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Bebés: cómo tratarles según su carácter

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¿Es un llorón que no para de dar guerra y no sabéis qué hacer con él? O sin embargo, ¿es tu bebé tan tranquilo que apenas se altera y se conforma con cualquier cosa? En ambos casos tendrás que aprender a conocerle para tratarle según su carácter, y estar muy pendiente de su evolución para saber ofrecerle lo que demanda en cada momento.

Los bebés se asoman por primera vez al mundo, estresados. De repente, se encuentra en un medio totalmente desconocido donde el médico, las enfermeras y un sinfín de familiares y amigos querrán presentarse ante los ojos del pequeño. El papel de la madre será fundamental en los primeros instantes. Cada bebé irá evolucionado de diferente manera y existen varios factores que influyen en la forma de comportarse: la genética, el ambiente que será determinante, enfermedades u otros trastornos.

La personalidad del bebé: abiertos a sus necesidades

Por consiguiente, los padres debemos estar totalmente abiertos a las necesidades de nuestro hijo. El llanto es la única forma de comunicarse contigo y va a llorar por todo: por el cambio de pañal, por los gases, porque le duele el brazo, porque tiene calor, hambre, sed, porque se quiere dar la vuelta etc. Y todo esto lo va a hacer mediante una sola señal.

Cuando un niño llora, le sube el tono muscular, por lo que debemos dejarle que se exprese. «Piensa ante todo, que debes ir aprendiendo poco a poco, que eres inexperta pero que tú eres la mejor madre para tu bebé», afirma Julia Durruty, directora técnica del Centro de Estimulación Infantil Debebé de Madrid.

No obstante, necesitas un tiempo para que tu bebé y tú os vayáis adaptando y es importante que no tengas mucho en cuenta los consejos populares, porque cada madre y cada bebé es diferente. Lo que le puede servir a una, tal vez a otra no le ayude.

Bebés activos o bebés tranquilos

El bebé que se describe al principio como llorón y nervioso (¡Este niño no para!, ¡Nos tiene ya locos a todos!) cuando transcurren unos meses, generalmente parece que se calma. No sé sabe muy bien si es que el niño «difícil » se ha vuelto más bueno y reposado o es que los padres se han vuelto más tolerantes con su llanto y más expertos porque han ideado una serie de estrategias para calmarle y jugar con él.



En otro lado de la balanza, nos encontramos sin embargo, con el niño tranquilón (¡Se pasa todo el día durmiendo! ¡Apenas me entero que lo tengo en casa!) que al cabo de un año empieza a demandar la presencia de sus padres y se convierte en un niño más problemático para ellos.

Si tu bebé es nervioso y se altera con facilidad, tendrás que enseñarle a calmarse utilizando un tono de voz muy suave y de forma pausada, o una música tranquila, mecerle y hablarle. También, es imprescindible que aprendas a ser tolerante y muy paciente.

Por el contrario, si tu bebé es muy tranquilo, tienes que cogerle -aunque no lo demande- y estimularle, es decir, hablarle, que haga gimnasia, enseñarle los colores… etc. En definitiva, estimularle con las mismas técnicas que le aplicarías a un niño mucho más activo.

Numerosos estudios demuestran que un niño que se le estimula es más listo que uno que no lo hace. A nivel emocional, suelen ser niños mucho más alegres. Además el pequeño cuando llora, recibe de la madre distintas alternativas, algo que le ayuda a tolerar mejor la frustración.

El rol del padre en el cuidado del bebé

El padre desempeña un papel muy importante en la crianza de su hijo. Es entonces cuando el bebé empezará a reconocer dos voces, dos caras y dos olores. El pequeño, siempre brinda su afecto a la persona con la que se siente seguro, y si el padre también se ocupa de su cuidado, podrá quedarse con él todo el tiempo que la madre permanezca ausente, sin ningún problema. El padre también tiene que aprender a conocer a su hijo.

Busca momentos separados de tu bebé

Bebés activos o bebés tranquilos

Es primordial que recibas mucha ayuda (tu marido, familia, amigos) para que te encuentres en buenas condiciones y puedas estar disponible para todas las demandas del bebé. Debes pensar que de un día para otro dejas de dormir y, que los tres primeros meses son de anarquía total. Al no tener un sueño reparador, no puedes atender plenamente a tu hijo y disminuye tu capacidad cognitiva, te encuentras más irritable y todo esto origina un gran deterioro.

También es aconsejable que tengas separaciones de tu hijo de vez en cuando, y puedas regresar a casa con la alegría del reencuentro. De esta forma, irás recobrando poco a poco tu vida anterior.

Llorar no significa siempre comer

En innumerables ocasiones, el llanto del niño te irrita tanto que te empiezas a poner muy nerviosa. Esto se lo transmites al pequeño y este, en vez de tranquilizarse, se altera mucho más. Al final, es como un círculo vicioso porque los dos estáis tensos y no solucionáis nada. Tranquilízate e intenta que se vaya relajando.

Por otro lado, muchas madres cometen el error de calmar el llanto del niño, dándole de comer. Es importante que sepas que la sensación de tripita llena le calma la ansiedad y que suelen tolerar el que le des más biberones aunque no lo necesiten. Intenta evitar adoptar esta medida porque con ello, lo que consigues es que el niño se vuelva más obeso.

Consejos para tratar a tu bebé según su personalidad

1. Procura transmitirle siempre seguridad, tranquilidad y crea situaciones placenteras para el pequeño, no forzándole a hacer nada que no quiera.

2. Es fundamental que te encuentres en óptimas condiciones físicas y psíquicas cuando empieces a criar a tu hijo. Él, ahora necesita mucho de ti y todo lo que te pueda dañar o preocupar, a él le va a afectar. Disfruta de la maternidad.

3. Lo importante es que vayas aprendiendo poco a poco a conocer a tu hijo para que aprenda a llorar y luego calmarse y de esta forma, el pequeño se irá autorregulando.

4. Hay situaciones que estresan al bebé durante sus seis primeros meses: ir al supermercado, la playa donde suele haber mucha gente, la música alta etc. Intenta no acudir con él a este tipo de lugares cuando le veas más nervioso. Necesita estar en sitios tranquilos y con un ambiente más relajado. No obstante, cuando esté tranquilito puedes llevarle de vez en cuando a sitios bulliciosos. Habla con él y explícale lo que vas viendo ya que representa otra forma de estimularle.

Marina Berrio
Asesora: Julia Durruty. Psicóloga especialista en Primera Infancia (0 a 3 años)

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