Hay muchos adolescentes que se enganchan a lo que tienen más a mano y es más fácil. Lo moderno es tener miles de «amigos virtuales» en las redes sociales y estar esperando todo el día, con ese tic nervioso de mirar al teléfono, a que a alguno se le ocurra mandar un mensaje. Usan las redes sociales y otras aplicaciones sociales como plataforma técnica para socializarse, midiendo su popularidad contestando a todo lo que les llega por la red.
Las frases que más circulan son: «¿Cuántos miles de seguidores tienes?», «Sé el primero en responder», «Contesta inmediatamente» «Haz historia». Para muchos adolescentes que están aislados en la vida real esa es su única «ventana al exterior», solamente les queda la oportunidad de encontrar muchos amigos virtuales con la que comunicarse a través del ciber-espacio. Pero, también para los sociables es lo que necesitan para estar todo el día en contacto con sus amigos virtuales o reales. Esto significa empezar una carrera sin fin. Siempre están deseando contestar a todo lo que circula por la red.
Las amistades virtuales y sus consecuencias
Las relaciones personales entre los jóvenes son cada vez más difíciles, debido a que hay demasiados nomofóbicos, que tienen miles de «amigos virtuales» y muy pocos de carne y hueso.
Normalmente, esas amistades virtuales suelen estar carentes de contenido con el que mutuamente se puedan enriquecer. Socialmente también se aíslan, pues no se han acostumbrado a hablar con los otros compañeros reales, analizar sus lenguajes corporales, medir sus emociones, etc.
En muchos países ya ha bajado hasta los 11 años la edad en la que los hijos empiezan a disponer de su propio teléfono. La mayoría de las veces nadie les enseña a utilizarlos con educación, prudencia, sentido común y mucho menos les alertan de los peligros que tiene su uso inadecuado; de esa falta de educación viene el sexting, el grooming, el bullying telefónico, etc.
Regla 3-6-9-12 para advertir a los niños sobre la ciberdependencia
1. Antes de los 3 años: evitar el uso excesivo de las pantallas electrónicas, pues los clásicos juegos infantiles son mucho más enriquecedores para el niño que estar sentado viendo la televisión.
2. Antes de los 6 años: evitar los videojuegos, pues tan pronto estos se introducen en su vida, acaparan toda su atención en detrimento de otras actividades, pudiendo ser el origen de la nomofobia y la mobilfilia.
3. Antes de los 9 años: evitar el uso del internet a no ser que esté acompañado de los padres o profesores, quienes previamente tienen que explicarle las tres reglas más importantes de su uso:
a. Todo lo que se escribe o exhibe allí puede caer en el dominio público.
b. Todo lo que se sube a Internet quedará allí para siempre, pues es casi imposible borrarlo.
c. No todo lo que se encuentra allí es verdad, por lo que deben consultarse otras fuentes.
4. Antes de los 12 años: ya pueden entrar solos en Internet y usar móviles, pero su utilización debe ser realizada bajo unas firmes y bien definidas reglas de uso, así como los correspondientes controles de los padres.
5. A partir de los 12 años y hasta los 18: los padres debemos ir aflojando las reglas y controles, en función del comportamiento observado sobre la educación recibida, para que los hijos adolescentes se vayan acostumbrando a ejercer su libertad para cuando sean adultos.
Consejos para padres de nativos digitales
Los padres debemos enseñar con el ejemplo, crear costumbres y hábitos de buen uso, para poder orientar positivamente a los hijos frente al consumo telefónico y al de las pantallas electrónicas, que si bien tienen muchos aspectos positivos, también los tiene negativos y muy peligrosos como los problemas de acoso cibernético, el sedentarismo e incluso a la apatía social por la dependencia que generan.
No se debe olvidar que permiten la comunicación, el desarrollo, la integración, la interactividad, la creación de redes sociales basadas en la amistad y los intereses comunes, etc. Debemos evitar que la nomofobia o la mobilfilia den como resultado jóvenes de mentes vacías y poco reflexivas.
– Ayuda a tus hijos a que puedan cumplir las normas, objetivos y límites que se hayan puesto o negociado, relacionados con los teléfonos y las pantallas electrónicas.
– Dedícales el máximo tiempo posible, escuchándoles y tratando de entender sus inquietudes para que no tengan que encontrar malos «amigos» en las redes sociales.
– Estate pendiente de lo que hacen tus hijos en cada momento, en relación con sus teléfonos y pantallas electrónicas. En las reuniones con amigos, familia, etc., en la privacidad de sus dormitorios, en las horas dedicadas al sueño o al estudio para que al día siguiente no arrastren los efectos de esas enfermedades.
– Incrementa la capacidad de ponerte en la situación de cada uno de tus hijos para entender los motivos de sus actitudes.
– Intenta que la tecnología no ocupe el rol que tiene la familia, pero que ayude a mejorarlo.
– Hay que saber manejar las propias reacciones y emociones ante las situaciones, equivocadas o no, de los hijos.
Los padres debemos estar alerta ante esta generación multipantallas, ya que las emplean para «comunicar» (hablar, e-mail, sms, chat…), «conocer» (webs, descargas…), «compartir» (redes sociales, fotos, vídeos…), «divertirse» (juegos en red, radio y televisión digital), «consumir» (comprar on-line).
Además, todas estas actividades las pueden realizar paralelamente, de forma interactiva, local y global, incluso anónimamente bajo seudónimos, que ocultan la verdadera persona que lo hace y acrecientan el peligro hacia personas malintencionadas.
Fátima Calzado
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