La inducción del parto, ya sea motivos maternos o por motivos fetales, ha aumentado mucho en los últimos años. Sin embargo, el parto inducido no está exento de riesgos: la hemorragia posparto (HPP), los accidentes tromboembólicos y la disfunción de la placenta son los problemas que más preocupan a los obstetras por ser las causas principales de mortalidad materna, también en países desarrollados.
«En los últimos años, dependiendo del hospital, entre el 15 y el 25% de los partos pueden ser inducidos» asegura el Dr. José Luis Bartha, Jefe del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Universitario La Paz, Catedrático de obstetricia y ginecología de la UAM y Co-Presidente del Comité Organizador del XXV Congreso Nacional de Medicina Perinatal.
Para la inducción los especialistas utilizan métodos mecánicos o métodos farmacológicos que son seguros. «Los métodos farmacológicos más frecuentes son oxitocina y prostaglandinas. Generalmente, se utiliza un dispositivo de liberación vaginal que permite su retirada en caso necesario», indica el Dr. Bartha.
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Parto inducido: ¿cuándo es necesario?
El parto inducido se plantea cuando la prolongación del embarazo puede poner en peligro la vida de la madre, del bebé o la de ambos. Suele recomendarse en estos casos:
1. El embarazo se alarga demasiado. Se considera un caso de embarazo cronológicamente prolongado, en la semana 41 + 3 días, es decir, justo una semana después de haber cumplido la fecha probable de parto.
2. Rotura prematura de membrana con el embarazo a término. Cuando se rompe el saco amníótico, pero la madre no se ha puesto de parto en las 24 horas siguientes.
3. Enfermedades maternas como diabetes o la hipertensión, que pueden afectar al feto. También existen otras patologías como las cardiacas, renales, pulmonares o hepáticas que pueden justificar la realización de un parto inducido.
4. Presencia de meconio en el líquido amníotico. Suele ser un indicativo de sufrimiento fetal.
5 Crecimiento intrauterino retardado. Guarda relación con algún problema en la placenta y una deficiente suministración de nutrientes. En estos casos, se recomienda el parto inducido para que el bebé siga creciendo en el exterior con normalidad, si es viable con la maduración de sus pulmones, su edad gestacional…
Riesgos del parto inducido
La tasa de parto inducido es cada vez mayor en nuestro país, ya sea por motivos maternos o por motivos fetales. Por eso, los especialistas precisan métodos seguros para llevarlo a cabo, sobre todo, aplicables a mujeres en las que el cuello del útero todavía no ha madurado, métodos que permitan reblandecerlo y acortarlo para iniciar el parto de forma efectiva y sobre todo segura para la madre y el feto.
Para el Dr. Alberto Galindo, Jefe del Servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Universitario 12 de Octubre, Profesor Titular de Obstetricia y Ginecología de la UCM y Co-Presidente del Comité Organizador del Congreso, «junto a la prematuridad y los trastornos relacionados con la disfunción de la placenta, incluyendo la preeclampsia y el retraso del crecimiento, la hemorragia posparto ocupa un lugar estelar entre las preocupaciones del obstetra» y continúa «siendo la hemorragia posparto, los accidentes tromboembólicos y la disfunción placentaria los problemas que más nos preocupan como obstetras por ser las principales causas de mortalidad materna, incluso en países tan desarrollados como el nuestro».
En España, la hemorragia posparto complica del 3 al 5% de todos los partos. Según el Dr. Galindo «afortunadamente tenemos un arsenal de medidas cuya aplicación esta protocolizada en muchos hospitales con el fin de evitar problemas mayores en las mujeres que acaban de dar a luz que está permitiendo reducir de forma clara y dramática las complicaciones graves relacionadas con la hemorragia posparto».
La carbetocina es el fármaco de elección para reducir el riesgo de la hemorragia posparto prioridades porque tiene una serie de ventajas como escasos efectos secundarios, dosis única y ser estable a temperatura ambiente. «Aunque su uso solamente está contemplado a día de hoy para la paciente que acaba de dar a luz por cesárea y no para el parto vaginal creo que más pronto que tarde vamos a ver como se aplica después de un parto vaginal», asegura del Dr. Galindo.
Marisol Nuevo Espín
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