar, mal aliento, nariz taponada- y en otros como infecciones de oídos o moqueos repentinos sin que medie catarro. En estos casos habrá que llevar al niño a un otorrinolaringólogo para que evalúe a este paciente.
Debida a su ubicación los adenoides deben evaluarse mediante una radiografía ya que no pueden apreciarse mediante diagnóstico visual. También puede realizarse una prueba de sueño para valorar en qué modo afectan las vegetaciones al descanso de los más pequeños de la casa. Una vez confirmado que el tamaño de estos elementos del cuerpo están afectando al niño, habrá que valorar si hay que intervenir quirúrgicamente.
Cuándo hay que operar
Se deben tener en cuenta estos factores a la hora de decidir si cabe operar o no. El primero de ellos es el tamaño de los adenoides, si estos superan las medidas recomendables y afectan a la calidad de vida del menor, habrá que intervenir. Otros asuntos que indican que procede retirar las vegetaciones mediante esta actuación son episodios de ahogo durante el sueño, presencia prolongada de infecciones en oído y garganta que no se solucionan con antibióticos.
En última instancia será el otorrinolaringólogo quien decida si hay que operar. Esta intervención quirúrgica consiste en la reducción del tamaño de los adenoides y no en su extirpación total. Por este motivo es posible que tras la primera operación se requiera de otra meses o años después por un nuevo repunte de las medidas de estos órganos.
Si la operación tiene éxito, al cabo de pocos días el niño respirará bien por la nariz y ya no tendrá que tener la boca abierta para poder tomar aire. La mayoría dejan de roncar y cambian su timbre de voz nasal a un tono más agudo. Si previamente hubiera complicaciones más graves de la hipertrofia adenoidea, éstas revierten rápidamente tras la adenoidectomía.
Damián Montero
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