El III Congreso Internacional APDE Inspirando Familias que tuvo lugar en Ciudad de Guatemala ha acogido distintas ponencias acerca de familia y educación. Una muestra de cómo los buenos centros educativos no solo se preocupan por la formación académica de sus pupilos, sino por la integral de cada una de las personas que pisan sus aulas.
La formación de los padres es hoy más necesaria que nunca porque las familias que desean educar a sus hijos en las virtudes saben que luchan contracorriente. También lo sabe Carlos Melgar, director ejecutivo de APDE, que aprovechó el escenario de este Congreso Internacional para dar el pistoletazo de salida a un proyecto que servirá de apoyo a muchas iniciativas: la firma del primer acuerdo que aglutina a los colegios de educación diferenciada de Centroamérica. Comprometidos con la buena educación, sellaron este pacto organizaciones procedentes de El Salvador, Honduras, Costa Rica y Guatemala con la presencia como testigo de ALCED México, para sumarse a ALCED, (Asociación Latinoamericana de Centros de Educación Diferenciada).
Mi cerebro no es su cerebro
Precisamente desde México participaba en el Congreso Enrique Berrueta, que deleitaba a un público entregado con una ilustrativa charla sobre las diferencias entre hombre y mujer desde el punto de vista de la neurología y qué aplicación tienen estos conocimientos en el terreno de la educación.
En un interesante discurso repleto de ejemplos de investigaciones científicas, Berrueta supo mostrar al auditorio cómo las diferencias neurológicas en los cerebros del hombre y de la mujer determinan que se comporten de modo distinto ante los estímulos que reciben. Un pleno conocimiento de esta realidad ayuda a dirigir el modelo educativo destinado a chicos y a chicas de manera diferente en función de cómo conocen, de qué capacidades tienen más desarrolladas.
Uno de los experimentos que mostró se refería a la capacidad diferente para enfrentarse a tareas múltiples. Mientras las mujeres optimizan el tiempo y van desarrollando los cometidos en paralelo, los hombres necesitan comenzar y terminar cada uno de ellos para abordar el siguiente.
También se refirió a aspectos como la vinculación en el cerebro de la mujer entre palabras y sentimientos, enlace que no es tan potente en el cerebro del varón. Eso provoca que la acción en el hombre sea más directa, no condicionada por otros elementos, no así en la mujer.
La sexualidad, la unidad máxima del matrimonio
Tomás Melendo, catedrático de Metafísica y director académico del Máster Universitario sobre la Familia de la Universidad de Málaga, ahondó en su ponencia en las raíces de la sexualidad vivida en el matrimonio, en cómo la pareja participa de manera decisiva en un proyecto creador.
Pero antes de adentrarse en cuestiones de mayor calado filosófico, se detuvo en elementos antropológicos. Explicó, por ejemplo, cómo en el sencillo gesto de un abrazo, el hombre y la mujer se están complementando ya. Uno ‘invita’ al otro a ‘entrar’ en su espacio personal. A partir de este punto fue desarrollando cómo «el sexo está al servicio del amor; de lo contrario, no sirve». Y precisamente porque es un amor consciente, el profesor Melendo mostró cómo el auténtico amor radica en la voluntad. La tesis con la que concluyó su exposición fue que «la sexualidad es un medio maravilloso para despertar, madurar, consolidar, incrementar y hacer fecundo el amor entre un varón y una mujer».
Educar desde la vida cotidiana
María Solano Altaba, directora de Hacer Familia y profesora de la Universidad CEU San Pablo, en España, está convencida de que en los pequeños gestos se encierran las grandes lecciones. Los padres debemos estar preparados -estar formados, leer abundante material didáctico, acudir a las charlas y exposiciones que organizan los centros educativos- para trabajar la educación de nuestros hijos en cualquier momento del día.
Si reducimos el área de trabajo educativo con nuestros hijos a un puñado de momentos puntuales como las ocasiones en las que les damos un discurso o nos hemos enfadado con ellos, no solo llegamos tarde al reto educativo, sino que además hemos perdido miles de oportunidades que la cotidianidad nos brinda. Virtudes como la fortaleza, la capacidad de resiliencia -adaptarse a las circunstancias- o aspectos tan importantes como la autoestima se potencian en los pequeños detalles del día a día.
Los otros riesgos de las redes sociales
Secuestros, violaciones, pornografía, pedofilia, acoso, robos… estos son algunos de los riesgos que la red de redes pone ante nuestros hijos. Esconden graves delitos, situaciones espantosas de las que los padres queremos huir. Pero si nos paramos a estudiar las cifras, descubriremos que, por fortuna, estos terribles riesgos son una amenaza porcentualmente muy pequeña. Y sin embargo, le prestamos una enorme atención.
Pero hay otros riesgos que van atacando de manera silenciosa a la personalidad de nuestros hijos, riesgos que configurarán quiénes van a ser de mayores, cómo se van a comportar, ante los que debemos estar mucho más alerta. Son los otros riesgos de internet, los que tienen que ver con las virtudes y los vicios y defectos que nuestros hijos desarrollan. María Solano explicó cuáles son algunos de estos retos ante el mundo digital.
Entre los elementos en los que nos debemos fijar los padres, habló de las amistades digitales, y cómo debemos promover y facilitar que tengan amistades reales. También mencionó los problemas de autoestima que genera el efecto «like», la obsesión por el reconocimiento en redes sociales. Y habló de las dificultades que encuentran los jóvenes por aceptar que su vida real no necesariamente resulta interesante en el mundo virtual y no pueden crear una vida ficticia, porque se sentirán frustrados.
Laura Campos